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Obtencion y conservacion de semillas

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'''Obtención y conservación de semillas'''
 
En Bedarona (B) la semilla de los tomates se obtenía de los frutos maduros. Cogían la semilla, la colocaban esparcida encima de un trapo de lino y la dejaban secar al sol. Las semillas secas se guardaban en un tarro para sembrar en la ''sementera ''a finales de marzo o abril.
Cuando se limpiaba la parcela, quedaban algunas lechugas que habían florecido y echado semilla. Se les cortaba el tallo y se dejaban colgadas boca abajo de una viga para que se secaran y poder recoger la semilla.
La semilla de la alholva, ''pagatxa ''o ''frantses-bedarra'', se recogía en casa. Para obtenerla se dejaba un trocito sin segar, cuando florecía y sus vainas se sazonaban, los niños sentados en sillas de madera pequeñas las recogían y las echaban en cestos que los mayores llevaban a casa y guardaban en sacos. Se almacenaban en el camarote. Los tallos se segaban y como estaban muy secos se quemaban. A la hora de sembrar se sa-caban sacaban las vainas de los sacos y se desgranaban con la mano, recogiendo también los granos que se habían soltado en el saco al secarse.
Hoy en día pocas veces se recoge semilla.
La semilla de los pimientos choriceros, ''txorizeruak'', se separaba cuando el pimiento estaba seco pero en el caso de los de asar, ''erretako piperrak'', había que hacerlo en verde, por lo que después había que ponerla a secar.
Precisan en Carranza (B) que dado que un problema importante de las cebollas es que se suban anticipadamente, cuando se guardaba si- miente simiente para hacer semilleros propios se procuraba recoger la de las últimas ''cebollas de año ''en subirse de entre las almacenadas, jamás de las que se subían al principio y mucho menos de las que llegaban a hacerlo cuando aún no habían sido cosechadas. Se consideraba que la semilla de estas daba plantas propensas a subirse demasiado temprano por lo que carecía de interés.
Cuando las cebollas llevaban varios meses almacenadas algunas comenzaban a subirse, a ''echar rama''. Si la dueña preveía que no iba a tener suficientes hasta la nueva cosecha y no podía comprarlas para cocinar, tomaba las cebollas a medida que se iban subiendo en enero, febrero o marzo y las plantaba de nuevo en la huerta. Hacia un hoyo por cebolla y la cubría dejando las ramas verdes fuera. De cada una de esas cebollas crecían varios tallos que recordaban a los puerros y cuando se necesitaban cebollas para guisar se cosechaban estos, que no tenían la cabeza esférica sino alargada como los puerros pero con sabor a cebolla. Precisamente las últimas cebollas subidas que se volvían a plantar eran las que se reservaban para semilla. Se dejaba que los tallos siguiesen creciendo hasta que florecían y producían semilla. De ese modo se garantizaba que la planta obtenida proporcionase cebollas resistentes a subirse.
En Beasain (G) las semillas las solían recoger de las plantas de casa, las trataban y las guardaban en el desván. Para la siembra de los cereales, maíz, alubias, remolacha y nabo se guardaban en casa simientes de la cosecha para el año siguiente.
En Elgoibar (G) antaño muchas simientes se obtenían en el propio caserío. Por ejemplo se ataban ramilletes de cebolla, puerro o perejil y se dejaban secar colgados de una viga. En el caso de las cebollas se escogían las más tardías. Otro tanto ocurría con el trébol encarnado conocido como ''paotza'', que se daba como forraje al ganado, unos ramos del cual se ponían a secar en el camarote. En Abezia (A) indican que en los decenios de 1930 y 1940 guardaban las semillas propias de un año para otro. Las conservaban en un saco.
En Argandoña (A) las semillas se seleccionaban y reservaban de la campaña anterior aunque más recientemente se consiguen en las tiendas especializadas
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