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Ritos funerarios en Orozko (Bizkaia)

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La muerte se atribuye a causas naturales.
No parece exista la creencia de que el alma salga del cuerpo de una forma visible. Una de las informantes dice que su padre contaba que después de morírsele una hija pequeña fue al monte y una paloma blanca que era su niña se le apareció. ''Lo uniko, esaten auena gure aitek il zanean nire aiztetxue, txikerra, ba esan auen berari basora joan zanean paloma zuritxu bet aurretik urtein jakola, ta aixe el ei zan''.
En el momento del fallecimiento se ha asperjado con agua bendita la habitación para ahuyentar a los malos espíritus y no permitirle al demonio atrape el alma de quien acaba de morir.
A las colmenas se les ponía un trapo negro pues de lo contrario las abejas morían. ''Trapu baltza imini ezpabere il erleak. ''Según un informante, las abejas morían cuando lo hacía el dueño de la casa y lo atribuye a que posiblemente eran peor atendidas al fallecimiento del dueño.
Otro signo de duelo era despojarles del cencerro a las ovejas. Cuando el que moría era el padre se les quitaba a todas pero si era la madre se le dejaba puesto el cencerro a una, a la mejor oveja. Esta costumbre, que se perdió como tal hacia los años treinta, sigue vigente en el habla coloquial. Una de las informantes que desconocía tal práctica dijo que aquellos días había oído a su marido preguntarle a un pastor vecino que llevaba unas ovejas sin cencerro: ''Lutun daukazuz, ala...''?, ''¿Es que las tienes de luto?, y no se percató del sentido de la frase hasta conocer la costumbre.
Resalta otra de las informantes que sobrecogía ver pasar el rebaño de ovejas callando, silenciosas, sin que sonasen los badajos. También se les quitaba el cencerro a las vacas para que guardasen silencio en señal de luto.
'''II. 241 BIS-bis. ¿QUIEN ASUME LA DIRECCION DE LAS LABORES DOMESTICAS MIENTRAS EL CADAVER PERMANECE EN CASA? ¿LOS VECINOS? ¿QUIENES SE ENTIENDEN POR TALES? ¿LOS DE LA CASA MAS PROXIMA? ¿LOS DE LA VIVIENDA DEL OTRO LADO O PISO DE LA MISMA CASA? ¿QUIENES CONDUCEN LA CRUZ PARROQUIAL A LA CASA MORTUORIA?'''
Los vecinos ayudaban con las labores domésticas. Tenían la consideración de tales los de las casas más cercanas, los del mismo barrio. Los hombres atendían a los animales, proporcionándoles alimento, ordeñando las vacas y demás necesidades que precisaran atención. Las mujeres colaboraban en el arreglo y limpieza del hogar, preparación de la comida, etc. Era habitual que se ofrecieran para trabajar y descargar así a la familia de sus obligaciones cotidianas.
Hoy en día, además de las campanas, se colocan esquelas en los diferentes barrios, siendo la agencia funeraria la encargada de su distribución. Van siendo cada vez más las familias que ponen esquelas en la prensa, aunque su número no alcance todavía la quinta parte.
Al producirse la muerte de una persona de la casa se ponía un paño negro en el «abejal», colmenar, ya que existía la creencia de que las abejas morirían deno cumplirse tal práctica.
Los niños solían ir amortajados de monaguillos y las niñas de blanco con una coronita de flores. A las hijas de María que fueran solteras se les ponía la medalla de la Inmaculada.
Una vez amortajado el cadáver se cubría la cama donde hubiera fallecido con una sobrecama limpia, sobre ella se colocaba el cuerpo y éste, a su vez, era cubierto con otra sobrecama, ya que el cadáver no era introducido en el ataúd hasta prácticamente el momento de sacarlo de casa. Esto se debía en parte a que el carpintero del pueblo necesitaba disponer de tiempo porque la caja la fabricaba expresamente para la no cumplirse tal práctica. persona fallecida.
