Puertas interiores

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En general las puertas interiores suelen ser menos recias que las exteriores y más pequeñas (Valdegovía-A). En tiempos pasados constituían el último elemento de la casa que se terminaba. Muchas veces los huecos se cubrían con telas para separar una habitación de la otra, ya que no había dinero para colocar las puertas. Así se ha constatado en Mélida (N) además de en Bedarona (B) donde las habitaciones no tenían puerta, sólo una cortina de colores hasta el suelo que se colocaba en el hueco mediante un alambre. Se trataba de unas habitaciones muy pequeñas y bastante oscuras. Hoy en día todas cuentan con puerta.

En Berganzo (A) tienen forma lisa y están hechas con una tabla ancha de haya, normalmente de un metro de ancho por 2,30 m de alto. En muchas ocasiones este tipo de puertas se sustituía por cortinas o grandes cortinones.

En Pipaón (A) cada habitación, cocina o despensa tenía su puerta aunque había alcobas dentro de otra habitación en que la separación se hacía mediante cortinas.

En Añana (A) las puertas de antaño eran algo más bajas y anchas que las actuales. Estaban hechas de madera y carecían de adornos. Antiguamente no las había en todas las habitaciones.

En Lezaun (N) las más antiguas eran más bajas que las modernas y tenían cuarterones. Presentaban marco por los cuatro costados y al inferior se le llamaba zapata. Los laterales del marco subían hasta el techo y allí se clavaban a una madera o se encastraban en la bóveda. De esta forma la tabiquería quedaba más firme. A los extremos del marco que sobresalían para facilitar el agarre a la tabiquería se les llamaba codas.

En San Martín de Unx (N) las puertas de las viviendas son por lo general de tableros de madera lisa o a lo sumo claveteada; algunas forman casetones o se combinan con cristal. No son infrecuentes las de aluminio con cristal translúcido ni las basculantes de acero.

En Eugi (N) en la planta dedicada a vivienda existían puertas en la cocina, en cada habitación y para separar las diferentes plantas de la casa. Eran de madera, de una sola hoja formada por tres o cuatro tablas. En AmorebietaEtxano (B) de una única hoja, de dos metros de altura por uno de anchura.

Puertas interiores de una vivienda. Roncal (N), 2004. Fuente: Pablo Orduna, Grupos Etniker Euskalerria.

En Gautegiz-Arteaga (B) las de las viviendas del casco urbano tienen por lo general 2,20 de altura, por 0,70 de anchura en el caso de las habitaciones, 0,60 en el baño y 0,80 en la entrada. En cambio, antiguamente en los caseríos las puertas eran de distintos tamaños. Si bien las iniciales eran macizas y lisas, en los años treinta del siglo pasado comenzaron a hacerse puertas con molduras, enpanelauek.

En Zeanuri y Andraka (B) la puerta de la cocina era de dos cuerpos, siendo común que durante el día la parte superior permaneciera abierta, excepto en invierno para mantener el calor.

En Ezkio-Itsaso (G) solía ser igualmente de dos piezas, superior e inferior, y la de los cuartos de una sola que se cerraba por dentro. En Markinez (A) también de dos hojas y las de dormitorios, escaleras, etc., de una.

En tiempos pasados todas eran de maderas macizas, normalmente de las que se disponía en el entorno. Aunque ha sido frecuente, y cada vez más, que sean de maderas importadas.

En Obanos (N) son rectangulares, de pino o de roble, lisas o con decoración de cuarterones y a veces con cristales. En Telleriarte (G) de madera de castaño.

En Gautegiz-Arteaga (B) igualmente de castaño. Como material también se utilizaba el pino de Francia, que tenía muchos nudos, hadapu asko.

En Moreda (A) están hechas con maderas sencillas como el chopo, aglomerado o sapeli entre otras.

Las fabricadas con tablero contrachapado en ambas caras y con un relleno interior, todo encolado, comenzaron a utilizarse en algunas localidades ya en los años treinta del siglo XX. Las clases de tablero que se utilizaban eran el ocume, roble, nogal y maderas finas de Guinea, sapeli, etc. (Agurain-A).

Como en casi todos los componentes de la casa, las puertas interiores también han servido para remarcar el estatus.

En Murchante (N) solían ser de madera maciza, de chopina, chopo. Por lo regular cada habitación tenía la suya y las casas de cierto nivel poseían además una puerta llamada de zaguán por cada tramo de escaleras que daba a un nuevo piso.

En Bernedo (A) las puertas de las habitaciones eran de entre 1,90 y 2 m de altura por 60 ó 75 cm de anchura. Las de las casas más señoriales estaban hechas con cuarterones y las más rústicas por tres tablas ensambladas y clavadas en la parte alta y baja a una pieza de madera que las cruzaba.