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Causas prodigiosas de la muerte

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La maldición recibe en euskera las denominaciones de ''erregua ''(lit. «ruego») (Oiartzun-G, Alano-N, Biriatu-L), ''biraua ''(Kortezubi, Orozko-B, Ataun-G), ''maledizionea / madarizionea ''(Donoztiri-BN, Liginaga-Z), ''sakrea ''(Donoztiri, Iholdi-BN).
En Donoztiri (BN) era creencia que la maldición introducía en el cuerpo de quien la padecía unos espíritus maléficos llamados ''gaixtoak''<ref>José Miguel de BARANDIARAN, «Rasgos . "Rasgos de la vida popular de Dohozti», opDohozti" in OO.CC. citTomo IV.Bilbao, 1974, p. 65.</ref>. En Heleta (BN) no se descartaba la posibilidad de que la muerte pudiese ser producida, en ciertos casos, por los ''gaixtoak, ''movilizados por alguien mediante maldiciones<ref>Idem, José Miguel de BARANDIARAN. «Notas sueltas para un estudio de la vida popular en Heleta» in AEF, XXXIV (1987) p. 70.</ref>.
Se conocen varios procedimientos para causar daño a otras personas de los cuales el más común es empleando una fórmula verbal.
Existe un momento indeterminado del día en queda maldición es efectiva por lo que el maldiciente debe repetir la fórmula a lo largo de la jornada para que así surta efecto.
En Donoztiri (BN), deseando un vecino vengar un robo con la perdición y muerte del ladrón, estuvo repitiendo constantemente en voz alta la fórmula: ''«Debruia sartuko al zako!» ''(¡Ojalá se le meta el diablo!), durante un día entero, porque existiendo, según se dice, en cada día una hora especial llamada ''oren gaixtoa ''(hora maldita) que nadie sabe señalar, pero que tiene la virtud de que las maldiciones que durante ella se echan, alcancen indefectiblemente su efecto, estaba él seguro de lograr su deseo pronunciando su fórmula en todas las horas. El informante asegura que, a consecuencia de aquella maldición, el ladrón se endiabló y se dio muerte a sí mismo arrojándose por una ventana<ref>Idem, «Rasgos José Miguel de BARANDIARAN. "Rasgos de la vida popular de Dohozti», opDohozti" in OO.CC. citTomo IV.Bilbao, 1974, p. 65.</ref>.
En Oiartzun (G) creían algunos que durante las veinticuatro horas del día había un minuto en que la maldición tenía eficacia, y así se dio el caso de un hombre que con el objeto de perjudicar a otro, se pasó todo el día maldiciendo sin cesar<ref>AEF, III (1923) p. 77.</ref>.
En Biriatu (L), para que la maldición fuera efectiva, tenía que ser pronunciada en el momento en que sonaban las campanas del ángelus; también se creía que su efecto recaía en quien fuera el verdadero culpable<ref>Luis Pedro PEÑA SANTIAGO. «Notas etnográficas de Biriatou (Laburdi). Costumbres religiosas» in ''Munibe, '', XXIII (1971) p. 594.</ref>.
En Bermeo (B) la maldición suele ser lanzada tras una fuerte discusión o como consecuencia de serias desavenencias. El maldiciente expresa de viva voz o entre dientes un mal a su oponente indicándole el daño con fórmulas tales como: «''Au ''pasako jatzu!''» (¡Te va a pasar esto!), o «''Ezu gozako ori zeuk!''» (¡Eso no lo vas a disfrutar tú!). Los informantes de esta localidad comentan que una vez lanzada la maldición puede recibirla cualquiera, bien el destinatario o bien alguien de los presentes, e incluso puede volver al que la ha proferido. Por ello, su simple formulación se considera peligrosa, lo cual se indica con frases como «''Maldiziñue ezta oraziñue eguno be''» (La maldición nunca es oración)<ref>Anton ERKOREKA. «Etnografía de Bermeo. Leyendas, cuentos y supersticiones» in ''Contribución al Atlas Etnográfico de Euskalerria. Investigaciones en Bizkaia y Gipuzkoa. ''. San Sebastián, [1988], p. 243.</ref>.