Hace unos años se introducían en el ataúd las bulas que, si no se hubieran obtenido durante el año, se compraban en el momento del óbito con dicha finalidad.
En algún caso el sentimiento recogido es el que las bulas que se metían en el féretro de poco servían ya que Dios no necesita de justificantes para conocer el proceder de las personas. ''Nik ekosi dodaz ba bulak sartzea, baña ori bere atrasaduenak, pentseten dot, ba atxine egoten zirean an bulia ta aik ba topetan danak etxean pagaduik aik atautan eroateko, bai ori pagau badau, Jaungoikoak ez dau bear an erreziborik egin, Jaungoikoak baki errezibo barik be. ''.
Estas bulas de muertos, diferían de las bulas de ayuno y abstinencia, ''ilen bulak aparte ziren, '', y con ellas se conseguían indulgencias.
No era costumbre meter objetos en la sepultura. Cuando se inhumaba en la tierra, en alguna ocasión introdujeron en el ataúd un objeto metálico que sirviera para poder identificar el cádaver de su familiar en el futuro.
Tal como se describe en la respuesta a la pregunta 239 se preparaba en la habitación del enfermo un pequeño altar para recibir al Viático, consistente en un mantelito blanco que se colocaba sobre la mesilla, un crucifijo, dos candelabros con sus velas y el vaso con agua bendita y laurel.
Al fallecimiento del enfermo se sustituían las candelas por una lámpara de aceite que se mantenía encendida mientras el cadáver permaneciera en la casa. Antiguamente, a comienzos del siglo, la mecha que se utilizaba era la médula de un junco que se empapaba en el aceite y se encendía. ''Lanparea oriogaz eiten zan. Iei barruko zuna atera eta metxea ateraten zan eta aixe ixituten zan. ''.
Al ser las velas un bien preciado, parece que el motivo de cambiarlas por lamparilla de aceite era de orden económico, ya que la cera virgen obtenida de las abejas resultaba cara. En la actualidad se prepara el altar de igual forma, se usan velas y se encienden solamente si el sacerdote acude a rezar algún responso o en el momento del levantamiento del cadáver.
'''II. 246. ¿SE VELA EL CADAVER? ¿QUIENES VELAN Y QUE PRACTICAN EN TAL OCASION?'''
Se velaba el cadáver de día y de noche. ''Ezan itxiten bakarrik gau guztien. ''. Se hacía guardia, y se iba turnando la familia. Acudían también vecinos y parientes. No se permanecía de continuo en la habitación mortuoria, alternando la estancia en la sala y la cocina. En la actualidad no se vela el cadáver, la familia incluso se acuesta. ''Gaur egun, etxekoak be oera joaten dire. ''.
En Orozko el velatorio recibe el nombre euskérico de ''begiria. ''. El vecindario acudía a velar el cadáver, Au''zoak Auzoak begirera joaten zirean, '', considerándose vecinos, además de los del propio barrio, también los circundantes. Así para los fallecidos del barrio de Ibarra acudían al velatorio los de Aranguren, Altamira, Zabaleko, Gotxi, Legorburu, Olarte y los de Ugaran: Ugarte, Arisketa, Ugalde y Usabel.
Se abría la puerta de la habitación en la que se encontraba el fallecido y se le velaba rezando el rosario, seguido de salve y credo. La persona que lo dirigía se situaba en la puerta y se rezaban también padrenuestros acompañados de la fórmula latina «Requiero aeternam dona ei, Domine. / Et lux perpetua luceat ei. / Requiescat in pace. / Amen».
A ratos se interrumpían los rezos, momento en que se cerraba la puerta de la habitación. Se charlaba y se descansaba. La familia ofrecía higos pasos, castañas, nueces, galletas, o simplemente pan y vino, dependiendo del poder adquisitivo, y de lo que hubiera en la casa. También se cocía pan. ''Ardaoa, ikopasak, intxaurrek, ogie artuten zan. Egiten zan erratzea''.
