Funciones y ocupaciones del marido

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En el mundo rural el marido ha tenido tradicionalmente atribuidas en general la dirección del caserío, las labores de fuera de la casa, las tareas del campo, la labranza y los cultivos. Se ha ocupado de los animales mayores, de su compraventa y del establo, de las labores en el monte y se ha encargado de los trabajos considerados más duros y que necesitaban también del empleo de maquinaria y herramientas más pesadas.

Como estas labores no difieren mucho de unas poblaciones a otras vamos a mencionar las recogidas en algunas localidades significativas de los distintos territorios.

En Bernedo (A) el hombre atendía la labranza de las tierras y el ganado mayor, que él compraba y vendía; la mujer trabajaba a sus órdenes. Hoy día la labor del campo se ha suavizado con la nueva maquinaria agrícola y la ganadería ha ido desapareciendo a medida que se dedicaban los esfuerzos al cultivo de la patata. En la cocción del pan, el marido ayudaba a la mujer encendiendo y caldeando el horno. Al concejo acudían los hombres, rara vez las viudas que solían mandar a un hijo o se enteraban de lo tratado por el vecino o el alcalde. Las veredas o trabajos comunales eran cosa también de los hombres, hoy día están en declive. A las juntas y a las obligaciones o tareas de la cofradía de la Veracruz tampoco asistían las mujeres. El hombre se ocupaba de la caza; las fiestas las organizaban y llevaban los mozos. En Apellániz, Berganzo, Moreda, Pipaón y Ribera Alta (A) los datos recogidos son similares.

En Agurain (A) se ha consignado que el marido realiza las tareas que requieren un mayor esfuerzo. Efectúa trabajos o negocios para el sostenimiento de la casa y la familia. Si tiene un negocio se ocupa de llevarlo y dirigirlo. También están a su cargo los tratos de venta del ganado. Su labor en la casa y en la vida familiar es secundaria, de apoyo a la mujer. Es una instancia a la que recurre la mujer si no es obedecida por los hijos en asuntos de importancia.

En Moreda (A) señalan que el marido trabaja en el campo (poda, cava, escarda, despunta, desnieta, abona, etc.), realiza los arreglos de la casa (pinta, trabajos menores de albañilería, carpintería, etc.), cuida de los animales domésticos, se encarga del mantenimiento y arreglo de la maquinaria agrícola y aperos, y de la compra de los materiales y productos para trabajar en el campo. En Abezia, Apodaca, Berganzo, Pipaón, Ribera Alta y Valdegovía (A) se han consignado datos similares.

En Zeanuri (B) tradicionalmente ha pertenecido al marido la dirección de la casa en cuanto empresa productiva en sus diversos aspectos: agrícola, ganadero, forestal o artesanal. Desde los decenios treinta y cuarenta del siglo XX, y de modo creciente, la función primordial del marido ha derivado hacia la aportación del salario obtenido por trabajos realizados fuera de casa, sobre todo en fábricas y talleres.

El hombre se ocupa de los trabajos pesados, behar astunak. Zeanuri (B), c. 1920. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: Fondo Felipe Manterola, con un particular agradecimiento a su nieto Mikel Manterola.

En aquella sociedad tradicional, que en parte perdura, estaba encomendado al hombre todo lo que entraba en el capítulo de bear astunek, trabajos pesados. He aquí una pormenorización de las tareas que corresponden al hombre.

Ganaduek gobernau, gobernar el ganado, lo que implica: alimentación, compra de pienso, almacenamiento de hierba, cuidado de las cuadras, camas secas para el ganado, sacar el estiércol, ordeñar y cuidar de las enfermedades de los animales estabulados.

Solo-bearrak: el cultivo de las heredades destinadas a la obtención de grano, maíz y trigo, laborea, con todas las operaciones que tal cultivo entraña. En estas labores contaba generalmente con la colaboración de la mujer.

Baso-bearrak, trabajos de monte: cuidado de los bosques y pertenecidos. Plantación de pinos. Entresacas, explotación y venta de la madera. El acarreo de la leña y su corte para el consumo del hogar, egurgintzia. La fabricación del carbón vegetal, txondorgintzia, que ha perdurado hasta los años cincuenta.

