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El lenguaje de los tañidos

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Tradicionalmente los toques de campana que se hacían sonar después de un fallecimiento no sólo comunicaban la muerte de una persona sino que, además, aportaban información sobre su edad, esto es, si se trataba de un niño o un adulto, sobre su sexo y también indicaban si el fallecido era sacerdote o si pertenecía a una cofradía. Esta diferenciación en los toques ha desaparecido e incluso el tañido de las campanas en el momento de ocurrir el óbito también.
También parece ser común el tañerlas golpeando sólo con el badajo y no volteándolas. Si se hiciese esto último se obtendría un sonido demasiado vivo; utilizando sólo el badajo se consigue en cambio un ritmo pausado y grave apropiado para la solemnidad del momento.
Como ya se ha indicado en un párrafo anterior han servido igualmente para comunicar a la población el sexo del fallecido. Para ello se diferenciaba el número de toques, de repiques, de series de tañidos, etc., siendo habitualmente tres '''para '''los hombres y dos para las mujeres.
En algunas localidades, si el fallecido era religioso, también se resaltaba. En el caso de que fuese un sacerdote los tañidos solían ser como los utilizados comúnmente pero repitiéndolos cuatro veces. En Artziniega (A) se tocaban cinco veces en el caso de los obispos y seis en el del papa. En Portugalete '''(B), '''cuando moría alguna de las religiosas del convento de las Siervas, el sacristán de Santa María realizaba desde el campanario del propio convento un toque especial.
En algunas localidades se ha constatado asimismo que para los miembros de las cofradías se tañían unos sones diferentes a los comunes, que indicaban su pertenencia a las mismas.
En Ribera Alta (A) no se voltean las campanas, se da un toque con una de ellas, se deja pasar un tiempo y se da otro con la segunda. Se repiten estos toques en cuatro ocasiones con un intervalo de tiempo entre ellos cada vez menor, para acabar con tres reclamos en caso de que el muerto sea hombre y dos cuando es mujer.
En Valdegovía (A) consiste en tocar con una campana, esperar aproximadamente 10 ó o 15 segundos y tocar con una segunda, aguardar el mismo tiempo poco más o menos y volver a tocar una campanada con la primera, esperar nuevamente y repetir con la segunda y así alternando una y otra hasta hacer sonar 15 ó o 20 campanadas en total, entonces se da un repicado que consiste en golpear las dos campanas alternativamente pero sin pausa. Si esto se hace dos veces seguidas quiere decir que la persona fallecida es mujer, si se repite tres veces es hombre.
En Muskiz (B), al igual que en la mayoría de las localidades, este toque se ejecutaba a mano, o sea, cogiendo el badajo con la mano y golpeándolo contra la campana. Se tañía un repiquete y después de pasar unos segundos se daban dos golpes secos si era mujer y tres si era hombre.
En Hondarribia (G) se tañía con la campana grande, ''mandoma, ''doce o trece toques acompasados y, para terminar, tres toques espaciados si el difunto era varón y dos si era mujer.
En Ezkurra (N) se tocaban tres campanadas con una campana y otras tres con la otra y así alternativamente hasta completar doce campanadas. Al final se hacían sonar otras tres con ambas campanas a la vez si el difunto era varón y dos si era mujer<ref>José Miguel de BARANDIARAN, «Contribución . "Contribución al estudio etnográfico del pueblo Pueblo de Ezkurra», citEzkurra.Notas iniciales" in AEF, XXXV (1988) p. 60.</ref>.
En Lezaun (N) este toque constaba de dos partes, la primera se llamaba «a agonía» y la segunda «a muerto». La parte correspondiente a la agonía era común a hombres, mujeres y niños de ambos sexos y consistía en treinta y tres campanadas que se tañían lentamente con la campana grande. La parte correspondiente «a muerto», si se trataba de un hombre, se tocaba alternando las dos campanas, unos diez toques con cada una, esto es, unos veinte en total, cuya ejecución se iba acelerando algo. Se repetía tres veces. En el caso de una mujer el toque era idéntico pero se repetía sólo dos.
A la inversa que en la situación anterior en esta ocasión el número de veces que se repite el toque es idéntico para ambos sexos, la diferencia se establece en el número de campanadas que componen la serie que se repite.
En Iholdi (BN) para anunciar que la persona fallecida era un hombre se hacían sonar tres golpes bastante próximos una quincena de veces, cuando se trataba de una mujer dos golpes<ref>Jean HARITSCHELHAR. «Coutumes funéraires à Iholdy (Basse- Navarre) » in ''Bulletin du Musée Basque. ''. N.° 37 (1967) pp. 111-112.</ref>.
En Lekunberri (BN) para un hombre se tocaban igualmente series de tres golpes de campana y para una mujer de dos.
== Toque de mortichuelo. Aingeru-kanpaia ==
Como ya se ha indicado en la introducción el toque a muerto cuando el difunto es un niño, párvulo, ángel, ''aingerua, ''es mucho más alegre que para los adultos, ya que se cree que los primeros van directamente al cielo lo que es de por sí motivo de alegría. De ahí que el toque sea similar al de gloria y que por ello reciba tal [[Denominaciones|denominación<ref>Véase apartado anterior dedicado a las denominaciones del toque a muerto.</ref>]].