A la Cruz Parroquial, ''Kurtzia, ''que se llevaba a la casa al tiempo que el ataúd, se le colocaba para el velatorio un paño blanco alrededor del brazo superior el cual caía por delante de los brazos laterales. Era un paño parecido a una toalla de manos, de hilo, que se aportaba en el arreo y presentaba adornos como flecos, bordados y leyendas que decían JHS o RIP, ''Begiria eiteko kurtziari iminten jakon eskupañu legez, fleko eta bordau batzuekaz orretarako bakarrik eindako trapu bet. ''. Se dejaba puesto durante el cortejo y sólo lo usaban las familias de nivel económico alto.
'''II. 246-bis. ¿SE TAÑEN LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA CUANDO OCURRE UNA DEFUNCION? ¿COMO ES ESTE TOQUE? ¿COMO SE LLAMA? ¿SE TAÑEN TAMBIEN DURANTE EL ENTIERRO Y FUNERALES?'''
Cuando ocurre una defunción se tañen las campanas, ''Jo daitueiz il kanpaiak. ''.
El toque «a muerto», ''il-kanpaiak, '', es como sigue:
Para los hombres: Tres toques. Se usan las dos cam- panas campanas grandes, las más graves, que se tocan haciéndo- las haciéndolas sonar al unísono. A continuación se tocan un número no fijo de campanadas, para lo que también se usan las dos más graves pero que se hacen sonar alternativamente. Se termina con otros tres toques, iguales a los de apertura.
Para las mujeres se procede de igual forma que para los hombres. La diferencia estriba en que se comienza y se finaliza con dos toques.
Cuando el féretro es sacado de la iglesia camino del cementerio se vuelven a tocar las campanas y se repite el toque hasta el regreso del oficiante a la iglesia.
Se ha «tocado a muerto» en algunas de las ermitas.  Se ha constatado que lo hacían en la ermita de San  Sebastián, popularmente ''«San Sebasti» ''y en la de Ntra. Sra. de la Natividad de Goikiria, ''«Goikiri» . ''En otras, como en la de San Roque de Ibarra, dicen no haberlo hecho aunque sí recuerdan que las campanas de las ermitas tañían al paso del cadáver por delante de las mismas, camino de la parroquia. El número de campanadas era el mismo que el de la iglesia. Como la mayoría de ellas disponían de una sola campana, los sonidos más o menos graves se obtenían tirando de la cuerda de distinto modo. Actualmente se tocan únicamente las de la parroquia.
La persona encargada de tañer las campanas era el sacristán. Hoy en día lo hace algún feligrés a quien la familia recompensa por el favor y es rara la vez que se tañen al alba o al mediodía, manteniéndose los demás toques.
'''II. 247. ¿SE COLOCA EL CADAVER EN ATAUD O EN ANGARILLAS? ¿DE QUE COLOR Y FORMA SON ESTAS Y AQUEL? ¿LLEVAN ADORNOS ESPECIALES?'''
El cadáver se coloca en el ataúd, ''atautea, '', pero la gente recuerda la existencia de angarillas, ''andak. ''. Parece que fueron usadas por última vez cuando la pandemia de gripe del año 1917. Eran propiedad de la parroquia quien las facilitaba para su uso a las familias más menesterosas. Durante la epidemia se utilizaron por la imposibilidad de que el carpintero dispusiera del número de ataúdes necesario. Dichas angarillas han desaparecido recientemente como consecuencia de alguna reforma realizada en la iglesia y el cementerio.
La angarilla era una plataforma de madera con una balaustrada alrededor, formada por balaustres planos, al estilo de los de los balcones de la zona. Disponía de patas y dos mangos, ''ankak eta aztak, ''y no tenía ruedas. Había una para niños pintada de blanco.
