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La primera denticion. Lehenengo txantxurrak

1 byte añadido, 08:30 20 jun 2019
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Más recientemente, desde la década de los sesenta, se han comercializado objetos duros de goma o plástico, a veces con forma de aro y un asidero y otras con forma de hueso. Se les llama ''chupadores ''(Artajona-N), ''mordedores ''(Aoiz-N) o ''masticadores ''(Obanos-N) y algunos contienen agua de modo que se pueden introducir en la nevera para que al ser mordidos por el niño el frío alivie sus molestias. En Bermeo (B) dicen que se compraba un hueso que venía unido a una campanilla, ''txintxirriñe, ''y se colgaba con una cinta al cuello del niño de modo que cuando se sintiera irritado, ''amurrutute, ''pudiera llevárselo a la boca para mordisquearlo.
Una práctica muy común consistía en que la madre le frotase las encías con el dedo untado en miel (Amézaga de Zuya-A; Abadiano, Markina-B; Berastegi, Elosua, Gatzaga, OñatiGOñati-G; Lezaun-N). En Treviño (A) mencionan para este uso la "miel rosada" y también en Goizueta (N), ''ezti arrosatua. ''En esta última localidad añaden que antiguamente en los caseríos untaban un chupete de tela fabricado en casa en la mejor miel, ''eztiaren bihotza, eztirik finena, ''y con él le frotaban las encías. En Izurdiaga (N) se la aplicaban con una pluma de gallina. En Donoztiri (BN) se pensaba que impregnando las encías con aceite se facilitaba la primera dentición al niño.
En Carranza (B) les untaban las encías doloridas con un poco de vino. Así se decía en otros tiempos que "si las madres sabrían lo que les cuesta echar los dientes a sus hijos, venderían la camisa para comprarles vino".
Algunos alimentos que se aportaban a los niños eran considerados como refuerzo para tener unos dientes sanos y así en Amézaga de Zuya (A) dicen que se les daba para este fin sopa con yema de huevo, sopas de leche, harina de trigo molida y tostada y sopas de ajo. Más recientemente calcio en jarabe.
[[File:6.85 Zeanuri (B) 1960.jpg|center|500px450px|Zeanuri (B), 1960. Fuente: Ander Manterola, Grupos Etniker Euskalerria.]]
También ha sido habitual considerar que el brote de los primeros dientes les provocaba dolor, desazón general e incluso fiebre y diarreas. Tan es así que cuando un niño en edad de endentecer lloraba mucho, una de las primeras cosas que se hacía era comprobar el estado de sus encías; ''Oiak azita dauzka ''(Tiene las encías hinchadas), decían en Ezkio (G).
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