Factores geográficos e históricos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Como ya se ha indicado en el punto anterior los modelos de concentración y de dispersión obedecen a diferentes cuestiones.

La dispersión de la población en el área atlántica depende fundamentalmente de factores geográficos. Las vertientes soleadas, la proximidad de los ríos y de las fuentes, la vecindad de las vías naturales de comunicación entre los valles, la confluencia de los ríos y una mayor facilidad para la explotación agrícola o para el pastoreo o ambas cosas a la vez, condicionan la localización de las casas rurales. Cada caserío suele ocupar en esta zona el centro de sus dominios y esto contribuye a que tienda a conservarse el sistema de habitaciones diseminadas[1].

En Ataun (G), por ejemplo, la casa ocupaba un sitio próximo a sus propiedades, sobre todo a las piezas de labrantío y a los manzanales. Esta era la razón de que en el pasado no hubiese población agrupada. Los herbales y los castañales que todas las casas poseían, solían estar más lejos. Había también pastizales y extensos hayedos en terrenos comunales que rodeaban la zona poblada y de cuyos pastos, helechos, hojarasca y leña se aprovechaban los vecinos con ciertas limitaciones[2].

Según Arin Dorronsoro era manifiesta la tendencia que tenía el casero ataundarra a edificar casas completamente diseminadas, teniendo en cuenta la proximidad de las tierras labrantías y los montes de pastos, así como también la elección de un lugar apropiado, despejado y vistoso, algo muy presente en las antiguas edificaciones del pueblo. El casero vivía dentro de los términos de su propiedad, baztarrak, y cuando sus tierras estaban enclavadas en la falda de algún monte, construía su morada ordinariamente en el lado inferior de ellas. En el superior, si las propiedades y las distancias eran grandes, edificaba una borda llamada saltxe para guardar la hierba, la hojarasca y otros productos del campo. Todos los saltxes de Ataun ocupaban una posición elevada con relación a las casas de las cuales habían sido dependencias[3].

Casa de la vertiente atlántica rodeada de sus tierras. Forua (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Ezkio-Itsaso (G) tal y como se recogió a finales de la década de los veinte de la pasada centuria, la casa ocupaba el centro o un lado de los terrenos labrantíos pertenecientes a la misma[4].

Los valles y las lomas anchas eran las que formaban la zona poblada de Kortezubi (B). Las viviendas estaban diseminadas en aquellos sitios en que las condiciones del terreno se prestaban a la explotación agrícola. Ni en los llanos cenagosos de la orilla de la ría, ni en las extensas vertientes de poca tierra de las peñas de Elusu, Santakutz y Ereñusarre existían casas. Éstas ocupaban lugares lo más próximos a sus piezas de cultivo. Las que tenían sus heredades en ambas vertientes de una loma, ocupaban la parte alta de la misma. Eran pocas las que se hallaban junto a los caminos o que hallándose a su lado tuviesen su portal mirando a ellos; sólo las casas de moderna construcción, sobre todo las de no labradores, lo tenían dando frente al camino[5].

En la vertiente mediterránea, sobre todo en las comarcas más próximas al Ebro, los factores geográficos apenas tienen influencia sobre cada una de las casas en particular, sino que el conjunto de las mismas, es decir, el pueblo entero, es el que obedece como una unidad a tales factores.

Es por tanto de interés tener en cuenta el distinto comportamiento y significación de la casa en cada uno de estos sistemas de poblamiento.

En la vertiente atlántica cada familia y por consiguiente cada casa se comporta como un todo, independientemente de las demás casas, y se adapta al medio físico con un planteamiento que tiende a adquirir el máximo grado de autonomía social y autarquía económica. Por ello, en este sistema cada casa actúa como si fuera a la vez todo un poblado. Algo de esto parece sugerir el término baserria, de baso, bosque, y erria, pueblo, con el que en amplias zonas del país es designada cada una de estas casas aisladas.

En la vertiente mediterránea, por el contrario, la familia y, por consiguiente, la casa, se conduce como una pieza u órgano fuertemente articulado en un grupo de familias y, por lo mismo, dependiendo de éste en sus funciones. El origen de estas divergencias de orden social se halla indudablemente no tanto en hechos diferenciales geográficos, cuanto en históricos[6].

Este diverso origen y comportamiento explica un asunto significativo. La casa del régimen de poblamiento disperso en la zona atlántica tiene y mantiene un nombre propio que en muchos casos responde a las características del terreno donde se asienta. En cambio en el sistema de casas concentradas la casa carece generalmente de nombre propio y es designada con el nombre del cabeza de familia que la habita[7].

Por lo tanto la diferencia en los sistemas de poblamiento obedece en gran parte a factores distintos. Es decir, el sistema de dispersión de las viviendas responde a problemas geográficos y el sistema de concentración es debido a factores históricos, como son las necesidades de defensa.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. “De Etnología Vasca. Sistemas de poblado y ambiente natural” in Yakintza, I (1933) p. 307.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio de la casa rural y de los establecimientos humanos. Pueblo de Ataun” in AEF, V (1925) pp. 17-18.
  3. Juan ARIN DORRONSORO. “Pueblo de Ataun. Los establecimientos humanos y las condiciones naturales” in AEF, VI (1926) p. 56.
  4. Sinforoso de IBARGUREN. “Establecimientos humanos y zonas pastoriles. Pueblo de Ezkioga” in AEF, VII (1927) p. 38.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. “Establecimientos humanos. Pueblo de Kortezubi” in AEF, V (1925) pp. 49-50.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. “De Etnología Vasca. Sistemas de poblado y ambiente natural” in Yakintza, I (1933) pp. 307-308.
  7. Ander MANTEROLA. “Etxea” in Euskaldunak. Tomo III. Bilbao: 1980, pp. 542-543.