Se empleaba una madera sencilla forrada de tela negra por su parte exterior, presentando el interior la madera vista. El sexo de la persona fallecida no tenía ninguna incidencia en este punto. Los de los ricos se adornaban con pasamanería y flecos. Para los féretros de los niños se usaba tela blanca y ha sido costumbre que también llevaran ataúd blanco los solteros de cualquier edad. La última persona soltera a quien se inhumó con ataúd blanco, que se recuerda, tenía unos 70 años y falleció en los años veinte. En dicho momento hubo discrepancia entre los vecinos que no estaban de acuerdo en que se le enterrara con caja blanca y entre los que opinaban que era la que le correspondía por haber muerto soltero.
Los ataúdes disponían de cuatro mangos de una longitud total de un metro aproximadamente. Sobresalían del ferétro por sus extremos unos 50 cm., en el sentido longitudinal, como una prolongación del mismo. El otro medio metro se clavaba a la base del féretro para sujeción. Eran de gran ayuda en el transporte del cádaver y servían para llevarlo sobre el hombro. ''Kajeak edo atautiak, ankak edo aztak edo andak eukiezan. ''.
Hoy en día los ataúdes los proporciona la agencia funeraria. El servicio del Valle de Orozko lo cubre una empresa de Arrigorriaga establecida también en Llodio. Cuenta en su sede con una sala donde expone los diferentes modelos, presentando una variada gama, desde los de maderas más sencillas hasta los más lujosos, fabricados con maderas nobles como la caoba.
El sacerdote acudía a levantar el cadáver a todas las casas del pueblo, incluso a las más alejadas, rezaba un responso y se formaba la comitiva fúnebre. Ha acudido hasta fechas recientes, incluso cuando el traslado era ya efectuado por la funeraria, pero tal costumbre ha dejado de practicarse en los setenta debido a la escasez de sacerdotes. En ningún caso se procedía al levantamiento del cadáver sin la presencia del cura.
A la Cruz Parroquial, ''Kurtzia, '', a la salida de casa hacia la iglesia, se le envolvía un paño de tela blanco, colocándolo sobre los brazos y con las caídas hacia delante, como si fuera un sudario. También se realizaba esta práctica durante el velatorio, ''begiria. ''. (Ver pregunta 246).
No se conocen casas de acogida en las entradas de los barrios. Los componentes de la comitiva fúnebre se cambiaban de calzado en alguno de los caseríos cercanos a la iglesia, sustituyendo las albarcas por zapatos.
'''II. 252. ¿COMO Y QUIENES CONDUCEN EL FERETRO A LA IGLESIA? ¿EN QUE ORIENTACION LO LLEVAN?'''
Cuatro personas conducían el féretro a la iglesia. Se les llama «''«andarik» andarik''» anderos. Eran solteros cuando el fallecido fuera célibe o casados en el caso de que también lo fuese el muerto.
Si el muerto era un niño, el féretro era llevado por otros niños, sin atender al sexo del fallecido.
El cadáver es conducido con los pies hacia adelante, ''ankaz aurre. ''.
'''II. 253. ¿EXISTEN CAMINOS FIJOS PARA LA CONDUCCION DE LOS CADAVERES? ¿CADA CASA TIENE EL SUYO? ¿COMO SE LLAMA? ¿EL PASO DEL CADAVER POR UNA PROPIEDAD CREA SERVIDUMBRE? ¿Y EL PASO DE LA CRUZ PARROQUIAL Y DEL VIATICO? ¿QUE MEDIOS TIENE EL PROPIETARIO PARA EVITAR QUE TALES ACTOS CREEN SERVIDUMBRE?'''
Para la conducción del cadáver se usaba el camino vecinal, ''Kurtze-bidia, '', llamado también ''eleiz-bidea, '', o ''andabidea. ''.
Se considera que el paso por él del féretro creaba servidumbre, en opinión unánime de los informantes. ''Ezi'lio iñori, astoagaz eta, prohibio eleizbidetik pasetan. ''.
