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En la iglesia

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A partir de los anos cincuenta -en algunas localidades desde antes-, el casamiento y la bendición de las arras y de los anillos, que antes tenía lugar en el pórtico o en la sacristía, pasó a celebrarse en el interior de la iglesia al pie del altar mayor, bajo el presbiterio. Allí se disponían para los novios y padrinos reclinatorios generalmente cubiertos con lienzos blancos o paños rojos (Durango-B; Zerain-G). En otros lugares los novios con sus padrinos se situaban en el primer banco frente al altar (Mendiola-A) o en el comulgatorio situado en el centro de la nave (Zeanuri-B).
 
[[File:6.208 Casamiento en el tempo. Lemoiz (B) 1963.jpg|center|600px|Casamiento en el tempo. Lemoiz (B), 1963. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Sara (L) lo mismo que en Donoztiri (BN) por los años cuarenta, los novios con sus testigos se colocaban en las seis sillas dispuestas para ellos junto al presbiterio.
Estando así cubiertos, el sacerdote después de recitar el Pater Noster se volvía hacia ellos y desde el lado de la epístola del altar recitaba en latín la bendición de la esposa<ref>En caso de segundas nupcias de la mujer no tenía lugar el rito de la velación.</ref>.
 
[[File:6.209 Rito de la velacion. Bilbao (B) 1965.jpg|center|600px|Rito de la velación. Bilbao (B), 1965. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.]]
:''¡Oh! Dios que con la fuerza de tu poder creaste todo de la nada; y que creado ya el universo, estableciste para el hombre, formado a imagen de Dios, la ayuda inseparable de la mujer, sacando el cuerpo femenino del cuerpo del varón y enseñando que lo que en lo sucesivo se uniese en virtud de tu institución, no sería lícito separarlo jamás.''
:''¡Oh! Dios, por quien la mujer se une al varón, y das a su íntima unión una bendición tan privilegiada que ha sido ella la única de la que jamás fue privada el género humano, ni por la pena del pecado original, ni por el castigo del diluvio; mira bondadoso a esta sierva tuya, que, debiendo unirse a su marido, implora la gracia de tu protección; haz que su yugo sea de amor y de paz; haz que, se case en castidad y fidelidad según el espíritu de Cristo; que siga siempre el ejemplo de las mujeres santas; que sea amable para con su marido, como lo fue Raquel, prudente, como lo fue Rebeca, fiel y constante en su matrimonio, como lo fue Sara.''
:''Haz, Señor, que el autor de la prevaricación primera, nada encuentre de malo en ella; que permanezca siempre sumisa a la fe y a los mandamientos; y que unida solamente a su marido, huya de todo contacto ilícito; que fortalezca su debilidad con la severidad de su conducta; que sea grave en su continente, venerable en su pudor, instruída en la doctrina celestial; que sea fecunda en hijos, pura, e inocente en sus costumbres y llegue al descanso de los bienaventurados y al reino celestial; y que ambos vean los hijos de sus hijos hasta la tercera y cuarta generación, y lleguen a una deseada ancianidad. Por el mismo Señor Nuestro Jesucristo. Amén.''
El rito de cubrir a ambos novios con el velo humeral se ha considerado popularmente como expresión de su unión (Amézaga de Zuya, Berganzo, Moreda-A; Durango-B; Bidania-Bidegoian-G; Allo-N). Las encuestas resaltan comúnmente la analogía que el velo tiene con el yugo con el que se uncen los animales de tiro (Apodaca, Bernedo-A; Carranza, Lemoiz, Nabarniz-B; Artajona, Garde, Sangüesa-N). Dicen en Apodaca (A) y Allo (N) que, en el momento de la velación, los asistentes comentaban en los bancos: "Ya les han echado el yugo". Términos equivalentes, ''uztarria'' (Zerain-G) o ''buztarri-narrua'' (Bermeo-B) se utilizan en las zonas vasco parlantes para referirse al velo con que se cubre a los esposos en la misa de boda.
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