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Hidropesia

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En Astigarraga (G) el curandero o la emplastera examinaba al enfermo para saber qué clase de hidropesía, ''antropesia'', padecía. Luego recogía dinero en los caseríos del entorno del paciente y encargaba misas por él en las ermitas de Santa Cruz de Urnieta, de Santa Cruz de Andoain y en una tercera también de Santa Cruz. Después mandaba que tres viudas de la localidad rezaran sendos rosarios. La familia del enfermo debía comprar una camisa, que, bendecida en dichas ermitas, debía de llevarla puesta durante nueve días. Junto a ello se aplicaban al enfermo emplastos de verbenas.
En Lesaka (N) recurren a San Eutropio, comúnmente conocido como ''San Tropés'', protector contra la hidropesía, ''tropesiak''. Los afectados por este mal ofrecen una misa, y mandan bendecir un frasco de vino rancio y bizcochos o galletas, sujetos a la botella por una cinta. Luego el enfermo se ciñe el vientre con esta cinta y toma durante nueve días y en ayunas el vino y los bizcochos<ref>José Mª IRIBARREN. ''De Pascuas a Ramos: galería religioso-popular-pintoresca''. Pamplona: 1970, pp. 37-38.</ref>.También en Bera (N), los enfermos de hidropesía acudían a la parroquia de Lesaka, a rezar a ''San Tropés'' (San Eutropio)<ref>Julio CARO BAROJA. ''La vida rural en Vera de Bidasoa''. Madrid: 1944, p. 165.</ref>.
 
En Santa Cruz de Andoain (G), en uno de sus tres altares, se venera la imagen de San Eutropio, popularmente ''San Idropesio'', porque se le considera abogado contra la hidropesía<ref>Francisco de ETXEBERRIA. “La religiosidad del pueblo. Andoain” in AEF, IV (1924) p. 77.</ref>. Parece que más antiguamente la intercesión se solicitaba de la imagen de la Santa Cruz<ref>Ignacio Mª BARRIOLA, ''La medicina popular en el País Vasco'', San Sebastián: 1952, pp. 119-120.</ref>.
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