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El parto. Haur-egitea

621 bytes añadidos, 10:34 13 jun 2019
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En tiempos pasados a pesar de la dureza de los trabajos físicos que solían desempeñar las mujeres era muy normal que continuasen con sus tareas habituales hasta sentir los primeros síntomas del parto (Bidegoian-G; Treviño-A). Las informantes comentan que como consecuencia del esfuerzo físico continuado les resultaba más fácil dar a luz (Bernedo-A).
En la Burunda (N) se decía que para que la criatura viniera bien, la madre debía desarrollar tres actividades fuertes en el mismo día: cocer la colada, amasar el pan y traer del monte una carretada de hojarascal<ref>José M.ª SATRUSTEGUI, . ''Comportamiento sexual de los vascos, ''op. cit.San Sebastián, 1981, p. 213.</ref>.
En Apodaca (A) algunas mujeres trabajaban en el campo o en las labores domésticas hasta el último momento; a otras estando en el campo les venían los dolores y tenían que llevarlas rápidamente a casa. En Lekunberri (N) recuerdan que era frecuente regresar a prisa al domicilio desde el lugar o pieza donde se estuviese trabajando al presentarse los dolores. En Bernedo (A) dicen que algunas mujeres, agobiadas por el trabajo, no tenían tiempo ni para llegar a la cama.
Un informante de Markina (B), nieto de una mujer que fue partera primeramente en Gernika y posteriormente en Markina, dice que la madre de ésta, que también fue partera en Gernika y vivió en esta localidad, dio a luz a sus hijos de pie.
[[File:FIGURA6.png9 Silla de parir (Museo San Telmo).jpg|center|600px|RTENOTITLE_FIGURASilla de parir (Museo San Telmo). Fuente: Manso de Zuñiga, Gonzalo. Museo San Telmo. Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca; Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, 1976.]]
En Abadiano (B) antiguamente parían en una silla o sentadas sobre el halda del marido; posteriormente en la cama con las piernas recogidas. En Urduliz (B) antiguamente, aproximadamente a finales del siglo pasado, el marido se sentaba en una silla y la mujer encima de él y en esta posición daba a luz. ''Sillak baño lelau, partos, andrena ta gixonana biena ixeten zan. Andree partoon paraten zanen, gixona sillan jarri ta ankak zabalik imiñi, andree beran ganen jesarri, ta nai ordu bi tardaten dittule andrek, nai zazpi ordu tardaten zittule umeek jaioten, an euki beer gixonak andree. Ori ixeten zan oiñ oian eukittee lez, ba lengo kostunbree ''(Anteriormente al uso de las sillas, en el parto participaban tanto la mujer como el hombre. Cuando la mujer sentía los primeros dolores, su marido se sentaba en una silla con las piernas abiertas y la mujer se colocaba en su regazo. Permanecían en esta posición hasta que naciera el niño, tardara lo que tardara. Esto era una antigua costumbre).
La encuesta del Ateneo, realizada a principios de siglo, también constató la costumbre de que las mujeres parieran sentadas sobre las rodillas del marido o de otra persona. Se decía que las obligaban a dar a luz apoyadas en otras personas con objeto de adelantar y facilitar el parto<ref>EAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 277.</ref>.
En Gatzaga (G) dicen que antaño, en el momento de dar a luz, la parturienta se sentaba en una silla baja o en el peldaño de la escalera o simplemente se ponía en cuclillas asiéndose al cuello del marido que permanecía a su espalda sosteniéndola. También se consideraba idóneo el peldaño del hogar ya que sentada en el mismo podía agarrarse a la chimenea. Al recién nacido se le recogía con un cedazo<ref>Pedro M.ª ARANEGUI, . ''Gatzaga..., : una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX''op. cit.San Sebastián, 1986, p. 46.</ref>.
En Amorebieta-Etxano (B) conocieron una partera que tenía un sillón de lona para los partos que se tensaba más o menos según los casos. En Bermeo (B) según algunos viejos antiguamente las mujeres daban a luz sentadas en un sillón.
En Garde (N) para que el dolor del parto fuera más llevadero se le daba canela. Se preparaba poniendo esta especia en agua y dejándola hervir durante dos minutos, se esperaba a que se enfriase manteniendo el recipiente tapado para que no se evaporase el contenido, después se colaba y se le daba a tomar.
En Zerain (G) para que soportase mejor los dolores del parto se le daba a tomar un poco de café con unas gotas de coñac y en Zeberio (B) anís o coñac o vino dulce y en Gatzaga (G) un vaso de vino bien azucarado<ref>Pedro M.ª ARANEGUI, . ''Gatzaga..., : una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX''op. cit.San Sebastián, 1986, p. 46.</ref>. En la primera localidad guipuzcoana la madre sujetaba las manos de la parturienta dándole ánimos o bien se le dejaba que estrujase un pañuelo entre los dedos. En algunos casos se ataba una cuerda de un lado al otro de la cama para que pudiese asirse con ambas manos al realizar los esfuerzos. En Oñati (G) se le facilitaba un palo para que lo agarrase e hiciese fuerza.
En Portugalete (B) durante el parto la parturienta se asía a la cabecera de la cama o bien era sujetada de las manos por las ayudantes de la partera; en algún caso se agarraba a una toalla sujeta a su vez por otra persona para así hacer fuerzas.
