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Pervivencia de los curanderos

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En tiempos pasados algunas personas acu- dían acudían tanto a curanderos como a médicos, indistintamente. Pero como se verá en algunas de las siguientes descripciones, en algún caso eran preferidos los primeros sobre los segundos.
En Lezaun (N) si la fractura era de un dedo o de poca importancia se iba al ministrante o practicante para que lo entablillara. Si era más grave se acudía a la curandera de Ilarregi. Había tanta fe en esta mujer que se contaba de ella lo siguiente: “Quisieron los médicos hacerle la vida imposible, por envidia, y una vez le llevaron los huesos de un esqueleto para que lo armara, pero pusieron uno de más. La curandera montó el esqueleto y dijo que sobraba un hueso. Los médicos insistieron que el sobrante también era del esqueleto, entonces ella tirándoselo les respondió: Pues ponerlo vosotros”.
Ya se ha recogido en descripciones anteriores que aún hoy en día en algunas poblaciones se sigue visitando al curandero, como en Bidegoian, Berastegi (G) y Lekunberri (N). En Beasain (G) aún los hay que van al curandero antes que al médico para componer los huesos rotos.
En Zerain (G) se acude al médico, que toma las medidas necesarias. Pero no hay que olvidar que esta población ha sido la cuna de una familia de curanderos famosa, alias ''Petrequillo''<ref>Según Barriola el primer curandero de esta saga fue Juan Francisco Tomás de Telleria y Arrieta, nacido en Zerain en 1721. Era pastor y logró gran habilidad en el arreglo de las fracturas de sus ovejas y de las de sus convecinos. La fama le llevó a extender su campo de acción a las personas. Entre sus numerosos hijos, uno, José Francisco de Telleria y Uribe, nacido en 1774, continuó su labor. Éste fue el famoso ''Petrequillo ''que atendió a Zumalakarregi de sus heridas y alcanzó tal renombre que hoy en día se ha generalizado el uso de la voz ''petrequillo ''para referirse a los curanderos que se ocupan de traumatismos y fracturas. Un hijo de éste, llamado José Francisco de Telleria y Arrieta, prosiguió con la tradición familiar. El último petrequillo del linaje fue Tiburcio Gaztañaga y Lizarribar, sobrino del anterior. Vide Ignacio Mª BARRIOLA. ''El curandero Petrequillo''. Salamanca: Instituto de Historia de la Medicina, 1983.</ref>, especializada en el arreglo de fracturas. Hoy en día, para curar ciertas fracturas, los zeraindarras siguen confiando en curanderos, ''tukuman ''o ''petrikillos'', como popularmente se les llama.
En Telleriarte (G) hoy en día la mayoría de los que sufren una fractura acuden al hospital pero antaño, y aún en la actualidad algunos, hacen ''ausi-loturak'', literalmente unión de roturas. En primer lugar colocan los dos fragmentos de hueso en su sitio, de modo que encajen, y después los sujetan con una venda larga mojada en clara de huevo para que cuando se seque quede dura. Además se ponen cuatro o cinco mimbres, ''zumitz medarra''. Por último se recomienda reposo para que los extremos del hueso suelden.
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