Embarazo y parto, haurduntza eta erditzea

La gravidez de la mujer se ha tratado como una situación natural no exenta de ir acompañada de algunos trastornos que se procuraba evitar. Entre los más comunes citaremos las náuseas, jatordu ondoko botalarriak (Telleriarte-G), que se producen sobre todo durante los tres primeros meses de gestación. También han sido habituales el engrandecimiento y endurecimiento de los pechos, la aparición de edemas en las piernas y los ardores de estómago. A pesar de ello el embarazo no solía obligar a la mujer a guardar cama y lo habitual era que trabajara hasta el último día, incluso en las duras tareas del campo (Sangüesa-N; Artziniega, Moreda-A).

En algunas localidades apuntan que había conciencia de que el trabajo excesivo se consideraba nocivo (Pipaón-A; Abadiano-B; Ezkio, Hondarribia-G; Allo, Izurdiaga, Monreal-N) y había que evitar realizar grandes esfuerzos para no abortar (Carranza-B). En Amézaga de Zuya (A) la mujer tenía prohibido durante el embarazo hacer ovillos, devanar o coser a máquina para que el niño no naciera con el cordón enrollado al cuerpo.

Hoy en día la mujer embarazada procura no realizar esfuerzos violentos, cuida su alimentación y evita las bebidas alcohólicas y el tabaco. Es habitual hacer seguimiento médico durante la gestación. Según se va acercando el tiempo de dar a luz, acuden a cursillos en los que practican ejercicios respiratorios y tablas de gimnasia que facilitan el parto.

En algunas localidades se ha recogido que se pensaba que durante el embarazo no era conveniente mantener relaciones sexuales (Sangüesa-N), en tanto que en otras se llevaban a cabo de forma habitual y sólo se suspendían en los casos de abortos anteriores producidos por infecciones u otros problemas (Moreda-A).

Son numerosas las prácticas de naturaleza religiosa realizadas antes o durante el parto para que se produzca satisfactoriamente. Abundan las relacionadas con los santos y entre todas ellas destaca la novena y los ritos relacionados con San Ramón Nonato..

En relación con el parto y el alumbramiento propiamente dichos cabe señalar que hasta el decenio de los sesenta casi todas la mujeres daban a luz en sus casas, atendidas por la comadrona, el practicante o el médico. Más antiguamente eran vecinas conocedoras de este menester las encargadas de asistir a la parturienta. A partir de los sesenta, las mujeres comenzaron a trasladarse a centros sanitarios y actualmente lo hacen todas. Hoy en día ha aumentado el número de partos gemelares, lo mismo que los de trillizos y también se dan algunos embarazos hasta de mayor número. Suelen ser consecuencia de la estimulación ovárica y de otros métodos practicados en las clínicas de reproducción asistida cuando las parejas se someten a ellos para lograr descendencia.

Tradicionalmente se ha estimado que el sobreparto era un periodo delicado para la mujer, no sólo por ella misma, sino también por la posible influencia sobre el bebé. La alimentación y el estado de salud de la madre influían directamente sobre el niño a través de la leche.