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Fallecimiento y el acto de cerrar los ojos

1 byte eliminado, 09:11 7 ene 2019
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Una vez constatada la muerte de un familiar por los procedimientos habituales que eran pasar una vela ante los ojos, pasar por los orificios nasales una cerilla encendida, ver si alentaba poniéndole un espejo ante la boca o tocarle los pies, entran en acción una serie de resortes que habitualmente están ocultos y que se muestran eficaces en momentos tan críticos como éste. En la sociedad tradicional vasca, tras el óbito, las actuaciones se suceden casi mecánicamente. Se comprueba que efectivamente el enfermo es ya cadáver y uno de los presentes, normalmente una mujer, cierra los ojos del difunto «para evitar que llame a otro» <ref>Vide en el capítulo ''Presagios de muerte ''el apartado “Presagios derivados del acto de morir”.</ref>.
En las poblaciones alavesas de Amézaga de Zuya, Apodaca, Berganzo, Laguardia, Llodio, Mendiola, Moreda, Ribera Alta, Salcedo, Salvatierra, San Román de San Millán y Valdegovía lo común ha sido que cierre los ojos al cadáver un familiar o persona allegada que se encuentre en la casa en el momento del óbito. Lo mismo ocurre en Abadiano, Durango, Plentzia, Portugalete, Zeanuri (B); Beasain, Berastegi (G); Artajona, Eugi, Izal, Izurdiaga, Lekunberri, Mélida, Murchante, Sangüesa y Viana (N) .
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