No ocurre lo mismo sobre si la Cruz o el Viático también la crean. Es común la creencia de que el Viático no, pero con referencia a la cruz, según algunos encuestados, el camino por el que pasara creaba un derecho y se convertía en camino libre, ''Kurtzia pasetan zan lekutik deretxo bat egoan, ze bide librea biurtuten zan. ''
A finales de los años sesenta, aún cuando el camino de conducción del cadáver se encontraba impracticable por las lluvias, en evitación de que se constituyera servidumbre de paso, no se permitió que un féretro fuera trasladado por las heredades desde Urebarri a la Parroquia de Urigoiti . Hubo que buscar un camino sustitutorio que daba una vuelta mayor. ''Urebarrin estartatik txarto eta soloetatik pasetako eragozpena egoan, aurrerantzean bide librea gelditu ez daiten eta, ez eutsien pasetan itxi. ''.
No se conocen medios para evitar que se cree servidumbre.
'''II. 255. ¿QUIENES FORMAN EL CORTEJO FUNEBRE? ¿EN QUE ORDEN SE DISPONEN? ¿COMO VISTEN? ¿QUE PRACTICAN? ¿SE HACEN PARADAS EN DETERMINADOS SITIOS? ¿CON QUE FIN?'''
El cortejo fúnebre, ''entierrue, '', lo abría la sacristana que portaba sobre su cabeza un cesto con un pan, ''aurrogie. ''. A continuación iba la Cruz Parroquial, ''Kurtzia, '', seguida de seis hombres, o más, dispuestos en dos filas portando un hacha encendida cada uno. ''Sei kandel (iru batetik, iru bestetik) aberatsak baziren gure dan'kañe. Andariak kajeagaz lau beti, urrunetik bazetozen beste lau kanbiateko. Abadea, monagillo barik. Fameliko andrak, beste andrak, gizonezkoak, etxeko gizonezkoak. ''.
Seguía el féretro que era conducido por cuatro porteadores, ''andarik. ''Si la casa estaba alejada había cuatro más para relevarse. Después el cura, sin monaguillo. A continuación las mujeres de la casa y de la familia, detrás las restantes mujeres, seguidas por los hombres. Cerraban el cortejo los familiares varones.
El sacerdote iba revestido de capa y estola negras.  La familia, de negro y los asistentes con la ropa más oscura que tuvieran, ''Abadeak kapa baliza, estola baltz, etxekoak baltzez be eta jenteak eukiten eban erroparik ilunenagaz. ''. Se recuerda que en el primer tercio de siglo había hombres que asistían con capa.
El cortejo fúnebre se formaba en la casa mortuoria. Algunos asistentes acudían hasta ella pero había quien se incorporaba en los cruceros de los caminos donde el cortejo se detenía para rezar un responso, ''paternosterra errezetearren, '', haciéndose lo mismo delante de las ermitas.
El cortejo se formaba de igual manera fuera el fallecido hombre o mujer, joven o mayor, pero el féretro lo portaban solteros o casados, según el estado civil del fallecido. Los niños llevaban el féretro de otros niños y también la cruz y las velas, pero en el caso de los adultos la cruz la portaba el primer vecino y las velas vecinos fueran solteros o casados.
El pan que llevaba la sacristana metido en un cesto cuando abría el cortejo, ''aurrogie, ''se ponía sobre la sepultura durante el funeral y a la terminación del mismo se quedaba con él. Cuando la familia era de posición ecónomica desahogada portaba dos panes siendo el segundo para el cura.
Las coronas de flores así como los ramos se han introducido recientemente, más o menos con la implantación de la agencia fúnebre, que las proporciona haciendo de intermediaria entre la floristería y los familiares. Son signo de distinción social, ya que el mayor número de ellas muestra el aprecio material o espiritual que disfrutaba el fallecido. Signo similar fue hace unos años el número de sacerdotes que concelebrara, aunque en la actualidad la norma en las parroquias de Orozko es que el oficiante sea un solo sacerdote para que no se produzcan distingos. En  contraposición a las familias que sí desean coronas, es rarísimo el funeral sin ninguna; hay otras que tienen a gala no encargar corona alguna. En estos casos el sentimiento que aflora es que prefieren encargar misas por el difunto que gastar en flores.
