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Layas laiak

1866 bytes añadidos, 09:32 20 jun 2018
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El empleo de la laya es, al parecer, muy antiguo entre nosotros. Su utilización fue muy común entre los agricultores del País Vasco peninsular.
Existe una variedad de tamaños y de formas; pero son dos los tipos fundamentales: la llamada ''laya guipuzcoana'', de púas de hierro muy largas y mango de madera corto y la ''navarra'', de caja más ancha, púas más cortas (unos 35 cm) y mango de madera largo. Existió un tipo intermedio tal como aparece en imágenes de san Isidro Labrador en el siglo XVIII<ref>José M.ª JIMENO JURIO. “Diccionario Etnográfico y Folklórico” in ''Etnografía histórica al airico de la tierra. ''Pamplona: 2010, p. 376.</ref>.
Barandiaran señala que la opinión de Th. Lefebvre<ref>Th. LEFÈBVRE. ''Les modes de vie dans les Pyrénées Atlantiques Orientales''. Paris: 1933, pp. 208-210.</ref>, que sostiene que el uso de la laya en el País Vasco data del siglo XVI, época en que fue introducido el cultivo del maíz, es de escasa consistencia. Cree inverosímil que la introducción del cultivo de este nuevo cereal procedente de América desterrara el uso del arado utilizado en las labores del cultivo del trigo y de otros cereales. El labrador, acostumbrado a remover sus tierras con el antiguo ''goldea ''(arado) tirado por vacas o bueyes, difícilmente abandonaría este método para encomendar lo más duro de las faenas agrícolas a sus propias fuerzas musculares. Por lo demás, afirma que es general, entre los etnólogos, la creencia de que la laya es anterior al arado o ''goldea ''en el País Vasco.
La descripción de este apero la hacía Barandiaran en la monografía de la localidad de Sara (L)<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Bosquejo etnográfico de Sara''. Ataun: 2000.</ref> redactada en los años 1940. Ya entonces hacía constar que el par de layas que en 1947 figuraban entre los aperos del caserío Iguzkiagerrea fueron utilizadas hasta el año 1937 precisando que el que las usaba era oriundo de Navarra. Lo cual suponía que también lo eran las layas. Este apero no había sido de uso popular en Sara ni lo había sido en el tiempo que recordaban los ancianos de la localidad. En su monografía sobre Liginaga (Z) redactada en 1937 señala que en Zuberoa no se utilizaron las layas. Tampoco se utilizaban en estos años en la localidad bajo navarra de Donoztiri<ref>Sin embargo, en algunas estelas del País Vasco continental aparecen figuras de instrumentos propios de las labores a los que se dedicaron en vida los que yacen en la sepultura: en la estela 749 de Suhuskun figuran una laya y un ''nabar ''“cuchilla” entre los rayos de una estrella pentagonal. Vide: José Miguel de BARANDIARAN. ''Estelas discoidales del País Vasco (lll). ''OO.CC. Tomo XX. Bilbao: 1981, p. 846.</ref>.
La laya es un instrumento de forma de horquilla, provisto de dos púas o dientes de hierro paralelos de una largura de 65 centímetros distantes entre sí 7 cm, y de un brazo tubular donde encaja el extremo inferior de un mango de madera que mide 25 centímetros de longitud y termina en forma de bola. Los dientes y el mango forman un ángulo obtuso muy abierto. Con esta herramienta se remueve profundamente la tierra.
En nuestras encuestas hemos constatado la utilización de este instrumento agrícola sobre todo para efectuar la primera remoción de la tierra, antes de la siembra del trigo.
Los informantes de San Martín de Unx (N) describen así este apero: las layas están formadas por un mango de madera en cuya parte superior tiene un tope para que no se vaya la mano. Este mango llamado ''manzanilla'', se embute en una reja de ''pugas ''(púas) rectas. A esta parte se le llama ''caja''. Para manejar las layas, se colocaban varios mozos en ''cuadrilla ''y en línea, coordinando todos los movimientos, clavaban primero las layas en la tierra, se montaban sobre ellas, en la parte que llaman ''banco'', haciendo fuerza hacia abajo con los pies y sujetando con energía el instrumento por su ''cabo ''o ''mango''; tiraban después para atrás, apalancando los pies sobre el ''banco'', y ayudados por el peso del cuerpo, con lo que conseguían sacar dos ''tolmos ''(terrones) de tierra por labrador, y una fila de ellos por cuadrilla. Estas cuadrillas las formaban seis hombres. Se juntaban entre los vecinos o amigos ''a tornapión'', es decir, “un día para mí, otro día para ti”, en contraprestación vecinal. Esta costumbre se basaba en la solidaridad y no tenía límites<ref>En 1972 Julio Caro Baroja escribía que esta localidad tenía fama de poseer grandes layadores hasta aquellos días. Ya no solo se usan layas en las huertas, sino que todavía –explica– “hay allí un herrero que arregla las puntas o apareja el viejo apero”. Según él, los labradores trabajaban en filas de a cuatro con los dos más viejos al medio por lo común, y van en fila hacia atrás. Pegan simultáneamente el golpe en la tierra con las ocho layas, aprietan con el pie el instrumento, luego lo bajan y apalancan, y así sacan un montón de tierra de forma rectangular, al que –según su información– llaman ''tormo''. Continúa escribiendo: “después que el tormo se seca, habrá que ''destormar ''con unos mazos de madera. Es decir, que el trabajo es distinto al que se llevaba a cabo con la laya, larga y estrecha, de la zona septentrional de Navarra”. Vide: ''Etnografía Histórica de Navarra''. Tomo III. Pamplona: 1972, p. 417.</ref>.
En Obanos (N) señalan los informantes que la herramienta más utilizada para trabajar la tierra hasta comienzos del siglo XX fue la laya. El tipo empleado es la laya corta llamada también laya navarra, apta para terreno duro y pedregoso. Se usaban en los huertos, en las viñas y en las piezas antes de generalizarse el arado brabán para labrar la tierra. En alguna viña de ladera se mantuvo su uso durante bastante tiempo. La laya ha sido el instrumento por antonomasia para hacer los hoyos al plantar viña'', ondalán''. Le sustituyó en esta tarea el malacate. Pese al brabán y al malacate, también se seguían layando ''los orillos ''de las piezas y viñas<ref>En el Dietario de 1952 de Alfredo Beguiristain se lee en febrero, días 26 y 27: 3 peones “layando los pies madres”; o en noviembre “layando los orillos”.</ref>.
En Viana (N) describen la laya como un instrumento de hierro en forma de U invertida, compuesto por dos largas púas con el extremo apuntado y unidas por el otro mediante un travesaño. En la prolongación tubular de una de las púas se acopla un corto mango de madera. Se utiliza por parejas, manejando una en cada mano, hincándolas en tierra con ayuda del pie, que se apoya en el travesaño horizontal. Al sacarlas producen un levantamiento de la tierra. Sirven para labrar o remover la tierra, sobre todo en huertos y terrenos blandos y húmedos. A partir de mediados del siglo XX cayeron en desuso. Las mulas mecánicas acabaron arrinconando este instrumento. Las fabricaban los herreros locales hasta principios del siglo XX.
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