En Oiartzun (G), donde para atraer la muerte sobre una persona, se creía igualmente que eran muy eficaces las maldiciones, ''erreguak, ''decían «''Erregua ezta errezua''» (La maldición no es rezo) o «''Erregua ezta aimaia''» (La maldición no es el avemaría), para expresar la virtud maléfica que tiene este acto<ref>AEF, III (1923) p. 77.</ref>.
En Otazu (N) había casos en que la muerte de una persona se atribuía a causas preternaturales, particularmente a las maldiciones de ciertas mujeres de vida supuestamente sospechosa, por ejemplo gitanas, y a las comadrejas. Se comentaba que si alguno mataba uno de estos mustélidos, se vengaba luego enviándole la muerte u otra desgracia<ref>AEF, III (1923) p. 62.</ref>.
En Biriatu (L) se decía que a los gitanos siempre había que darles limosna porque de negarse alguien podían echarle una maldición que se cumplía. Se pensaba que eran las gitanas sobre todo quienes tenían mucho poder para la maldición. Por ello era mejor dejar de dar limosna a una monja que a una gitana, por las desgracias que luego pudiesen venir<ref>Luis Pedro PEÑA SANTIAGO, . «Notas etnográficas de Biriatou (Laburdi) », cit.Costumbres religiosas» in ''Munibe'', XXIII (1971) p. 594.</ref>.
En Galarreta (A) solían afirmar que las maldiciones se ''pegaban. ''Las que echaban las pordioseras eran sobremanera temidas por las mujeres y niños pues decían que se cumplían infaliblemente<ref>AEF, III (1923) p. 54.</ref>.
En Oiartzun (G) se consideraba que la más terrible de las maldiciones consistía en poner una vela en la iglesia con el deseo de que aquél a quien se quisiese mal se fuese secando a medida que ésta se iba consumiendo. En Aduna (G) recordaban que torciendo una vela se causaba la muerte a la persona a la que se quería mal.
En Zegama<ref>AEF, III (1923) pp. 77, 73, 107.</ref> (G) se echaba una moneda torcida en una ermita, como en la del Cristo de Aizkorri, para que el enemigo quedase de aquella forma<ref>Otros procedimientos maléficos con efecto de muerte han sido recientemente recogidos en Bermeo (B). Vide Anton ERKOREKA, . «Etnografía de Bermeo. Leyendas, cuentos y supersticiones», opin ''Contribución al Atlas Etnográfico de Euskalerria. Investigaciones en Bizkaia y Gipuzkoa''.San Sebastián, cit.[1988], pp. 243-244.</ref>.
== Mal de ojo. Begigaiztoa ==
== Genios de la muerte. Herioa, balbea ==
Barandiarán recogió la creencia de que en ocasiones intervenía en la muerte un personaje o genio que cortaba la vida terrenal del hombre. Su nombre era ''Erioa ''en la mayor parte de Vasconia, si bien en algunos lugares de Bizkaia se llamaba ''Balbea''<ref>Resurrección Mª de AZKUE, . Voz: ''Balbe ''in ''Diccionario Vasco-Español-Francés, ''op. citTomo I. Bilbao, 1905.</ref>.
«En la apreciación común de los vascos actuales las causas que producen enfermedades son naturales. Pero existen todavía en algunos pueblos creencias residuales en otras causas como son ''birao ''(maldición), ''begizko ''(aojo) ''y adur ''(fuerza mágica) que movilizan a ''Erioa ''que da muerte a quien está herido por aquéllas»<ref>José Miguel de BARANDIARAN, . ''Diccionario ilustrado de mitología vasca, ''op. citOO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972, p. 80.</ref>.
