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Preambulo Medicina popular en vasconia

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En la sociedad tradicional la curación de una enfermedad se ha intentado desde todas las vertientes posibles; no se han considerado incompatibles remedios de naturaleza tan diferente desde nuestra perspectiva actual como pueden ser los que ahora denominamos por una parte empíricos y por otra creenciales. Un ejemplo interesante a este respecto es el de la curación de las verrugas: se ha recu­rrido a técnicas empíricas como humedecerlas con el látex de algunas plantas o aplicar emplastos con productos vegetales. A veces el tratamiento encierra un significado que va más allá de la práctica aparentemente empíri­ca, como cuando se recurre a impregnar la verruga con sangre menstrual, con saliva en ayunas o con agua recogida en la mañana de San Juan. También se aplican remedios de naturaleza mágica: por ejemplo se ha recurri­do a las bayas de enebro, que por su forma son una representación de las verrugas; se entie­rran las bayas para que a medida que se vayan secando también lo hagan las verrugas. Sería éste un caso de magia homeopática o imitati­va. También se pueden frotar con una manza­na partida y dejar que se seque para que a la vez lo hagan las verrugas. En este caso se tra­taría, siguiendo la clasificación de Frazer, de magia contaminante o contagiosa. Pero ade­más ambos tipos de magia simpática se pue­den combinar como se hace al utilizar granos de sal con los que se frotan las excrecencias para después arrojarlos al fuego. Mayor com­plejidad supone que dichos granos o los trozos de manzanas partidas se dejen envueltos en encrucijadas de caminos de tal modo que las verrugas se transmitirán a aquel que recoja el envoltorio.
 
[[File:Fig. 1. Erro (N), 1979.jpeg|frame|Fig. 1. Erro (N), 1979.]]
Otra de las características que definen a la medicina popular es que cura síntomas y no enfermedades. Los remedios populares no atienden a la etiología de las enfermedades, entre otras razones porque ha sido muy difícil y en algunos casos imposible determinar cuál es el origen de un mal. Lo que sí hacen es tra­tar las manifestaciones de las mismas, es decir, los síntomas. Hay abundantes ejemplos de esto recogidos en el capitulado de esta obra.
Un rasgo más de la medicina popular es que el hecho de que la explicación de una enfer­medad sea incorrecta no quiere decir que el tratamiento que se le aplique no reporte algún beneficio. En el ejemplo antes expuesto del dolor de oídos, es obvio que no es causado por un gusano, pero el aceite o la leche que se vierten para calmarle la sed, en realidad pue­den ablandar un posible tapón de cera que está causando las molestias y así facilitar su expulsión y con ello la solución del problema.
 
[[File:Fig. 1. Erro (N), 1979.jpeg|frame|Fig. 1. Erro (N), 1979.]]
=== La presente investigación ===
El elemento que popularmente delata la enfermedad de un modo más claro es la fie­bre, más incluso que el dolor. La fiebre deno­ta un mal mayor, generalmente algún tipo de infección, que en un tiempo en el que no se conocían los antibióticos podía comprometer seriamente la salud. Se ha considerado que la fiebre alta se corresponde con una enferme­dad grave y también han preocupado las fie­bres insidiosas o recurrentes. Se han utilizado dos métodos para contrarrestarla, que como es habitual en la medicina popular, no tratan de remediar las causas que la provocan sino de atajarla. El primero de ellos ha consistido en estimular la transpiración y el otro en aplicar friegas. A lo largo de la obra también se reco­gen numerosos remedios para curar la infec­ción. Precisamente el descubrimiento y difu­sión de los antibióticos es considerado popu­larmente como el principal hallazgo médico del siglo XX; lo atestiguan las calles y plazas de nuestro territorio dedicadas a Alexander Fle­ming.
 
[[File:Fig. 1. Erro (N), 1979.jpeg|frame|Fig. 1. Erro (N), 1979.]]
A pesar del progreso y la extensión de la medicina científica aún perduran en la mentalidad popular elementos mágicos. Uno ampliamente extendido consiste en ejecutar un remedio un número determinado de días que siempre es impar. Otro ejemplo lo consti­tuyen las prácticas para eliminar las verrugas o las hemorroides mediante plantas, granos o pequeños frutos que las representan y que se recogen y se esconden o se portan sobre el cuerpo de tal modo que a medida que se secan éstos se cree que lo hacen aquéllas. Estas prácticas ampliamente conocidas aún son uti­lizadas por algunos de nuestros informantes de mayor edad. Esto es aún más evidente con algunas creencias de carácter religioso; por ejemplo, la costumbre de portar el cordón de San Blas sigue hoy en día ampliamente exten­dida.
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