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Rito de ofrenda en las exequias

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En Zerain (G), el pan ofrendado llegó a dar nombre a la categoría de los funerales que podían ser de dos panes, de uno y de dos libras, ''bi ogiko elizkizuna, ogi batekoa eta bi librakoa ''respectivamente. Al rito en que por vez primera se ofrecía pan se le denominaba ''ogi-asitzea. ''La clase de exequias repercutía directamente en el número y peso de pan a ofrendar durante el periodo de luto. En Elgeta (G) ocurría algo similar, pues al funeral de primera clase se le llamaba ''ogi nausikoa, ''de pan de propietario o de persona acomodada<ref>Juan GARMENDIA LARRAÑAGA. ''Léxico Etnográfico Vasco''. Donostia, 1987, p. 34.</ref>.
En Elgoibar (G) están documentadas las ofrendas de pan y luces que se hacían en tiempos pasados en el convento de San Francisco dela localidad que desempeñó funciones parroquiales y contó con 158 sepulturas de las que en 55 se ofrendaba pan y en 50 además cera algunos días del año<ref>Koldo LIZARRALDE. ''El Convento de San Francisco de Elgoibar''. San Sebastián, 1990, pp. 30-46 y 118-120.</ref>.
En Bidania (G), de los panes ofrendados por el difunto, en el momento del ofertorio una mujer presentaba al sacerdote un pan si el entierro era de tercera o segunda clase y dos si era de primera<ref>AEF, III (1923) p. 106.</ref>.
     la localidad que desempeñó funciones parro-[[#ftn40|[40]]]quiales y contó con 158 sepulturas de las que en  55 se ofrendaba pan y en 50 además cera algu64 nos días del año  En Bidania (G), de los panes ofrendados por el difunto, en el momento del ofertorio una mujer presentaba al sacerdote un pan si el entierro era de tercera o segunda clase y dos si era de primera[[#ftn41|[41]]][[#ftn42|[42]]]  En Larraun (N) recogió Azkue que además de otras ofrendas la serora llevaba una torta de pan y los amigos del difunto muchas obladas. También se ofrecía trigo en el que se fijaban velas encendidas66 encendidas<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid, 1935, p. 207.</ref>.
En Ribera Alta (A) eran las «mujeres de honra», hasta ocho o nueve el día del funeral, quienes hacían la ofrenda. En Apodaca (A), el sacerdote, al bajar del presbiterio a recibir la ofrenda de manos del «mozo mayor», rezaba un responso e impartía la bendición con el hisopo. También se ha constatado en Pipaón (A) la ofrenda del pan el día de las exequias.
En algunas localidades, lo acostumbrado era que las oferentes regresaran a la sepultura con el pan, que se recogía a la conclusión de la misa. En Elosua (G), después de presentar la ofrenda al sacerdote, se colocaba de nuevo el pan en la sepultura y la serora, ''damaikesia, ''se encargaba de retirarlo al finalizar el oficio fúnebre. También en Abadiano (B) el día de las exequias era la sacristana, ''serorie, ''quien tenía a su cargo tanto el colocar como el recoger los panes de la sepultura.
Algunos pueblos tuvieron una tradición algo distinta. En Galarreta (A) la ofrenda de pan permanecía en la sepultura doméstica durante el oficio religioso. Terminada la misa, el sacerdote se acercaba a la sepultura familiar, rezaba los responsos y después de dar a besar la estola recibía la ofrenda de pan[[#ftn43|[43]]][[#ftn44|[44]]]<ref>AEF, III (1923) pp. 58-59.</ref>. También en Beasain (G) se ha recogido que la costumbre fue que el pan estuviera depositado en la sepultura hasta que finalizara el funeral.
Si el entierro era de niño había algunas singularidades. En Ataun (G), en el entierro de párvulo, ''aingeru-legea, ''correspondía ofrendar dos panes de a cuatro libras. También Lekuona recogió en los años veinte que en el entierro de primera de párvulo en Oiartzun (G) se ofrendaba pan y media libra de vela blanca68blanca<ref>AEF, III (1923) pp. 119 y 82 respectivamente.</ref>.
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