En Sara (L), cuando un perro daba largos aullidos se decía: «''Erioa urbil da''» (''Erio'' se halla cerca). Se creía que en esos momentos el perro veía el espíritu de la muerte. En esta misma localidad también era frecuente decir: «''Erioa, animaen bilaria''» (''Erio'', buscador de almas). Del anciano achacoso que mostraba deseos de salir de su casa y pasar días en otra, se decía que buscaba a ''Erio ''o que se hallaba en peligro de morir<ref>Idem, «Bosquejo José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)», cit." in AEF, XXIII (1969-1970) p. 114.</ref>. En Iholdi (BN) cuando un perro aullaba prolongadamente se consideraba también que anunciaba la cercanía de ''Erio''<ref>Idem, «Para José Miguel de BARANDIARAN. "Para un estudio de Iholdy... », cit." in ''Cuadernos de Sección de Antropología Etnografía'', V (1987) p. 108.</ref>.
En Zugarramurdi (N), cuando los perros aullaban tristemente se decía ''«Herioa ikusten du» ''(Ve la agonía) o al personaje que causa la muerte de las personas. Al oír a los perros aullar así, uno se descalzaba y colocaba en el suelo cruzados uno con otro ambos zapatos, alpargatas, sandalias o albarcas; así se lograba que los perros callasen. Se decía que no era Dios quien enviaba la muerte sino ''Helio, ''esto es el sujeto que venía a buscar a uno para llevarle de esta vida. Por esta razón resultaba corriente el dicho ''Helio bilaria da ''(Helio es el buscador). Se creía que era ''Helio ''quien hablaba por boca de aquellos enfermos que poco antes de morir pedían ropas para el viaje. ''Helio ''es también el nombre con el que se designa el estado en el que se halla el agonizante, perdidos los sentidos y en los últimos momentos de su vida; en tal caso se dice: ''«Henioan da» ''(Está en la agonía)<ref>Idem, «De José Miguel de BARANDIARAN. "De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones»tradiciones" in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, cit.1983, pp. 59-105.</ref>.
Caro Baroja, tras mencionar que la muerte se personifica en algunos pueblos de Bizkaia mediante el nombre de ''Balbea, ''dice que en la parte sur de Navarra y en zonas no vascoparlantes parece que también ha sido concebida la muerte de modo particular, en figura de picaza negrísima o gallo desplumado<ref>Julio CARO BAROJA. ''Los vascos. ''. Madrid, 1971, p. 252.</ref>.
En Sara (L) se atribuían al ''aireko ''o ''aireko ''ciertas enfermedades que nadie conocía ni curaba. Así se decía de quien las padecía: ''«Airetikako zerbeit izain du» ''(Tendrá algo que proviene de ''aireko). ''Su remedio solía ser la bendición del cura y si ésta no se le daba, el enfermo -persona o animal- moría irremisiblemente<ref>José Miguel de BARANDIARAN, «Bosquejo . "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)» cit." in AEF, XXIII (1969-1970) p. 116.</ref>.
''Aidea, aidekoa, aidetikakoa, ''es el numen o fuerza sobrenatural que ayuda o entorpece, según los casos, las acciones humanas. El mundo y el hombre presentan dos aspectos: uno es ''berezkoa, ''«lo que es de por sí», «natural»; el otro, ''aidekoa, ''«del aire», «sobrenatural», «místico». Para actuar en • el primero hay que emplear fuerzas y medios naturales; en el segundo, sólo valen la oración y la magia. ''Aide ''es responsable de todas las enfermedades cuyas causas naturales no se conocen. El cólera que se manifestó a mediados del siglo pasado fue traído por ''Aidea, ''que apareció en forma de una nubecilla baja según cuentan en Zerain y Zegama (G)<ref>Idem, José Miguel de BARANDIARAN. ''Diccionario ilustrado de mitología vasca, ''op. citOO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972, pp. 17-18.</ref>.
En Meñaka se creía que cuando una persona estaba agonizando solía hallarse en un rincón próximo a su cama un ser misterioso en forma de bulto negro como queriendo tragar el alma del moribundo, y que el cura que solía asistir en aquel trance luchaba contra él por medio de oraciones y jaculatorias<ref>AEF, III (1923) p. 30. Véase también el capítulo ''Creencias sobre el destino del alma.''</ref>.
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