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Recompensa por los animales capturados

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Según las Ordenanzas Municipales de Allo (N) de 1917, en lo referente a la policía rural, se autorizaba a los vecinos a capturar alimañas e incluso se gratificaba su captura hasta tiempos bien recientes. Su artículo 93 señala que «se permitirá en todo tiempo, incluso los días de nieve y de fortuna la caza de los animales dañinos y aves de rapiña, tanto en los montes ó terrenos de propios ó comunes como en las fincas particulares no sembradas ni cercadas». Dicen también que «Siendo conveniente el exterminio de los animales dañinos, se premiará por los fondos municipales á los que los presenten vivos ó muertos con arreglo á las leyes de esta provincia» (Art. nº 95). Y por último, en el artículo 96 se explica que «Para el abono de los premios de que se habla en el Artículo anterior, bastará presentar al Sr. Alcalde los animales de que se trata ó sus pieles frescas ó recientemente desolladas y completas y alguna prueba, muestra ó señal que justifique de algún modo haber sido cogidos ó muertos dentro del término jurisdiccional. Con vista de estos antecedentes se ordenará su pago por la Depositaría municipal».
En Artajona (N) a principios del siglo XX se abonaban a los cazadores 5 pesetas por cada zorro mayor y 1 peseta por cada cría, según la cantidad señalada por las Cortes de Navarra de 1817 y 1818. Por cada cría grande de zorro se pagaban 10 reales<ref>José M.ª JIMENO JURÍO. «Datos para la etnografía de Artajona» in CEEN, II (1970) p. 14. (Cita: Archivo Municipal de Artajona: ''Libro de Actas de 1902-1905'', pp. 173 y 175).</ref>.
En Pipaón (A) hasta hace pocos años el ayuntamiento pagaba una cierta cantidad por cada raposo cazado, para ello había que presentar la cola.
La preocupación por acabar con determinados lobos que causaban repetidas bajas en la cabaña ganadera de una zona en concreto llevó a las autoridades a ofrecer importantes recompensas por su captura.
[[File:FIGURA3.png287 Cuestacion por las casas con el lobo cazado vivo. Carranza (B).jpg|center|RTENOTITLE_FIGURA450px|Cuestación por las casas con el lobo cazado vivo. Carranza (B). Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.]]
Así, en Lezaun (N) a principios del siglo XX, entre los años 1906 y 1923, hubo un lobo que hizo estragos en la cabaña de la zona, hasta tal punto que el concejo de Lezaun convocó a todos los pueblos limítrofes con Urbasa y Andia para ofrecer una recompensa a quien lo cazara. El lobo en verano desaparecía y en invierno volvía a la sierra. Cuando se tenía constancia de su presencia se organizaban batidas para capturarlo. Los cazadores se apostaban en los pasos, mientras otros hombres procuraban conducirlo hasta ellos haciendo ruido y arrojando cohetes. Todos los intentos por atraparlo de este modo resultaron infructuosos. También se intentó con reses envenenadas, que jamás tocó. En 1914 el concejo de Lezaun acordó contribuir con 500 ptas. por cada lobo mayor que se matase y 125 si era menor; firmaban la totalidad de los vecinos. En 1919 se reunieron en Zumbeltz los pueblos limítrofes con la sierra a llamamiento de Lezaun y acordaron dar 5.000 ptas. a quien matase al lobo. Impusieron una serie de condiciones: que después de darle muerte habrían de pasar seis meses sin que se produjesen nuevas bajas y sólo una vez transcurrido ese tiempo se le pagaría; el lobo debería recibir el visto bueno de la gente que lo había visto merodear y lo conocía; el animal debería ser abatido en Urbasa, Andia o en la jurisdicción de los pueblos firmantes; si resultaba muerto en otro lugar su captor recibiría sólo 2.500 ptas.; la persona que lo aba tiese tenía seis horas de plazo para comunicárselo al alcalde del pueblo más cercano, para que éste, junto con el veterinario, fuese al lugar del hecho y verificase que no había fraude. El pago se realizaría a prorrateo entre el número de cabezas de ganado de los pueblos convenidos, teniendo en cuenta que una unidad de ganado mayor equivalía a ocho de ovino, caprino o porcino. La piel sería para el cazador. El convenio tenía validez para dos años, prorrogable por otros dos si se conviniese en ello. Finalmente por azar, y según algunos por vejez del animal, lo mató un amescoano en el monte de la Venta Zumbeltz, en el paraje que desde entonces se llama «el Charco del Lobo», cerca de la ''muga ''de Lezaun.
En Valderejo (A) el zorro capturado era paseado por el pueblo de casa en casa y el portador o portadores eran obsequiados con alimentos como chorizos, huevos o tocino, con los que posteriormente los cazadores organizaban una merienda.
En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) el que cazaba una alimaña pasaba con ella por las casas y los vecinos le recompensaban en especie o en metálico. Con posterioridad, a finales de la década de los sesenta, la pasaban los niños y con lo que obtenían organizaban una merienda<ref>José Antonio GONZÁLEZ SALAZAR. «Vida agrícola en Bajauri, Obécuri y Urturi» in AEF, XXIII (1969-1970) p. 41.</ref>.
En Urkabustaiz (A) cuando se mataba un raposo era costumbre que los chavales de la casa, en compañía de otros jóvenes de su edad, recorriesen varios pueblos de la zona también afectados por la alimaña para pedir una propina. Al raposo se le ataban el morro y las cuatro patas y se le colgaba de un palo, de esta forma se mostraba a todos los vecinos. Si quien realizaba el recorrido era una persona mayor, lo cargaba sobre los hombros.
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