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Recompensa por los animales capturados

No hay cambio en el tamaño, 11:11 21 may 2019
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La preocupación por acabar con determinados lobos que causaban repetidas bajas en la cabaña ganadera de una zona en concreto llevó a las autoridades a ofrecer importantes recompensas por su captura.
[[File:3.287 Cuestacion por las casas con el lobo cazado vivo. Carranza (B).jpg|center|500px450px|Cuestación por las casas con el lobo cazado vivo. Carranza (B). Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.]]
Así, en Lezaun (N) a principios del siglo XX, entre los años 1906 y 1923, hubo un lobo que hizo estragos en la cabaña de la zona, hasta tal punto que el concejo de Lezaun convocó a todos los pueblos limítrofes con Urbasa y Andia para ofrecer una recompensa a quien lo cazara. El lobo en verano desaparecía y en invierno volvía a la sierra. Cuando se tenía constancia de su presencia se organizaban batidas para capturarlo. Los cazadores se apostaban en los pasos, mientras otros hombres procuraban conducirlo hasta ellos haciendo ruido y arrojando cohetes. Todos los intentos por atraparlo de este modo resultaron infructuosos. También se intentó con reses envenenadas, que jamás tocó. En 1914 el concejo de Lezaun acordó contribuir con 500 ptas. por cada lobo mayor que se matase y 125 si era menor; firmaban la totalidad de los vecinos. En 1919 se reunieron en Zumbeltz los pueblos limítrofes con la sierra a llamamiento de Lezaun y acordaron dar 5.000 ptas. a quien matase al lobo. Impusieron una serie de condiciones: que después de darle muerte habrían de pasar seis meses sin que se produjesen nuevas bajas y sólo una vez transcurrido ese tiempo se le pagaría; el lobo debería recibir el visto bueno de la gente que lo había visto merodear y lo conocía; el animal debería ser abatido en Urbasa, Andia o en la jurisdicción de los pueblos firmantes; si resultaba muerto en otro lugar su captor recibiría sólo 2.500 ptas.; la persona que lo aba tiese tenía seis horas de plazo para comunicárselo al alcalde del pueblo más cercano, para que éste, junto con el veterinario, fuese al lugar del hecho y verificase que no había fraude. El pago se realizaría a prorrateo entre el número de cabezas de ganado de los pueblos convenidos, teniendo en cuenta que una unidad de ganado mayor equivalía a ocho de ovino, caprino o porcino. La piel sería para el cazador. El convenio tenía validez para dos años, prorrogable por otros dos si se conviniese en ello. Finalmente por azar, y según algunos por vejez del animal, lo mató un amescoano en el monte de la Venta Zumbeltz, en el paraje que desde entonces se llama «el Charco del Lobo», cerca de la ''muga ''de Lezaun.
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