Colocación de la mujer en la mesa
La colocación de los comensales en la mesa, y por tanto también de la madre, ha sido tratada en otro volumen de este Atlas etnográfico[1].
En las encuestas se ha recogido la distinción entre la colocación en los días ordinarios y en las fiestas patronales o cuando hay invitados en la casa.
Es común el dato de que en los días ordinarios la mujer se sentaba a la mesa con el marido, en general en el lugar más próximo al fuego o a la cocina porque tenía que levantarse continuamente para atender y servir. Por eso en Moreda (A) dicen las informantes que muchos días ella tiene que comer a trompicones.
En Zeanuri (B) se ha constatado que el marido y la mujer se sentaban en la misma mesa y se colocaban el uno enfrente de la otra, nunca al lado. Ella no tenía un lugar asignado en la mesa y servía la comida a la familia. La costumbre de que se sentaran el marido y la mujer enfrente el uno del otro se ha registrado también en Gorozika y Andraka (B), localidad esta última donde indican además que ella se ponía en un lugar cercano al fuego. En Trapagaran (B) los esposos se solían sentar uno frente a otro y los hijos entre los dos.
En Elosua (G), en cambio, se sienta, antes y ahora, a la derecha de su marido y en Zerain (G) junto a él.
En Izurdiaga (N) señalan que si tenía algún niño se colocaba en un extremo de la mesa con la criatura. En San Martín de Unx (N) se ha sentado siempre a comer en la mesa con su marido, pero si tiene familia, primero sirve y luego come ella. En Agurain (A), se ha consignado que la madre empezaba a servir por el marido y se colocaba entre los niños más pequeños para que no se retrasaran en la comida. En Luzaide/Valcarlos (N) los hombres y los niños se sentaban a la mesa en tanto que la dueña o dueñas tenían su mesita aparte, a no ser que prefirieran una silla junto al fuego y por toda mesa su regazo. A veces se daba de comer primero a los niños para mandarlos a la escuela. En Moreda (A) toda la familia se sienta a la mesa salvo que no coincidan los turnos de trabajo o los horarios escolares, en cuyo caso comen al menos juntos los fines de semana.
En Allo (N) la mujer ocupaba su sitio en la mesa cerca de la cocina para mejor servir a la familia y si había huéspedes ni siquiera se sentaba. Los abuelos y el marido ocupaban los puestos menos susceptibles de ser molestados.
En Sangüesa (N) alrededor de la mesa se sentaban todos los miembros de la familia, y a veces también los criados, en puestos casi siempre fijos. La mujer debía servir a todos, a la vez que comían los demás el primer plato terminaba de hacer o calentaba otros manjares, por lo que tenía poco tiempo de sentarse a la mesa, y en la sobremesa debía fregar y recoger la vajilla utilizada.
En Valtierra (N) se sientan juntos los esposos. Algunas mujeres acostumbran cocinar o calentar los segundos platos mientras los demás comen, por lo que ellas lo hacen cuando los demás han terminado.
Se ha recogido con carácter general que en las fiestas y cuando hay invitados la mujer de la casa está ocupada en preparar, tener a punto y servir la comida, sola o ayudada por las hijas si las tiene o por otras mujeres invitadas, por lo que no se sienta a la mesa.
En Bernedo (A) dicen que las mujeres en las fiestas no se sentaban a la mesa sino que se encargaban de servir a los invitados con los que comían el marido y los hijos. Las mujeres comían en la cocina ellas juntas. Si se servía en la cocina sí se sentaban las mujeres pero se levantaban constantemente para servir a los demás como es práctica durante el resto del año. La decisión de comer en la cocina o en la sala o comedor dependía de la época del año en que se celebrara la fiesta. En los meses fríos el único lugar cómodo era la cocina, donde ardía el fuego.
En Agurain (A) señalan que aunque la mujer es quien se ocupa de la comida, se sienta o no a la mesa según los casos. En Apodaca (A) en las fiestas se comía en la sala, pero la mujer en la cocina con los pequeños. A ella le tocaba preparar, guisar y servir a los invitados a no ser que tuviera hijas que lo hicieran. En Pipaón (A) dicen que la mujer no se sentaba hasta el final de la comida; cuando las hijas eran mayores le suplían y en ese caso se sentaba junto al marido. En Bermeo (B) si en el banquete había muchos invitados, las mujeres de la casa se ocupaban de servir y no se sentaban a la mesa hasta los postres. Ellas comían en la cocina.
En Zerain (G) la mujer casada joven llevaba el peso de la cocina, ayudada por la madre, las hijas u otras mujeres familiares que venían de víspera. Ellas servían la mesa, la madre mayor se sentaba junto a su marido y al hijo casado en la presidencia de la mesa. La etxekoandre joven y sus ayudantes comían una vez servido el café.
En Obanos (N) se ha constatado que cuando había invitados, como en la mayoría de las casas carecían de ayuda doméstica, la mujer o algunas hijas servían sin sentarse en la mesa.
- ↑ ETNIKER EUSKALERRIA, La alimentación doméstica en Vasconia. Atlas Etnográfico de Vasconia. Bilbao, 1990, pp. 79-81.