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Reclinatorio. Kadira

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Estuvo extendida la costumbre de que las sillas o reclinatorios llevasen el nombre de la casa (Oragarre-BN, Santa-Grazi-Z) o las iniciales de la familia (Zunharreta-Z) o de la persona propietaria (Carranza, Durango-B). Fue común que las iniciales a veces se perfilaran con tachones de cobre (Arberatze-Zilhekoa-BN, Urdiñarbe-Z). En Ziburu (L), las sillas individuales también tenían marcadas las iniciales y desaparecieron a principios de los años cincuenta. Hoy en día (finales de los 80) todas son iguales y están unidas entre sí.
En Obanos (N) fue común el que las mujeres llevasen de casa sus «silletas». En Gorozika '''(B), '''los reclinatorios se llevaban de casa y una vez terminados los oficios religiosos, se retornaban.
En Durango (B), en la sepultura colectiva, era la ''serora ''quien colocaba tres o cuatro sillas para los familiares más directos del difunto.
Había casas que tenían más de un reclinatorio (Gamboa-A), a veces tantos como mujeres hubiere en la casa (Heleta, Izpura-BN). En Izpura, antiguamente, había que pagar 20 ''sous ''al año por cada silla (en 1945, '''1 '''kg. de pan equivalía a 6 ''sous), ''lo que hacía que algunas familias se conformaran sólo con una silla. También en Heleta (BN), por el emplazamiento de las sillas, había que pagar una cantidad, ''kadera saria, ''al campanero. Esta costumbre de entregar un estipendio como pago-por la silla se ha constatado igualmente en Armendaritze (BN).
Fue usual que las casas de buena posición económica dispusieran en la iglesia de una silla para sentarse y un reclinatorio para arrodillarse (Izpura-BN, Garde-N, Zunharreta-Z). Por contra, lo común fue que las familias utilizaran solamente una silla como reclinatorio que, dándole la vuelta, servía para sentarse, ya que siempre se debe estar mirando al presbiterio.
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