Se consideraba fundamental que la parturienta expulsase la placenta cuanto antes ya que si le quedaban restos en el interior podían causarle una infección y la muerte (Amézaga de Zuya-A, Durango-B). Cuando la expulsaba se comprobaba que estuviese completa.
En Carranza (B), en ocasiones se le aconsejaba que soplase a través del cuello de una botella vacía para hacer fuerzas y así expulsar la placenta. Con el mismo fin también se le apretaba el vientre. La costumbre de soplar por una botella con este fin también se constató en Donostia<ref>EAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 354.</ref> y Azpeitia<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 354.</ref> (G).
En Tolosa (G) después del parto, si no estaba presente el médico, ataban fuertemente un pañuelo a la cintura de la recién parida para que, según se decía, "el viento no les diese por arriba". Ataban también el cordón umbilical al muslo de la puérpera "para que no se escapase para arriba". Enseguida recurrían además al remedio antes citado de hacerle soplar fuertemente en una botella para que expulsase las secundinas<ref>EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 592.</ref>.
En Mendaro (G) también era costumbre general después del parto fijar fuertemente un pañuelo a la cintura de la parturienta<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 592.</ref>. En Bilbao (B) se le ataba el cordón umbilical a un muslo para evitar que las secundinas se le subiesen a las entrañas<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 593.</ref>.
En Amézaga de Zuya (A) ponían a la madre una toalla arrollada con fuerza en torno a la cintura al objeto de que "se le ajustasen bien todas las partes del vientre después del parto". En Monreal (N) se le colocaba una faja de punto en el vientre para que no se enfriase.
== La placenta, selauna, y el cordón umbilical, zilborestea ==
En los tiempos en que el parto transcurría en casa la placenta se solía enterrar en la huerta o entre el estiércol amontonado en la cuadra. La placenta, conocida también como segundinas o secundinas, recibe en euskera denominaciones como ''selauna ''(AmorebietaEtxanoAmorebieta-Etxano, Bermeo, Gorozika, Nabarniz, UrdulizBUrduliz-B), ''haurlauna ''(Beasain, Ezkio-G; Goizueta-N), ''karena ''(Hondarribia-G), ''garbiskinak ''(OrozkoBOrozko-B), ''ondokoak ''(Arberatze-Zilhekoa-BN); en Bermeo (B) en cuanto a ''umetokia, ''éste es un término que algunos utilizan para referirse a las parias de los animales y que otros consideran como sinónimo de ''selauna. ''El cordón umbilical se conoce como ''zila ''(Abadiano, Amorebieta-Etxano, Markina, Nabarniz, Urduliz, Zeanuri-B), ''zilar ''(Elgoibar-G), ''zilborreste (Hondarribia-G) ''y en Bermeo (B) ''kordoia.''
En Moreda (A) la placenta o ''las malas ''se recogían en una palangana u orinal y tras ser revisadas por la partera o por el médico a fin de comprobar que estuviesen completas y que no le hubiese quedado ningún resto a la madre, se introducían en un recipiente o en un saco y el marido las llevaba a enterrar a un huerto o a una finca.
En Zeanuri (B) el cordón y las secundinas se enterraban en el huerto junto a la casa o en el terreno ante la puerta de ésta, ''etzeko ortuen edo etzeaurreko portalean. ''Se encargaba de esta labor el padre de la criatura o algún familiar varón.
Las segundinas también se ocultaban en la huerta en Berganzo, Gamboa (A); Carranza, Nabarniz, Muskiz (B); Arrasate, Beasain, Ezkio, Oñati, Zerain (G); Garde, Goizueta, Izurdiaga, Lekunberri, Lezaun (N); en la huerta o en el campo (Mendiola, SalvatierraASalvatierra-A; Hondarribia-G); en el jardín (ArberatzeZilhekoaArberatze-Zilhekoa-BN); en un hoyo en la tierra (Artziniega-A; Monreal-N); o en cualquier sitio (Abadiano-B). Encima se colocaba una losa para evitar que los animales las desenterraran (Carranza, Orozko-B).
[[File:FIGURA6.png10 Iholdi (BN).jpg|RTENOTITLE_FIGURAcenter|600px|Iholdi (BN). Fuente: Boissel, W. Le Pays Basque, sites, arts et coutumes. Paris, A. Calavas Editeur, s.a.]]
Satrústegui recogió que la placenta y demás restos del parto se tenían que ocultar cuidadosamente al darles tierra ya que existía la creencia de que si afloraban a la superficie acarreaban maleficios a la interesada y se ponía rabioso el perro que los comiera<ref>José M.ª SATRUSTEGUI, . ''Comportamiento sexual de los vascos, ''op. cit.San Sebastián, 1981, p. 219.</ref>.
En algunas localidades se les daba tierra bajo el alero recordando la antigua costumbre de enterrar bajo la protección del tejado de la casa a los nacidos muertos o fallecidos sin bautizar.
En la zona urbana de Trapagaran (B) se tiraban con los desechos de la casa; en la rural se enterraban en la huerta.
En cuanto al resto del cordón umbilical que quedaba unido al niño y que se desprendía al cabo de unos días se arrojaba al fuego (Pipaón-A), se tiraba con el resto de desperdicios de la casa (Valdegovía-A), a la basura (Portugalete-B) o en cualquier parte (Amé- zaga Amézaga de Zuya-A). Más recientemente, y aunque no es una práctica generalizada, se guarda como recuerdo (Portugalete, Orozko-B).
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