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Bizkaia

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Se tenía al macho cabrío atado para que las hembras y crías permaneciesen cerca; así se dejaban en el monte, pero no muy lejos de casa. Cuando iban a nacer los cabritos se llevaban las madres a casa para que el zorro no matase las crías. Con la leche de estos animales se hacía queso, pero se necesitaban muchas cabras ya que cada una proporciona poca cantidad. Se considera un animal bueno para limpiar las zarzas. En todos los caseríos se criaban también uno o dos cerdos. Cuando eran dos, uno se vendía al carnicero. Había pocos caballos y en algunos caseríos tenían palomas. Se criaban conejos para casa y para vender.
En Abadiano en muchos caseríos había unas doce vacas, una pareja de bueyes, un burro, unas cien ovejas, seis cabras, cuarenta gallinas, unas cuantas conejas con sus crías, uno o dos cerdos, uno o dos perros, un par de gatos y en ocasiones yeguas, mulas, abejas e incluso pa- lomaspalomas.
En la mayoría de los caseríos las vacas eran los animales que tenían mayor importancia económica. Las razas más frecuentes eran la suiza, asturiana, vaca de monte, ''turankoa ''o tudanca y pinta u holandesa. Antaño se necesitaban vacas fuertes porque se utilizaban en la labranza; se requerían unas cuatro para estas tareas. Para el yugo se utilizaban frecuentemente las suizas o las de monte. Posteriormente se introdujeron los bueyes y entonces aumentaron las vacas pintas destinadas a la producción de leche. Más recientemente han ido desapareciendo los bueyes a medida que se introducían los tractores. Las vacas que se criaban antiguamente no producían mucha leche y la poca que se obtenía se tomaba en casa. Cuando sobraba algo se hacía queso, tanto fresco como curado, que se llevaba a vender a Durango al mercado de los sábados. Hacia el año 1955 se prohibió la venta de queso fresco por razones sanitarias, pero incluso entonces, aunque fuera a escondidas, se siguió practicando. Posteriormente se introdujeron razas bovinas para la producción de leche y a partir de entonces se comenzó a vender en la calle o por las casas; también pasaban a recogerla los camiones de las centrales lecheras. Se solía tener un toro que se utilizaba para cubrir las vacas durante uno o dos años y posteriormente se vendía para adquirir otro y evitar los problemas de consanguinidad.
Muy pocos caseríos tenían caballos en el establo para realizar las labores de labranza, un informante estima que a lo sumo uno de cada diez. Sí tenían, en cambio, yeguas en el monte.
En todos los caseríos había un burro emplea- do empleado en las labores del campo. Los pastores lo utilizaban también para llevar el aprovisionamiento semanal, normalmente los sábados, a la chabola del monte y para bajar los quesos a casa.
En cada casa se criaban entre una docena y una veintena de gallinas además de un gallo. Cuando los pastores subían a los pastos de montaña se llevaban también dos o tres gallinas para poder comer huevos. Los conejos se criaban en el establo, en la conejera.
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