Auzo-bearrak, trabajos vecinales: adecentamiento de caminos comunales, bidegintzia, u otras acciones realizadas en régimen de auzolan. La fabricación de cal, karea, que hasta los años cincuenta se hacía en régimen asociado en la propia localidad.

Etze inguruko basterrak: adecentamiento de los accesos a la casa, el corte de malezas, la reconducción de arroyos, el arreglo de los cercados. También los arreglos en la casa: tejado, paredes, puertas.

–Aperos, carros y máquinas: la puesta a punto de los aperos e instrumentos de trabajo y, en casos, su fabricación: rastrillos, mangos de hachas o azadas, etc. Actualmente, con la mecanización, el cuidado de la motosierra, del rotavátor o del tractor.

En esta misma localidad arratiana, en los tiempos en que la casa era más autárquica y apenas circulaba el dinero, la bolsa la tenía siempre el marido. La mujer se veía obligada a pedirle cuando lo necesitaba para hacer alguna compra de vestido, etc. Si el marido era muy agarrado, lukurrerue, la mujer solía vender por su cuenta huevos, grano u otros productos menores para hacerse con una segunda bolsa que administraba ella. Esta situación ha cambiado totalmente. Marido y mujer tienen cuentas de ahorro compartidas.

En Amorebieta-Etxano (B), en zona rural, el varón se ocupaba de las labores agropecuarias y las actividades que exigían esfuerzo físico. Se encargaba de los trabajos en el monte; la limpieza de la cuadra y los trabajos manuales; también de la compraventa del ganado y la matanza doméstica de los animales grandes. En zona urbana el marido trabajaba en alguna fábrica y entregaba el dinero a su mujer a fin de mes, quedándose con una pequeña cantidad para gastos menudos. En Gorozika (B) los datos recogidos son similares.

En Andraka (B) el marido tenía cierta independencia a la hora de hacer tratos, compras y ventas. Desde mediados del siglo XX el hombre se encarga de estas cuestiones, consultando con la mujer que además es quien administra el dinero. En Busturia (B) la ocupación del marido era aportar el dinero a la familia. Los agricultores solían tener empeño en que los hijos trabajaran en las tareas del campo. En Trapagaran (B), en tiempos pasados, el marido era quien aportaba el dinero a casa. El trabajo en la huerta era común, si bien las tareas duras las realizaba el varón. Al hombre que llevaba un minucioso control de los gastos de la casa hechos por la mujer se le llamaba bolsero y este proceder no era bien visto. Este término de bolsero para el hombre que así se comporta se ha recogido también en Moreda (A); Valle de Carranza (B); Allo, Améscoa y Sangüesa (N).

En Beasain (G) se ha registrado que el marido se ocupaba y dirigía principalmente los trabajos del campo, las labores del establo y lo concerniente al ganado mayor: vacas, bueyes, yegua y asno. Se encargaba del arado de las tierras, sembrado y recolección de los cultivos. Tenía a su cargo la orientación de los hijos varones en los trabajos del campo o en los de fuera del caserío.

En Zerain (G) el marido era quien dirigía la economía familiar. Según las posibilidades económicas de la familia planeaba la preparación de los hijos para los estudios, un oficio, etc. Tomaba las decisiones con respecto a las tierras y el ganado. Dirigía y reprendía a los hijos. Llevaba a cabo los trabajos que suponían un gran esfuerzo físico por lo que se ocupaba de las yuntas de bueyes, los acarreos de madera, el corte de hierba y de helecho, hacía los almiares, metak, llevaba las vacas al herrador, etc. Luego, cuando se han incorporado nuevos instrumentos de trabajo como el tractor, la segadora o la ordeñadora se encarga de manejar estos equipos.

En Altza, Berastegi, zona rural de Elgoibar, Elosua, Legazpi, Oñati y Orexa (G) el marido cuidaba de las cosechas, del pasto y del ganado; se encargaba también de arreglar el caserío, adquirir los aperos y de la compraventa de las reses. Las grandes decisiones estaban en manos de él. En Hondarribia (G) se ocupaba de las cosas del campo o del trabajo si era artesano o pescador; era su deber mantener y cuidar de la familia. En Elosua (G) la obligación del marido era afianzar y levantar el caserío con ayuda de la mujer; él era quien tenía todos los poderes, salvo si la casa era de la mujer, en cuyo caso necesitaba de su firma.

