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Galanteo

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Lo mismo sucedía en Artajona (N): Los mozos más atrevidos se acercaban hasta las proximidades de la casa y la chica bajaba a la calle para pasar un rato juntos, pero siempre a escondidas. La madre, que conocía las verdaderas intenciones de la hija, servía de "tapadera" en el caso de que su marido reclamase su presencia. Los chicos se valían de contraseñas como silbidos o toses para comunicar su presencia a la joven.
 
[[File:6.156 Galanteo en Alava (representacion).jpg|center|650px|Galanteo en Álava (representación). Fuente: Archivo Municipal de Vitoria.]]
En Allo (N) cuando las relaciones entre dos jóvenes habían sido ya iniciadas, el mozo, con el consentimiento de su amada, acudía por la noche hasta la esquina más próxima a la vivienda de ella. Los encuestados aseguran que cada día, durante varios meses, al volver los mozos del campo se cambiaban de ropa, cenaban y acudían puntualmente a su cita. Para cuando salía la chica a la calle a tirar el agua de fregar después de la cena, ya estaba esperando el pretendiente a la puerta. Se quedaban los amantes durante un rato y como señala un informante, "aunque los padres de ella estuvieran cansos de saber donde estábamos, se hacían los tontos y procuraban no molestar". Pero si desde la entrada se oía en la cocina ruido de sillas que se movían con insistencia se suponía que ésa era la señal que anunciaba el momento de despedirse hasta el día siguiente. Poco a poco, con el transcurso de las semanas, se le permitía al muchacho subir hasta la cocina, donde el padre solía ofrecerle el porrón o la bota. Desde ese instante y sólo entonces, podía decirse que los jóvenes eran novios formales.
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