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Prevenciones ante-bautismales. Ume bedeinkatua

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En tiempos pasados los niños eran bautizados al poco tiempo de nacer ante el temor de que falleciesen sin haber recibido este sacramento. La razón era la de evitar que su alma fuese al limbo. Este tiempo se dilataba si se veía que el niño rebosaba salud, si bien no se solía dejar transcurrir más de una semana; cuando se le veía débil se procuraba bautizar cuanto antes.
Si tras el parto peligraba la vida del recién nacido, uno de los presentes podía bautizarle para evitar que en caso de muerte fuese al Limbo. A menudo lo hacía la misma persona que le había ayudado a nacer. La única condición que debía cumplir ésta es que tuviese uso de razón (Amézaga de Zuya-A), lo cual suponía que debía tener más de siete años o lo que es lo mismo, haber hecho la primera comunión (Carranza-B). Para bautizarlo empleaba el agua bendita que solía haber en todas las casas y si no se disponía de ella servía agua normal (Carranza). La persona que le bautizaba le decía: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Carranza). En Markina (B) llamaban a este bautismo [[El_bautismo_de_urgencia._Etxe-bataioa|''etxe-bautismue''<ref>En el siguiente capítulo se trata más detalladamente el bautizo de urgencia que se realizaba a los recién nacidos cuando peligraba su vida.</ref>]].
Un informante de Trapagaran (B) recuerda que siendo su padre un escolar fue padrino de niños moribundos en numerosas ocasiones ya que cuando peligraba la vida de un recién nacido una mujer lo llevaba a la iglesia a bautizar y entonces sacaba a uno de los niños mayores de la escuela para que actuase de padrino.
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