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Ser padrino-madrina y, a la recíproca, ser ahijado-ahijada de alguien, creaba y crea unos vínculos muy especiales, fuesen o no familiares. En San Martín de Unx (N) señalan que este vínculo podía llegar a infundir al ahijado el espíritu de hijo para con su padrino o madrina.
En Valcarlos (N) preguntaban en determinadas circunstancias de la vida: ''Noren sematxia duxu? ''(¿De quién es ahijado?)<ref>José M<sup>a</sup> SATRUSTEGUI. "Estudio del grupo doméstico de Valcarlos" in CEEN, I (1969) p. 182.</ref>. En el fondo se pensaba que el niño tenía que parecerse al padrino. Por ello, aparte de otras razones se elegía para padrino, a personas bondadosas, por la creencia de que esta cualidad pasaría al niño. En Portugalete (B) las cualidades de una persona son tenidas en cuenta para elegirle como padrino o madrina, se cree que se hereda la cualidad.
Azkue recogió que el padrino juega un papel importante en la manera de ser del niño. Si éste no resulta sano ''y ''fuerte, se dice que su padrino no le dio buen aliento, ''atsa ona etzion eman''<ref>Resurrección M<sup>a</sup> de AZKUE. Citado por Juan THALAMAS LABANDIBAR. ''La mentalidad popular vasca según Resurreción M<sup>a</sup> de Azkue. ''San Sebastián, 1975, p. 129.</ref>. El mismo autor refiriéndose al Roncal (N) dice que cuando los niños crecían robustos se decía: ''Aitaderrak atsa ederki emon zaun aur koni ''(El padrino alentó bien a este niño)<ref>Resurrección M<sup>a</sup> de AZKUE. ''Particularidades del dialecto roncalés. ''Bilbao, 1932, p. 181.</ref>. Cuando el niño sale travieso o llorón, los de casa suelen decir: ''Zer ats gaixto eman zakoten!'' (¡Qué aliento tan malo le dieron!). En el carácter suele verse el aliento de quien ha vencido, del padrino o de la madrina<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid, 1935, p. 192.</ref>.
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En Valcarlos (N), Donazaharre (BN) y Barkoxe (Z) el padrino y la madrina, solían llevar cada cual su acompañante para el acto del bautismo. Así si ellos cometían alguna falta el compañero podía rectificarla, recitándolo bien; de lo contrario los niños habían de tener mal porvenir. Esto mismo se hacía en Baraibar de Larraun y Otxagabia (N)<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid, 1935, p. 187.</ref>. El que el padrino así como la madrina llevaran al bautismo un acompañante se ha conocido hasta muy recientemente (década de los setenta) en Uharte-Hiri (BN), Aoiz, Mezkiriz y San Martín de Unx (N).
En Bozate-Baztan (N) al final del bautizo, la madrina, ''amatxi, ''coge al niño para que el padrino, ''aitatxi, ''vaya al altar a rezar el credo<ref>M<sup>a</sup> del Carmen AGUIRRE. ''Los agotes. ''Pamplona, 1978, p. 216.</ref>. También en Valcarlos (N), según el P. Donostia, el padrino llevaba al niño recién bautizado hasta el altar mayor, dejándolo breves instantes sobre el ara<ref>APD. Cuad. 1, ficha 185.</ref>.
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