Suertes de leña o fogueras

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Principalmente en localidades alavesas y navarras, que han conservado mayor cantidad de bosques comunales o de titularidad municipal, se ha mantenido la costumbre de que cada vecino tenga derecho a una cantidad de leña anual para uso propio. Este derecho se ha conocido con los nombres de suerte de leña o foguera (Agurain, Añana, Apodaca, Aprikano (Kuartango), Bernedo, Valle de Zuia-A); suerte fogueral (Markinez-A); lote de hogar (Aintzioa y Orondritz-N), lote de leña (Allo, Eugi, Luzaide/Valcarlos-N; Trapagaran-B) o carga de leña (Artajona-N). En Apellániz (A) la suerte de leña se traía del monte y se guardaba en el leñadero.

En Agurain (A), en los siglos XIX y XX, una reducida parte de la leña se cortaba en los montes de la propia localidad que se encuentran en la sierra de Entzia, del arbolado de inferior calidad que no es aprovechable como madera. El modo de conseguirla era mediante solicitud al ayuntamiento de la suerte de leña o foguera. Por las dificultades que entrañaba su transporte, salvo los labradores, eran pocos los vecinos que anualmente la pretendían. Era costumbre que los martes, día de mercado que se alternaban las plazas de San Juan y Santa María, los labradores de los pueblos de la comarca concurrieran a vender carros cargados de leña y carbón que luego entregaban en casa de los compradores.

En el Valle de Zuia (A) la casa rural tiene su pertenecido en el monte que son las foguerassuerte del hayedo de los montes comunales. Además se ayudaban con pequeñas fogueras en las dehesas propias de los pueblos. A este propósito la gente mayor solía decir: Bosque y río vecinos / pobre la casa que no tenga arrimo[1]. El acarreo y la preparación de la leña era una labor encomendada a los hombres.

En Aintzioa y Orondritz (N) los lotes de hogar asignados anualmente a las casas eran normalmente de madera de haya y de boj. En Allo (N) el encinar de Miravete era talado periódicamente por el ayuntamiento y tras distribuir la leña en lotes, se repartía entre los vecinos. En Ezkurra (N) antiguamente había sitios y montes señalados para la libre explotación donde cada vecino obtenía la leña para su casa. En los años treinta se echaban suertes entre vecinos para que cada uno aprovechara la parte que le tocara en el lote del bosque señalado por los guardas de la Diputación.

Aviso para el reparto de lotes de leña entre vecinos. Leoz (N), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Eugi (N) la riqueza forestal del municipio permitía a los vecinos tener fuego gratis todo el invierno ya que anualmente el concejo reservaba un lote de leñas para cada vecino. En Ataun (G) la leña procedía de los bosques comunales en los que cada familia tenía señalado por el municipio un lote cada año. En Ainhoa (L), si bien había quienes tenían madera propia, algunos compraban lotes de leña en la alcaldía.

En Luzaide/Valcarlos (N) el ayuntamiento provee gratuitamente de madera de haya a todos los vecinos que lo soliciten. Señalan una fecha y elegido el lugar de la explotación se reparte en lotes numerados que se distribuyen por sorteo. Esta operación tiene lugar cada año antes de entrar en invierno. La tala y el transporte corren por cuenta de los beneficiarios. A veces se les asigna el material de desecho de anteriores explotaciones madereras. Los caseríos cuentan también con sus propios medios de aprovisionamiento ya que poseen plantaciones pero les asiste el derecho de recabar un lote en terreno comunal. Cuando lo piden, se procura concederles no lejos de los habituales lugares de trabajo.

En Monreal (N) una vez al año, un hombre de cada casa acudía a cortar leña a los comunales, a esto se llamaba epaiz[2]. El ayuntamiento era el encargado de marcar los árboles que se debían talar y se hacían tantos montones como casas hubieran participado en la tala.

En Trapagaran (B) se iba a por leña en función de las necesidades pero también había quienes tenían siebes, fincas cerradas con arbolado, y en septiembre talaban lo necesario para las provisiones del invierno.


 
  1. En euskera existe un refrán para expresar lo mismo: Basoa ta ibaia auzo, au ez daben etxea gaxo.
  2. “Epaiz”: Lote de árboles que es asignado a cada casa del pueblo y que señala el montero. “Hacer epaiz”: hacer leña en el monte del común en auzalan los vecinos del pueblo, para repartírsela después a partes iguales. José María IRIBARREN. Vocabulario navarro. Pamplona: 1984.