El derecho a ser padrino

La importancia de ser padrino va decreciendo del primer hijo a los menores y, como norma general, el privilegio de ser padrinos del primer hijo y del segundo lo han ejercido los abuelos. Pero en este punto se han dado muchas variantes y una compleja casuística. No respetar la norma de cada localidad ha acarreado más de un disgusto a los padres.

En Ezkurra (N), en la década de los años treinta, estaba establecido el padrinazgo del siguiente modo: del primer hijo eran padrinos el abuelo paterno y la abuela materna; del segundo lo eran el abuelo materno y la abuela paterna. Después, ejercían ese derecho los hermanos de los padres empezando por el mayor y, por último, los tíos de los padres[1]. Esta misma norma se ha seguido en Abadiano, Amorebieta-Etxano (B); Beasain, Bidegoian, Elosua, Legazpia, Oñati, Zestoa (G); Goizueta (N); Donaixti-Ibarre, Donoztiri, Lekunberri (BN) y Liginaga (Z).

Idéntica regla se constató a primeros de siglo en Burunda y Sumbilla (N) donde el orden estaba perfectamente establecido: del primer hijo eran padrinos la abuela materna y el abuelo paterno y si alguno de éstos no vivía lo sustituía el pariente más cercano; pero siempre siguiendo la costumbre de que la parida apuntara una pariente de su sexo y el marido otro del suyo. En el segundo hijo se trocaban los papeles: el marido apuntaba la madrina y la mujer el padrino, siguiendo siempre el orden de su mayor parentesco[2]. También en Barañain (N) era padrino del primer hijo el abuelo paterno y caso de no vivir, el materno[3].

La costumbre actualmente generalizada (Ribera Alta A; Bermeo, Busturia, Carranza, Durango, Gorozika, Muskiz, Orozko, Portugalete, Trapagaran, Urduliz, Zeanuri-B; Elgoibar, Getaria, Hondarribia, Zerain-G) consiste en hacer padrinos del primogénito a los que lo fueron de la boda de sus padres. Normalmente vienen a ser el abuelo materno y la abuela paterna; del segundo hijo los otros abuelos. Anotan en Zeanuri (B) que esta costumbre se estableció a partir de los años cincuenta.

En Bermeo (B), aún en la época en que los padrinos de la boda no eran los padres, los del bautismo solían ser los abuelos, elegidos uno de cada parte. Mientras que en Abadiano (B), Aoiz y Tafalla (N), se daba prioridad en el primer hijo a los padres de la mujer, en Falces y Monreal (N) eran los padres del marido los que parecían tener ese privilegio a principios de siglo. En caso de faltar aquéllos, eran designados los hermanos de los padres. En Pamplona (N), por las mismas fechas, era padrino del primer hijo el abuelo paterno y del segundo la abuela materna[4]. También la abuela paterna y el abuelo materno solían ser padrinos del primer hijo en Arberatze-Zilhekoa (BN) y en Artajona (N) cuando se generalizó la costumbre de designar padrino y madrina.

Bautismo colectivo. Azkoitia (G), 1990. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: Foto Sol.

Entre los criterios empleados para elegir padrinos primaba el de la edad (Moreda-A; Ezkio-G; y Aoiz-N); en primer lugar eran elegidas las personas más ancianas de cada familia. Este puesto se reservaba al abuelo paterno en el caso de los "bienvenidos", nombre con el que se designa en Navarra al primer niño de cada casa. Luego se mantenía un orden eligiendo a los otros abuelos y a continuación tenían derecho los tíos abuelos hasta llegar a los primos.

En Hazparne (L) cuando nacía el primogénito era madrina la hermana mayor de la madre y padrino el hermano mayor del padre. En el siguiente hijo se nombraba el padrino de la rama de la madre y madrina de la del padre. Había que mantener el orden en los sucesivos hijos.

En las Améscoas (N) los padrinos del primer hijo eran los abuelos de la casa; del segundo hijo, los abuelos de fuera; después no había que guardar un orden[5]. En Iholdi (BN) era padrino del neonato el abuelo de la casa en la que vivían los padres y madrina la abuela de la otra parte. En el siguiente niño eran padrinos los abuelos que no lo fueron antes.

En Sara (L) tratándose del primer hijo de un matrimonio, era madrina la madre del cónyuge heredero y padrino el padre del cónyuge adventicio; en el segundo hijo era al revés, para continuar como padrinos los hermanos de los padres empezando por los mayores y uno de cada parte cada vez[6].

En Lezama (B) se procuraba que los padrinos elegidos fuesen matrimonio, alternándolos de cada familia. Cuando no formaban matrimonio se procuraba que fuesen miembros o de la parte del padre o bien de la madre.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. "Estudio etnográfico de Ezkurra" in AEF, XXXV (1988-1989) p. 57.
  2. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 710.
  3. Mary MELISSA. "Estudio etnográfico de Barañain, Navarra" in CEEN, VII (1975) p. 356.
  4. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 710.
  5. Luciano LAPUENTE. "Estudio etnográfico de Améscoa" in CEEN, III (1971) p. 142.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)" in AEF, XXIII (1969-1970) p. 103.