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Página creada con «Ohizko gizartean, indarra eskatzen zuten jokoak mutikoenak bakarrik ziren, baita zelan edo halako bortxa beharrezko zutenak ere: lasterketetako dendaketak, jauziak, jaurt...»
Gizonezkoek eta emakumezkoek guztiz betekizun eta jarrera desberdinak zeuzkaten gizarte zaharrean, desberdintasun horiek neska eta mutikoen jolasetan euretan ere nabari-nabariak izan dira.
Hasta la década de los años sesenta, a partir de la Primera Comunión, que se recibía con siete años, se imponía de forma natural la separación de sexos en la mayoría de los juegos infantiles. Cuando una niña participaba en juegos propios de niños se le motejaba como ''chicazo, mari-chico, mari-muete ''o ''mari-macho ''o su equivalente ''mari-mutil, ''en las zonas vascoparlantes. A la vez, al niño que frecuentaba los juegos de las niñas se le apodaba ''mari-chica, mariquita ''o ''maritxu ''en euskera. Algunas cantinelas infantiles recogidas en las encuestas aluden a esta separación obligada. Por ejemplo en Obanos (N) y en San Román de San Millán (A) cuando se transgredía la norma de separación se cantaba a modo de recriminación: «Chicos con chicas, van a pecar. El Diablo se ríe, Dios va a llorar». De manera similar se decía en Durango (B): «Chicos con chicas, van al infierno. La Virgen llorando y el Demonio riendo».