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Rezo del rosario al anochecer

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En Beasain (G) el rezo del rosario tiene lugar a primera hora de la noche. Luego los más se retiran a sus casas y quedan algún vecino, dos o tres parientes y los de casa. Igualmente se hace en Gatzaga (G) y Bidegoian (G) donde indican que antaño era costumbre rezar un rosario de quince misterios delante del cadáver.
[[File:FIGURA7.png60 El feretro en la estancia mortuoria.jpg|RTENOTITLE_FIGURAframe|El féretro en la estancia mortuoria. Fuente: M.ª Asunción Larisgoiti, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Carranza (B) desde tiempo inmemorial velan al cadáver los de la casa del difunto, parientes, amigos y convecinos. Hasta hace no muchos años acudía al velatorio un convecino de cada una de las casas del barrio. Según iban entrando en el cuarto donde estaba el cadáver, se santiguaban y rezaban un Padrenuestro y tres Avemarías. Los hombres se quitaban la boina.
En Goizueta (N) en la primera parte del velatorio, al anochecer, se reza el rosario de quince misterios. La casa se llena de gente acudiendo tanto ancianos como jóvenes. Normalmente el rosario está dirigido por el cura y, en su ausencia, por la serora o alguno de la familia. Una vez que han partido para sus casas los asistentes a este acto, comienza propiamente el velatorio, ''bela ''o ''beila, ''que es cubierto siempre por alguno de la casa acompañado por parientes, amigos y vecinos entre los cuales está siempre el vecino más próximo, ''aldamenekoa. ''La velada transcurre rezando ante el cadáver y en conversaciones en la cocina donde se toman algunos refrigerios que preparan las mujeres de la casa.
 
[[File:7.61 El feretro en la estancia mortuoria.png|frame|El féretro en la estancia mortuoria. Fuente: M.ª Asunción Larisgoiti, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Izal (N) el rezo del rosario tenía lugar entre las 8 y las 10 h. de la noche en la casa del difunto y acudía a él todo el pueblo. Los asistentes se colocaban rodeando el féretro. Una vez terminado el rezo rociaban abundantemente el cadáver con una rama de boj mojada en agua bendita. Acto seguido daban el pésame a la familia y se iban a sus casas. Algunos vecinos (barrios) se quedaban a velar el cadáver, lo que consideraban una obligación. Esta vela se hacía desde la cocina haciendo frecuentes visitas a la capilla ardiente para vigilar que no se apagara la vela. Durante la velada se tomaba café y otros alimentos.
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