Cambios

El inicio de los cambios

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Un informante de Carranza (B) recuerda la introducción de las primeras segadoras que eran arrastradas por tracción animal, en este caso una pareja de bueyes, avanzados los años 1930. Consistían en un ''peine ''dentro del cual iba alojada una cuchilla que efectuaba un movimiento lateral para cortar la hierba que se lograba por medios puramente mecánicos, como consecuencia del desplazamiento que efectuaban los animales.
[[File:FIGURA8.179 Volteadora de hierba. Erratzu (Baztan-N) 1975.jpg|frame|Volteadora de hierba. Erratzu (Baztan-N), 1975. Fuente: La Salleko Euskal Idazleen Elkartea. Euskal Herria, I, colección de diapositivas. Bilbao: 1985, p. 237.png|RTENOTITLE_FIGURAclass=nofilter]]
Para dar vuelta a la hierba se introdujo un apero que era arrastrado por una yegua. Contaba con dos varales para unirlo al animal, un sillín donde se sentaba quien guiaba a la yegua, dos ruedas de buen diámetro para facilitar el movimiento y entre medio de las mismas y por detrás, unos dispositivos formados por ganchos que rotaban por acción del movimiento de las ruedas y que recogían la hierba segada y la lanzaban al aire para darle vuelta.
A lo largo de casi setenta años transcurridos desde su introducción hasta efectuar la investigación se instalaron más de cincuenta de similares características; pero el avance mecánico los estaba haciendo desaparecer ya por entonces, en concreto las enfardadoras, si bien ello fue debido a que primero se hicieron las pistas por las que podían subir los tractores que luego se compraron. Por entonces ya no le lanzaban fardos más que en contadas ocasiones, en praderas cuya excesiva pendiente suponía un riesgo para andar con maquinaria.
[[File:FIGURA8.180 Enfardado manual de hierba. Carranza (B) 1977.jpg|frame|Enfardado manual de hierba. Carranza (B), 1977. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.png|RTENOTITLE_FIGURAclass=nofilter]]
En Carranza (B) para subir la hierba al sobrao una innovación sencilla pero muy importante fue la polea, que en tiempos pasados recibió el nombre de ''chirricla''. Este dispositivo se unía al extremo de un madero fijado al entramado de vigas que sostenían la visera o ''morisca ''del tejado. Este madero sobresalía de la vertical de los balcones para permitir el ascenso del sábano sin que tropezase con las barandas. Por un lado de la polea colgaba una soga en cuyo extremo contaba con un gancho, por el otro el resto de la soga de la que tiraban los participantes en el trabajo. Una vez cargado el sábano en el portal y atados los cuatro picos se le pasaba por el medio un ramal cuyos extremos se ataban tras rodearlo. Después se enganchaba en la parte superior del mismo el gancho de la soga que pasaba por la polea, lo que permitía que al tirar del otro extremo ascendiera hasta superar la baranda del balcón del sobrao. Si el sábano era de buenas dimensiones se necesitaban varias personas tirando de la soga, ya que al peso del mismo había que sumarle el rozamiento de la soga en la polea y de esta en su eje. De ahí la preocupación por engrasarla periódicamente con aceite. En el sobrao aguardaba una persona, que también había “tirado de la cuerda”, y que tras orientar el extremo más estrecho del sábano hacia sí tiraba del mismo con fuerza de tal modo que quedase apoyado en la baranda pero desvuelto hacia el interior del balcón. A continuación soltaba el gancho y el ramal que envolvía el sábano y los dejaba caer para que los de abajo pudiesen atar otro. Lo siguiente que hacía era arrastrar el sábano al interior del sobrao. Y aquí surgía el problema de que la puerta de entrada a este recinto solía ser estrecha (a diferencia de las puertas y de las escaleras de subida, más adecuadas al acarreo de los sábanos) por lo que si estaba demasiado cargado o atado endeblemente daba problemas para que atravesase el dintel.
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