Existe un pequeño cortejo que se forma para entrar y salir de la iglesia. El coche funerario llega a la parroquia con una pequeña antelación sobre el horario previsto. Las mujeres que forman la familia próxima entran en la iglesia y los hombres permanecen fuera recibiendo las condolencias de los asistentes. Llegada la hora, el sacerdote sale a la puerta de la iglesia tras la cruz parroquial que es portada por un monaguillo o por el sacristán, y, en su defecto, por un familiar. El féretro es bajado del coche funerario y lo introducen en la iglesia familiares próximos, hijos, nietos, o hermanos, a continuación de la cruz y del oficiante. Siguen las coronas, llevadas por jóvenes que hayan tenido una relación estrecha con el difunto y a continuación la familia. La costumbre es que los asistentes entren detrás pero muchos, ante el temor de permanecer de pie durante el acto religioso, acuden con antelación y se sitúan en el interior de la iglesia.
En la actualidad los funerales son iguales para todos los miembros de la comunidad parroquial, pero hasta el final de la década de los cincuenta se encargaban funerales de diferentes categorías, que se distinguían así:
''Onrrabatekoa '' (''segundia''). ''De segunda. Consistía en: ''Nokturnoa'', ''Mezea'', ''Errespontsoa. ''.
''Onrrabikoa '' (''primerekoa''). ''De primera. Comprendía: ''Nokturnoa'', ''Mezea'', ''Errespontsoa, '', que se duplicaban a continuación. Es decir se celebraban en total dos nocturnos, dos misas y dos responsos.
''Hiru onrrakoa '' (''primerisimakoa''). ''De primerísima. También en este caso se celebraban ''Nokturnoa'', ''Mezea'' y ''Errespontsoa'' que se repetía hasta tres veces.
Los informantes no se ponen de acuerdo y algunos dicen que los funerales de primerísima, ''hiru onrrakoa, '', se celebraban solamente en San Juan de Zubiaur, mas no en San Bartolomé de Olarte.
''Onrrabakoa'' (''meza bat bakarrik, tertzerakoa''). De tercera. Comprendía únicamente una misa. En el final de los 50, esta modalidad ya había dejado de practicarse.
El nocturno que se cantaba difería, siendo más extenso cuanto más importante fuera el funeral.
Estos funerales clasificados como ''Onrrabakoa'', ''Bikoa'' o ''Hirukoa ''dejaron de celebrarse entre los años 58-60. En el final de su existencia se cantaron los nocturnos en el altar mayor al tiempo que se celebraban las misas correspondientes en los altares laterales.
El sentimiento que ha perdurado hasta la actualidad es que a los ricos se les deparaba un funeral diferente que a los pobres porque podían pagarlo y que los denominados funerales de primerísima resultaban interminablemente largos y aburridos. En la actualidad son iguales para todos.
La costumbre de encender velas en la sepultura familiar se ha perdido hacia los años sesenta. El lugar ocupado por la sepultura era siempre el mismo, encargándose cada familia de su cuidado. Se encendían las velas durante la misa para lo cual había que acudir siempre a la misa mayor de la parroquia.
Esta sepultura, ''sepulturia, '', era un pequeño altar que se ponía sobre la sepultura que había sido lugar de enterramiento dentro de las propias iglesias. Se preparaba con un mantel de hilo de unos 50 cm. de lado, adornado con puntilla en su derredor sobre el que se colocaba un porta hachas, con capacidad para varios hachones, aunque la costumbre fuera encender tan sólo tres.
