Hornillos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Con carácter previo a la generalización de la cocina económica, y a veces simultáneamente, se ha constatado la utilización de hornillos alimentados por carbón vegetal u otros combustibles.

En Abezia (A) se han utilizado los hornillos consistentes en una base de ladrillo rojizo que se colocaba en una repisa con un pequeño agujero que servía de tiro y era el lugar al que caían las cenizas. Constaba además de una parrilla. Se utilizaba para cocinar con carbón vegetal o con las brasas del fuego. Su uso preferente se limitaba a situaciones especiales como las fiestas patronales o la temporada de verano. En Agurain (A), rasante con el azulejo se empotraban uno o dos hornillos en los que el combustible era carbón vegetal con una abertura en el frente para el tiro correspondiente.

En Bermeo (B) en las casas del pueblo, antes de la Guerra Civil, además del hogar, beko sue, había un segundo fuego, ornillo txikije, alimentado con carbón de madera, egur-iketxa, sobre cuyas brasas se asaba el pescado y la carne. En Busturia (B) la parte contigua al fogón se llama subillondue, donde se solía tener un hornillo en el que se calentaban los pucheros. También en Portugalete (B), antes de que se introdujera la cocina económica o chapa se utilizaba el hornillo, cuyas dimensiones eran de 50x57 cm, que consumía carbón vegetal. En Trapagaran (B), igualmente, algunas casas disponían de hornillo de cemento que estaba ubicado en la pared entre la fregadera y el fogón. Se alimentaba con carbón de madera y se encendía en los días de fiesta en que había que servir más comidas que de ordinario. Disponía de un soplillo redondo, de esparto y con mango para avivar el fuego. En Amorebieta-Etxano (B) hasta los años cincuenta en que se generalizó, tener fogón con hornillo era un signo de distinción.

En Elosua y en Zerain (G) para los pequeños trabajos de cocina se emplearon los hornillos de dos fuegos con madera y carbón vegetal como combustible, que luego fueron sustituidos por las cocinas económicas de fundición del modelo que dejaba introducir la madera por delante, lo que permitía utilizar leñas grandes. En Oiartzun (G) y Lesaka (N) era bastante corriente el hornillo, labetxua, con depósito de cenizas, en un hueco sacado en la pared al pie de una ventana.

En Aoiz (N) tras el fogón, en la década de los treinta vino la cocina portátil que se cebaba con carbón de piedra en verano y con leña en invierno; para que tirase mejor al encenderla se utilizaba también serrín prensado. Tenía forma cuadrada, se sostenía sobre cuatro patas y en la parte superior disponía de una plancha metálica. A mediados del siglo XX, cuando la cocina estaba apagada, para calentar alguna cosa de poca importancia, como agua para una infusión, se colocaba sobre una chapa un trozo de algodón impregnado en alcohol. Se prendía el alcohol y sobre el trípode se colocaba la cazuela.

En Murchante y en Viana (N) durante el verano con la finalidad de que las casas no se calentasen usaban un hornillo de carbón vegetal que se colocaba en el mismo lugar del hogar. Datos similares a los de las localidades mencionadas sobre el uso de los hornillos se han constatado en Moreda (A), Busturia (B), en alguna casa de Orozko (B), Obanos (N) y Heleta (BN). En Sara (L) sobre el depósito de ceniza, austegi, se veían frecuentemente un par de hornillos que eran complemento del hogar en casos de apuro de las cocineras. En Ezkio-Itsaso (G) había un hueco en la pared para depositar las cenizas del hogar. Otras veces en el antepecho de la ventana había hornillos, labetxo, y debajo un hueco, austoki, donde también se depositaban las cenizas, sobre las que se hallaba la pala, auspalia. En Ataun (G) algunas casas disponían de un hueco en la pared donde se depositaba la ceniza, llamado labetxo, hornillo.

Las encuestas han aportado algunos datos referidos a los combustibles de hornillos y braseros. En Agurain (A) el carbón vegetal de haya se utiliza para el hornillo, el brasero y la plancha. En Allo (N) había cisco, polvo de carbón, para alimentar los braseros. El erraj eran tizones muy menudos de un carbón especial que tenía la particularidad de que al quemarlo en el brasero “no cogía la cabeza”. En Eugi (N) el brasero de la cocina se alimentaba con las brasas una vez que se habían convertido en carbón o con cisco. En Murchante (N) los braseros se encendían con brasas del hogar.

En Viana (N) cuando se fue abandonando el fogón, para encender el brasero se cogían brasas del fogón de una casa vecina. Se encendía el brasero con carbón vegetal, procurando hacerlo al aire libre y que estuviera bien encendido pues existía el peligro del tufo, y la inhalación del anhídrido carbónico podía producir envenenamiento. El carbón que se consumía para el hornillo procedía de la Montaña, tanto navarra como riojana, lo traían los carboneros a lomos de ganado y, una vez vendido, regresaban a su tierra con vino y otros productos. No obstante, en la localidad siempre ha habido quien ha hecho cisco en el campo aprovechando algunas ramas vegetales para montar la cisquera.