Para conseguir un sonido más vivo, en Izurdiaga (N) el toque consistía en un repiqueteo. En Lekunberri (BN) si el fallecido era un niño, es decir, si era menor de la edad a la que se acostumbraba hacer la primera comunión, el toque era también ''errepikia. ''En Oragarre (BN) se hacían sonar tañidos muy rápidos. En Artajona (N), Sara (L) y Ezpeize-Undüreiñe (Z) el toque era mucho más acelerado que para un adulto. Igualmente en Kortezubi (B) los tañidos eran más rápidos<ref>AEF, III (1923) p. 38.</ref>.
En Orozko (B) los sones para los niños son similares a los destinados a los adultos diferenciando el sexo del mismo modo, con tres o dos campanadas dependiendo de si se trata de un niño o una niña. Estos sones se distinguen de los propios de adultos en que para los tañidos centrales se usa la campana más pequeña y por ello más aguda.
En Deba (G) cuando moría un niño volteaban la campana mayor y cuando se trataba de una niña la menor<supref>34AEF, III (1923) p. 69.</supref>.
En algunas poblaciones los niños, al oír estos tañidos, tenían costumbre de recitar algunas estrofas. En Sangüesa (N) declamaban en voz alta al compás de los sones del toque de ''mortichuelo'':
    :''Din, dan,'' :''la Virgen te llama, '':''que subas al cielo '':''a por un caramelo '':''y a hacerle la cama '':''al niño Jesús'' :''que ya está cansado '':''de llevar la cruz.''
En Lagrán (A) el toque de campanas en el entierro de un niño era más alegre y los chicos en vez de cantar el padrenuestro como para los adultos, entonaban lo siguiente:
:''Para ver a Dios nacimos. '':''En la tierra somos polvo '':''y en el cielo pelegrinos''<supref>35Salustiano VIANA. «Estudio etnográfico de Lagrán» in ''Ohitura'', I (1982) p. 58.</supref>.''
En Lekaroz (N) cuando moría una criatura y sonaban las campanas a muerto:
:''Dindili, dandala, '':''San Salvador,'' :''la Virgen María '':''parió sin dolor.'':''Levántate San José,'':''una vela encendida.'':''¿Quién anda ahí?'':''Los ángeles andan.'':''¿Quién anda ahí?'':''Buscando carr(e)ra.'':''¿Quién anda ahí?'':''San Juan'':''¿Que hace San Juan?'':''Hablando con San José'':''¿Qué hace San José?'':''Hablar con San Pedro.'':''¿Qué hace San Pedro?'':''Abriendo y cerrando'':''las puertas del cielo''<ref>APD. Cuad. n.° 3, ficha 363.</ref>
Por último reseñar que en Orozko (B) a los subnormales, ''Levántate San Joséiñuzenteak, una vela encendida. ¿Quién anda ahí? Los ángeles andan. ¿Quién anda ahí? Buscando carr(e)ra. ¿Quién anda ahí? San Juan''se les enterraba con el toque a gloria ejecutado con la campana pequeña, igual que a los niños pequeños.
''¿Que hace San Juan? Hablando con San José'' ''¿Qué hace San José?'' ''Hablar con San Pedro. ¿Qué hace San Pedro? Abriendo y cerrando las puertas del cielo<sup>36''</sup> Por último reseñar que en Orozko (B) a los 34 AEF, III (1923) p. 69. 35 Salustiano VIANA. «Estudio etnográfico de Lagrán= in ''Ohitu- ''ra, I (1982) p. 58. 36 APD. Cuad. n.° 3, ficha 363. subnormales, ''iñuzenteak, ''se les enterraba con el toque a gloria ejecutado con la campana pequeña, igual que a los niños pequeños. ''= Categorías sociales''==
Los toques de campana, al igual que otras varias manifestaciones relacionadas con el ritual de la muerte, se han prestado a remarcar diferencias sociales que reflejan el mayor o menor status económico del fallecido. En este caso se conseguía establecer tal posición variando la cadencia del tañido, su duración o el número de toques de tal modo que cuanto más pausadamente sonasen las campanas y más prolongado y florido fuese su sonido mejor posición social había disfrutado el difunto.
En la parroquia de Santa María de Portugalete (B) los toques de campana dependían del tipo de funeral, lo que a su vez reflejaba la categoría social del muerto. En los funerales de primera se daban tres toques con cada una de las cuatro campanas de la iglesia, haciendo sonar una sola cada vez. En los de segunda se tocaba un solo tañido con cada una de las cuatro campanas, también una cada vez. En los de tercera se daba un toque con dos campanas, igualmente tañéndolas una cada vez. En esta localidad no recuerdan que hubiese diferencia en el toque dependiendo del sexo o de la edad del difunto.
En Salvatierra (A), si el entierro era de tercera se tocaba un repique, en el de segunda dos y en el de primera clase tres. En Lezama (B), hasta los años sesenta, se distinguían funerales de distinta categoría de tal modo que los de primera y segunda tenían derecho a dos toques de campana por la noche.
En Hondarribia (G), en circunstancias solemnes o en los servicios de primera y primerísima clase, las dos campanas grandes se hacían oír en doce series de tres golpes espaciados, después veinticuatro golpes alternativos para concluir de nuevo tres ciclos de tres golpes espaciados.
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