Delante del mismo se situaban dos candelabros con sus velas, que también se encendían. Y en una época anterior, en el comienzo del siglo, se colocaba también una vela de cerilla, ''tiritu, '', enroscada en un pequeño cilindro. Su forma es la de un carrete cuyo eje, un cilindro de 30 cms. de longitud y 12 cms. de diámetro, tiene encajadas sus bases en dos cuadrados de 20 cms. de lado. No presenta patas ni mango. No me han sabido decir el nombre que recibe el soporte en el que se enrosca la cerilla y dudan si la denominación ''tiritu ''es sólo para la cerilla o también para el soporte, ''argi mutile. ''. Hoy día por extensión hay algunos que le llaman ''argizaiola. ''.
Era habitual preservar el mantel blanco, planchado con almidón y encañonada su puntilla, con un paño negro que se colocaba debajo de los candelabros para que recogiera la esperma que desprendieran las velas y no lo mancharan. Las familias pobres encendían una sola vela. (Ver pregunta 264).
Disponían de sepultura en las iglesias solamente los propietarios y eran siempre las mujeres quienes las presidían. En el caso de fallecimiento de un miembro de la casa del inquilino, el amo les cedía la sepultura pero solamente para el novenario. En esas ocasiones, la mujer del inquilino que añadía algún candelabro de su propiedad a los ya existentes, se situaba junto a la mujer del dueño para presidirla.
Cada familia echaba dinero, los responsos, en su propia sepultura, y en los aniversarios, ''arimenondra egunetan, '', también en la sepultura a la que correspondiera la conmemoración. Al final de la misa el cura iba sepultura por sepultura recogiendo el dinero y rezaba padrenuestros a cambio de la cantidad que estuviera establecida. Parece que la perra gorda, 10 céntimos, fue durante años el dinero fijado por cada padrenuestro, para pasar a ser un real en los cincuenta. El tener que quedarse en la sepultura hasta que el sacerdote recogiera y rezara todos los padrenuestros resultaba largo por lo que algunas madres de familia dejaban a sus hijas al frente de la sepultura y ellas marchaban para atender otras obligaciones. Esto de los responsos en las sepulturas fue poco a poco variando. Así, en el final de su existencia, en la década de los 50 y hasta su abolición en los 60, el sacerdote recogía todo el dinero y después, a lo largo de la semana, rezaba los responsos debidos.
Cuando los fallecidos eran niños, las velas de las sepulturas se adornaban durante el tiempo que tardaran en consumirse, con un lazo azul o rosa, distinguiendo así los chicos de las chicas.
 '''II, . 261. ¿QUIENES Y CON QUE CANTIDAD DE CERA CONTRIBUYEN A ALUMBRAR DICHA SEPULTURA? '''
No se contesta.
La familia costeaba y costea los funerales por sus difuntos. Aunque en la actualidad los servicios religiosos sean gratis, para afrontar los gastos derivados por traslados, funeraria, esquelas, coronas y demás, hay familias que tienen contratados seguros para cubrirlos.
El dinero que se echaba en las sepulturas de las iglesias lo recogía el cura quien ofrecía responsos por el alma de los difuntos de la familia. El encargar misas por los difuntos, ''arimenondrak, ''no era práctica muy habitual aunque existían algunas fechas tales como el novenario y los aniversarios en las que sí se hacía. Los inquilinos ofrecían una misa por sus difuntos a los seis meses del fallecimiento y los propietarios al año. ''Errentadoreak seigarren illebetean ateretan eutsin arimenondrea eta etxaunek urtegarrean. ''. Asimismo ha sido costumbre encargar misas gregorianas, ''San Gregorion mezak eukiten daurie inder andie. ''. Solían ser sesenta y se ofrecían en fechas próximas al fallecimiento.
También se confeccionaba anualmente una lista para que los difuntos cuyas familias hubieran pagado al sacerdote una cantidad de dinero, a modo de responso, figuraran en la misma y se leían los nombres de todos ellos en la Misa Mayor. Dejó de practicarse esta costumbre hacia 1958.
