Incorporación a la casa de un animal recién adquirido. Etxerako izan

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El llar, laratz, que se describe en un capítulo anterior de esta obra, pende sobre el fuego del hogar y representa la casa. De aquí el dicho muy extendido laratzak daki nor nor dan (el llar es el que mejor conoce quién es cada cual). Algunas prácticas, hoy en día desaparecidas y en trance de olvidarse, entrañaban esta representación de la casa que se atribuía al llar.

Las prácticas que a continuación se consignan remiten a una época pasada en la que el fuego ocupaba una posición central en la cocina, anterior a su desplazamiento contra uno de los muros de la casa.

En Ataun (G) antaño cuando se traía de fuera, por compra o donación, alguna gallina o gato, se le daban tres vueltas, metido en un saco, alrededor del llar de la cocina: se creía que así no se iría de la casa. Algunos metían al gato en el tamboril de asar castañas, y colocado éste en el llar, le daban varias vueltas. Ya en el segundo decenio del siglo XX esta costumbre la practicaban muy pocos.

En Oiartzun (G) para que se aclimatara, etsitzeko, en casa un gato llevado de fuera, era bueno meterlo en un saco y así metido darle unas vueltas alrededor del llar del fogón. También en Oñati (G) cuando se llevaba a casa un gato o gallo, lo metían en un saco y le daban varias vueltas en el llar para que no se marchara de su nueva casa.

En Zegama (G) si se compraban aves en la feria o en otro sitio, antes de soltarlas en el gallinero, se llevaban a la cocina y se les daba tres vueltas alrededor del llar, elatza, recitando tres veces: kanpora ba zoazte, ostera etorri, si váis fuera, volved de nuevo.

Una costumbre similar recogió Satrustegi de boca de una anciana de Mezkiritz (N): Laratza pertza eukitzeko burnia ze. Erosten bazindue ollo bat edo ollarra, txerri tikien bat edo ala, laratzain inguruen pasatzen ze eta buelta emanez erraten ze: “Etxera bil, etxera bil, etxera bil” (iru aldiz). Kanpoko aurre etxera etortzen baze ere iten ze. Katuei ez, katuek etzue deus balio. Laratza etze mugitu bear. Deabruek irri egiten zuela erraten zute. (Si comprabas una gallina o un gallo o bien una cría de cerdo se pasaba alrededor del llar y mientras se le daba la vuelta se decía: Entra en casa, entra en casa, entra en casa (tres veces). Lo mismo se hacía si entraba en casa un niño de fuera. No así a los gatos porque el gato no vale nada. No hay que mover el llar. Se dice que el diablo se ríe [si se hace eso]).

En Luzaide/Valcarlos (N), la costumbre de dar tres vueltas alrededor del llar, se practicaba sobre todo, con el gato y con las gallinas recién adquiridas. Cuenta Satrustegi que cierto caserío había adquirido un hermoso gato, pero éste al cabo de unos días regresó a su antiguo domicilio. La frustrada propietaria comentó este hecho diciendo: Itsusia! Alta, moda zarrian iru aldiz inguratia nixin laxatian (¡Qué calamidad! y eso que, a la antigua usanza, le había dado tres vueltas alrededor del llar).

En Sara (L) y Liginaga (Z) cuando, por compra o donación, se llevaba de fuera a casa un gato, se le hacían dar tres vueltas alrededor del llar de la cocina para que no se escapara de su nueva morada.

Laratzinguruan katua, incorporación del gato a la casa. Fuente: Azkue, R. M.ª de. Euskalerriaren Yakintza, I (dibujo de Tillac). Madrid: Espasa Calpe, 1935, p. 39.

En Apellániz (A) para que el gato comprado no se escapase de la casa, había que darle tres vueltas alrededor del fuego central, diciendo: “De casa te irás, a casa volverás”.

Esta costumbre fue recogida por Azkue a principios del siglo XX en numerosas comarcas y localidades de Vasconia: Llodio (A); Arratia (B); Donostia y Hondarribia (G); Saraitzu (N); Donibane-Garazi (BN); y Barkoxe (Z). En Dima (B) la señora de la casa le hacía dar tres vueltas junto al llar al gato o gallina recién traídos diciendo: Etzerako zara ta etzerako izan zaitez[1] (eres para casa y para casa sé). En Donazaharre (BN) se le hacían dar tres vueltas sin decir nada. En Zuberoa le daban nueve vueltas.

En Lesaka y Yaben (N) y Ezterentzubi (BN) practicaban el mismo rito con las gallinas y gatos recién traídos según recogió el P. Donostia en el primer tercio del siglo XX.[2]

En Bajauri, Bernedo, San Román y Urturi (A) cuando se llevaba por primera vez un gato a casa, se le pasaba metido en el saco por la lumbre y humo del fogón para que se hiciera a la casa y no se marchase.

En Abezia (A) se recuerda hoy en día la antigua costumbre de dar tres vueltas alrededor de la casa (no del llar) con el gato que traían de fuera. Los informantes actuales añaden que así se conseguía que el animal se desorientara y no pudiera volver a su antiguo hogar.

Queremos hacer notar que las dos especies citadas en este apartado muestran un comportamiento particular. El gato, que no las gatas, tiene la tendencia a desaparecer de casa con frecuencia, sobre todo en la época de celo de las hembras, apareciendo muy de vez en cuando a medida que va cumpliendo años. Las gallinas, aunque en menor medida, cuando deambulaban sueltas en busca de sustento, solían desplazarse a las casas vecinas que contasen con gallo si en la que vivían no disponían de él, algo no muy frecuente.

Una costumbre similar existió en algunas localidades cuando se incorporaba a la casa un empleado doméstico. Así en Liginaga (Z) se recogió que cuando un criado o criada entraba por primera vez a servir en una casa, se le hacía dar tres vueltas alrededor de su llar.

En Obanos (N) no se recuerda ningún rito al entrar a vivir en la casa una nueva persona. En cambio se decía que para conocer a una persona “hay que vivir un año bajo la misma campana” (refiriéndose a la campana de la chimenea del hogar). Este dicho se aplicaba a la mujer nueva que entraba en una casa y tambien a la criada que entraba a servir.


 
  1. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, pp. 41 y 111.
  2. APD. Cuad. 2. Año 1921, ficha 215.