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Causas prodigiosas de la muerte

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Las encuestas llevadas a cabo en la primera mitad de este siglo registraron creencias populares que atribuían la muerte en ciertos casos a causas de índole diversa como las maldiciones o el mal de ojo. Por otra parte la muerte era concebida, al tenor de ciertas expresiones recogidas, como un genio causante de la pérdida de la vida. En el apartado que sigue transcribimos básicamente hechos y relatos registrados entonces. En las encuestas realizadas por nosotros este tema aparece muy raramente.
 
[[File:7.12 Indulgencia papal.png|center|450px|Indulgencia papal.]]
== Maldiciones. Birao-maledizioneak ==
En Ataun (G) se oyó que una persona había permanecido largo tiempo en estado agónico porque alguien la había maldecido y «tenía dentro las maldiciones» o ''birauek. ''En tales casos, el remedio era que el maldiciente se presentase delante del enfermo y le otorgase su perdón, o que un sacerdote le leyese los exorcismos, ''Ebanjeliok ataa ''(Sacar los Evangelios)<ref>AEF, III (1923) p. 114.</ref>.
En Arano (N) se creía que la maldición, ''erregua, '', de un enemigo podía causar la muerte de una persona. Cuando se creía que uno se hallaba enfermo por esta causa, llamaban al cura para que le leyese los Evangelios, ''Ebanjelivak eman. ''Con esto suponían que la maldición no tendría más consecuencias<ref>AEF, III (1923) p. 126.</ref>.
En Kortezubi (B) se pensaba que ciertas enfermedades y muertes eran acarreadas por alguna maldición, ''biraue. ''Dos fórmulas conocidas en esta localidad eran: ''«Botiketan kastauko al deu!» ''(¡Ojalá lo gaste en medicinas!) y ''«Bijer goixeako ilgo al da!» ''( ¡Ojalá muera antes de mañana por la mañana!). Se decía que los que enfermaban por alguna maldición solían estar en un estado agónico hasta que, presentándose el maldiciente, les otorgase su perdón. Después se curaban<ref>AEF, III (1923) p. 37.</ref>.
En Bermeo (B) se creía también que el simple acto de alabar las cualidades del niño sin añadir al final de cada lisonja la coletilla', jaungoikue ''berinkaturik ''(bendiciendo a Dios) podía aojarle. Cuando una persona alababa a un niño sin añadir dicha coletilla, inmediatamente aquélla se marchaba, la madre o quien cuidaba al niño escupía, devolviendo así el posible aojamiento a la que se alejaba.
En realidad, popularmente no se diferencia el aojo de la maldición, del malquerer o de la envidia; todos ellos son conceptos muy próximos que tienen un efecto similar en [[El_mal_de_ojo_begizkoa_y_sus_efectos_en_la_salud|la persona a la que van dirigidos<ref>En un próximo tomo de este Atlas Etnográfico de Vasconia dedicado a la ''Medicina Popular ''se tratará ampliamente el mal de ojo.</ref>]].
== Genios de la muerte. Herioa, balbea Balbea ==
Barandiarán recogió la creencia de que en ocasiones intervenía en la muerte un personaje o genio que cortaba la vida terrenal del hombre. Su nombre era ''Erioa ''en la mayor parte de Vasconia, si bien en algunos lugares de Bizkaia se llamaba ''Balbea''<ref>Resurrección M.ª de AZKUE. Voz: ''Balbe'' in ''Diccionario Vasco-Español-Francés''. Tomo I. Bilbao, 1905.</ref>.
''Aidea, aidekoa, aidetikakoa, ''es el numen o fuerza sobrenatural que ayuda o entorpece, según los casos, las acciones humanas. El mundo y el hombre presentan dos aspectos: uno es ''berezkoa, ''«lo que es de por sí», «natural»; el otro, ''aidekoa, ''«del aire», «sobrenatural», «místico». Para actuar en • el primero hay que emplear fuerzas y medios naturales; en el segundo, sólo valen la oración y la magia. ''Aide ''es responsable de todas las enfermedades cuyas causas naturales no se conocen. El cólera que se manifestó a mediados del siglo pasado fue traído por ''Aidea, ''que apareció en forma de una nubecilla baja según cuentan en Zerain y Zegama (G)<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Diccionario ilustrado de mitología vasca''. OO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972, pp. 17-18.</ref>.
En Meñaka se creía que cuando una persona estaba agonizando solía hallarse en un rincón próximo a su cama un ser misterioso en forma de bulto negro como [[CREENCIAS_SOBRE_EL_DESTINO_DEL_ALMA|queriendo tragar el alma del moribundo]], y que el cura que solía asistir en aquel trance luchaba contra él por medio de oraciones y jaculatorias<ref>AEF, III (1923) p. 30. Véase también el capítulo ''Creencias sobre el destino del alma.''</ref>.
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