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Igual que al hablar de las ofrendas de luces se ha hecho mención a la creencia por parte de algunos informantes de que la luz le servía al difunto de viático en su camino al más allá e iluminaba su alma en ultratumba, también respecto de las ofrendas de pan se han recogido testimonios similares. En los Libros de Difuntos de nuestras parroquias son comunes las anotaciones haciendo constar la voluntad del difunto de que se lleve pan a su sepultura.
[[File:7.173 Oblata saskia eta oihal zuria. Gaztelu (G) 1977.jpg|framecenter|600px|Oblata saskia eta oihal zuria. Gaztelu (G), 1977. Fuente: José María Múgica, Grupos Etniker Euskalerria.]]
El propio Barandiarán recogió la creencia existente en Oiartzun, Andoain (G), Mañaria y Axpe (B) según la cual las almas de los difuntos comen realmente parte de los panes que, como ofrenda, se depositan sobre sus sepulturas en las iglesias durante la celebración de las exequias y misas<ref>José Miguel de BARANDIARAN. “Paralelo entre lo prehistórico y lo actual en el País Vasco. Investigaciones en Baleda y Gibijo” in AEF, XII (1932) p. 107.</ref>. En Aretxabaleta (G) decían que después de expuesto el pan en la sepultura pesaba menos que antes<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Estelas funerarias del País Vasco''. San Sebastián, 1970, p. 25.</ref>. En Zerain (G) se pensaba que las obladas eran para las almas de los difuntos y que éstas tomaban su substancia mientras permanecían sobre la sepultura, ''«olatak animandako ziran ta sepultura gaiñen egoten ziran bitartean kutsue kentzen zien»''.