En la zona rural de Elgoibar (G) el padre cerraba los tratos de venta de animales, terrenos o la tala del arbolado. En estos casos el marido entregaba el dinero para que la mujer lo guardase y lo administrase; las cuestiones económicas se llevaban de común acuerdo pero la voz cantante solía ser la del marido. También era éste quien controlaba el dinero. En el ámbito urbano sucedía algo parecido pero a menor escala, el marido tomaba parte cuando había que hacer un desembolso importante.

En Ezkurra (N), según se recogió en los años treinta, los hombres en casa se ocupaban de dar de comer al ganado, ordeñarlo, hacer las camas del mismo y renovarlas. En el campo labraban las tierras, segaban la yerba y el trigo, y se ocupaban de la compraventa del ganado. Consigna Barandiaran que en la época de la escarda, la siega y las labores de la yerba que iban desde principios de junio hasta mediados de agosto, el horario de trabajo comenzaba y finalizaba con la luz del día.

En Obanos (N) los maridos se han ocupado de las cosas relacionadas con el campo. De los asuntos de los hijos sólo se preocupaban si hacían alguna trastada gorda que afectaba al pueblo. Las labores diarias del hombre eran: trabajar en el campo propio o como peón; sembrar y plantar cereal y hortalizas; matar los animales domésticos que se iban a comer con motivo de alguna fiesta, salvo las gallinas que las mataban las mujeres; cortar leña para el invierno y arreglar aperos de labranza. También eran quienes acudían al ayuntamiento a las juntas de veintena y asistían o enviaban a alguien en su lugar a las labores comunes del pueblo: auzalan.

En Améscoa (N) antiguamente la autoridad de los maridos fue total, eran los bolseros, algunos llevaban la llave al cuello y no la soltaban hasta morir. En Allo, Améscoa, Goizueta, Izurdiaga, Luzaide/Valcarlos, Mezkiritz, Sangüesa, Valle de Roncal y Valtierra (N) el marido se reservaba todo lo concerniente a los trabajos del campo, al ganado, llevar la hacienda o traer el jornal a casa. En Luzaide/Valcarlos lo obtenido por los animales mayores (ganado vacuno, ovejas, corderos), las grandes partidas de queso y la lana eran de incumbencia del varón.

En Uharte-Hiri (BN) el propietario de la casa, nagusia, se ocupaba de los arreglos de la casa, del cuidado del ganado, del aprovisionamiento de la madera y de los trabajos del campo. También estaba a su cuidado el aprovisionamiento de los útiles, la fabricación y adquisición de los utensilios de la labranza. En Baigorri, Donoztiri e Iholdi (BN) es el hombre quien llevaba principalmente el cuidado y la dirección de las labores agrícolas y ganaderas.

En Sara (L), según se constató en los años cuarenta del siglo XX, sólo los hombres trabajaban en: labores de larre, montaña, y de oian, bosque; segar, acarrear helecho y árgoma, cortar y acarrear leña; el manejo del arado tirado por vacas o bueyes estaba encomendado a los hombres, si bien en las piezas de cultivo trabajaban tanto los hombres como las mujeres. En casa, eran quehaceres del hombre el cuidado del ganado mayor (vacas, caballos, ovejas y cabras), su alimentación, ordeño, higiene en el establo, aderezo y conducción al trabajo, compra y venta, y su bendición con agua y cera benditas el día de San Blas. Los arreglos de la casa y, en general, todo lo que fuera carpintería y cantería.

En Liginaga, y en Zuberoa en general, el marido dirigía el caserío y se ocupaba del ganado, del ordeño y de la alimentación tanto de las vacas como de las ovejas y de la fabricación del queso, también de lo relativo a la trashumancia. A su autoridad recurre la madre en los casos de dificultades graves o repetidas con los hijos.