La cocina, centro de la vida familiar

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Hay unanimidad en las encuestas en señalar que la cocina, sukaldea, es la estancia principal de la casa y dentro de ella, destacan la importancia del hogar. En Murgia (A) se conoce el dicho de que “una casa sin fuego es como un cuerpo sin sangre”. En Améscoa (N) la cocina, en frase hecha, era el lugar “donde se hacía la vida” y se ha recogido su función de taller de trabajo y santuario donde se rezaba, hogar que caldeaba y conservaba el rescoldo de viejas creencias, cuya llama avivaba la fantasía de los mayores. En la zona rural de Deba-Mutriku (G) decían que la cocina constituye la pieza más importante de toda la casa: es el taller, el comedor, el recibidor y el lugar consagrado a toda clase de reuniones.

Allí se realizaban la comidas diarias, el desayuno, y las comidas del mediodía y de la cena todos juntos después de la jornada laboral. Se preparaba la comida de los animales, egosaria en Ereño (B), en los calderos colgados del llar. También era la estancia donde se buscaba el calor en invierno, se secaba el calzado y la ropa, se recibían las visitas principalmente de vecinos y personas de confianza, y era el lugar donde la familia rezaba y trataba sus asuntos. En un rincón de la cocina estaba la cuna, seaska, que a veces era una medida de grano como la “media fanega”, para que fuera mecida por alguna persona mayor (Berganzo, Valle de Zuia-A; Beasain, Hondarribia-G) y también los andadores de madera para que dieran sus primeros pasos (Izal-N). En el Valle de Zuia (A) dicen que como la ventana de la cocina, a veces, da a la fachada permite incluso ver a quien llama a la puerta.

El dato de que era el lugar donde se hacía la vida y se realizaban por tanto la gran mayoría de las labores domésticas se ha constatado en la práctica totalidad de las localidades encuestadas (Abezia, Agurain, Berganzo, Bernedo-A; Amorebieta-Etxano, Kortezubi, Orozko, Trapagaran-B; Berastegi, Elgoibar, Zerain-G; Aintzioa y Orondritz, Aria, Aurizberri, Goizueta, Mirafuentes, Monreal, Obanos, Romanzado y Urraúl Bajo, Sangüesa, Valtierra-N; Baigorri, Donoztiri, Heleta-BN y Sara-L). En muchas casas de localidades alavesas y navarras ha existido la recocina que es una dependencia junto a la cocina que se empleaba para guisar, fregar y tender la ropa y que, en algún sentido, cumplía funciones de lo que llamamos propiamente cocina y ésta funcionaba más como comedor, lugar de reunión y de realización de labores domésticas. En algunas localidades las latas o palos de madera para colgar la matanza se suspendían de la recocina o de la cocina (Apodaca, Moreda-A).

En la cocina se elaboraba el pan (Pipaón-A) y se hacía la colada (Añana, Pipaón-A). Ha sido también común coser y planchar en este lugar. Junto al fuego, en las zonas rurales, se llevaban a cabo ciertas labores domésticas como pelar mazorcas, desgranar el maíz y las alubias, cardar la lana e hilar, mientras los mayores contaban historias o se rezaba el rosario. El fogón bajo o la cocina han servido también para dar calor a la gallina clueca y a sus polluelos que se criaban en la cocina en cajones o cestos abiertos. En Gorozika y en Andraka (B) se ha consignado que alrededor del fuego se reunían las personas, sentadas en sillas bajas, a charlar, jugar a cartas o hacer punto. En Orozko (B) los ancianos se sentaban cerca del fuego en unas sillas bajas, sillatxuek, se ocupaban de atender el puchero durante la cocción extendiendo o agrupando las brasas. Las mujeres utilizaban esas mismas sillas o unas banquetas bajas, lankak, para coser.

En Eugi (N) la cocina era el lugar donde, entre otros trabajos, se hacían las labores derivadas de la matanza del cerdo, matatxerri. Únicamente por las fiestas patronales cuando había invitados o con motivo de algún funeral se trasladaban al comedor o ponían mesas en el pasillo. El realizar las labores de la matanza en la cocina, para lo que se disponía de barreños y tinajas ha sido común a muchas localidades (Bernedo, Berganzo-A).

En la villa de Portugalete (B) añaden que la cocina era el lugar donde se organizaban las tertulias familiares, donde jugaban y estudiaban los niños, donde se realizaban las comidas cotidianas e incluso las extraordinarias por ser la habitación más caliente de la casa. Para caldear los comercios, echaban ascuas a un balde, en el que previamente habían depositado cenizas. Antes de introducir el balde en la tienda lo tenían un rato en la calle hasta que dejase de producir humo. Las brasas las llevaban de casa o, a veces, las pedían en las panaderías.

En Kortezubi (B), según recogió Barandiaran en el segundo decenio del siglo XX, la cocina era en los caseríos el lugar ordinario de reunión, donde se concentraba la vida familiar: en ella se comía, se rezaba, se realizaba la mayor parte de los trabajos domésticos, en ella recibían y obsequiaban, generalmente, a sus vecinos y amigos.

En Ataun (G) la cocina era el lugar de reunión de la familia y recibidor de visitas en muchos casos. Era también el taller en el que cada miembro de la familia realizaba las labores de mano que le competían y donde la familia hacía las oraciones.

En la actual encuesta de Allo (N) se aporta también una descripción completa de la cocina como la estancia más frecuentada de la casa. Todas las funciones domésticas, salvo dormir aunque también se echaban las cabezadas después de comer, se realizaban en ella: guisar, comer, fregar, lavarse cara y manos por la mañana, peinarse, hacer la colada, etc. Era el centro de las reuniones familiares y durante los meses fríos del año la habitación más acogedora. En torno a la lumbre, cada tarde antes de cenar, la familia rezaba el rosario y los chicos escuchaban de sus abuelos relatos fantásticos. En Barañain (N) dicen que la gente siempre está en la cocina menos para dormir, porque es el sitio más confortable de la casa.

La cocina, centro de la vida familiar. Andoain (G), c. 1920. Fuente: Archivo Aguirre.

Hoy día el cuarto de estar o la sala-comedor han sustituido a la cocina como lugar donde se reciben las visitas. Las labores del campo se han vuelto más suaves y limpias y las casas están dotadas de calefacción. En muchas de esas salas de estar han instalado lo que llaman “cocinas vascas” que son los fogones que tradicionalmente estaban en las cocinas (Bernedo-A). En algunas localidades señalan que con el transcurrir del tiempo el hogar ha sido la pieza de la casa que ha sufrido mayor transformación (Allo-N) buscando una mayor comodidad e higiene (Obanos-N). Hay quienes dicen que desaparecida la cocina económica, en las casas de nueva construcción la vida diaria sigue desarrollándose en la cocina ya que, por lo general, es lugar bien iluminado naturalmente y limpio, donde se desarrollan los trabajos culinarios. Ya no influye en su uso el calor de esta habitación puesto que las casas disponen de calefacción. También se emplea más que otras habitaciones por costumbre (San Martín de Unx-N).