Las sepulturas simbólicas se han situado sobre lo que anteriormente fue sepultura real, cuando el enterramiento se efectuaba en la propia iglesia. Actualmente no se aprecian tales sepulturas ya que las parroquias han sido retarimadas pero en la de San Bartolomé de Olarte hay unas planchas de madera en uno de los costados de la nave que bien podrían ser una muestra de aquellos enterramientos.
La sepultura, ''sepulturia, '', (ver preguntas 260, 262) se preparaba con un mantel, el hachero con las hachas y los candelabros con las velas. La cruz parroquial, la del cortejo, se dejaba sobre la sepultura el día del entierro y durante el novenario celebrado por el difunto. También se depositaba sobre la sepultura el pan que había sido portado por la serora, ''aurrogie. ''Algunos relatan que este pan se colocaba con cesto y todo y otros dicen que se depositaba sobre el cesto vuelto boca abajo. Parece ser que en algunas sepulturas siempre había un cestillo dado vuelta, debajo del mantel blanco.
No recuerdan existiera un orden de colocación para que las mujeres de la familia presidieran la sepultura. Generalmente lo hacía una sola pero si asistían más de una se colocaban una al lado de la otra, o detrás si eran más, ya que el espacio correspondiente a cada sepultura no permitía situar más de dos sillas.
La serora encendía las velas de la sepultura familiar el día del funeral y recogía el dinero depositado en ella para entregárselo al sacerdote.
El cementerio recibe los nombres en euskera de ''ortu santue ''o ''kanpo santue. ''. La forma más común de enterramiento ha sido efectuar una fosa en la tierra donde se introducía el féretro que se cubría con más tierra, formándose así un pequeño túmulo. Se marcaba a veces su derredor con alguna señal que podía ser un caminito hecho con la azada, alguna piedra, flor u otra marca que delimitara la sepultura. Al frente se ponía una cruz. A principios de siglo, las más comunes fueron las de madera, hechas con dos tablas ensambladas, pintadas de negro, y blancas para los niños. No tenían inscripción alguna ni tallas, eran muy sencillas, ''olezko kurtziak egoten ziran, figura andi barik, uzen barik. ''. Posteriormente, en la época de la guerra del 36, empezaron a usarse las de hierro con brazos afiligranados que en el vértice de los mismos tenían una placa redonda u ovalada de porcelana en la que se inscribían nombres y fechas del fallecido, para pasar después a ser de granito o mármol. En la actualidad, como sólo se efectúan enterramientos en nichos, se inscriben la cruz, el nombre del difunto, edad, en algún caso el lauburu, u otras alegorías tales como «en recuerdo de... » sobre las tapas frontales de los mismos que también son de granito o mármol.
Al ser los cementerios de la zona pequeños, cuando se llenaba todo su espacio, se desenterraban los cadáveres y se acumulaban todos los huesos en la osera común.
En la parroquia de San Lorenzo de Urigoiti existió un cementerio techado, San Pablo, en cuyo interior se efectuaban los enterramientos. Se clausuró al comienzo de los años sesenta.
Quiero señalar que en el cementerio de Santa María de Zaloa, a pesar de haber dejado de ser parroquia hace años, se han seguido efectuando enterramientos hasta principios de los sesenta. Tenían derecho a ser inhumados en él solamente los propietarios, y los inquilinos habían de ser llevados al cementerio de San Bartolomé de Olarte. Debido al mal estado del ce- menterio cementerio y a los problemas derivados por la distinción que suponía el que los enterramientos se efectuaran en diferentes lugares según nivel social, fue clausurado.
El limbo, ''linboa'', era una zona del cementerio que no se había consagrado como tierra bendita y se reservaba para los niños no bautizados.
No se recuerda haya habido una zona especial para los suicidados, a quienes se enterraba en el cementerio de la misma manera que a los que morían de muerte natural. Añaden que los suicidados, la mayoría por ahorcamiento, tenían derecho a ser enterrados en tierra bendita siempre y cuando aparecieran con los pies rozando el suelo, pero no en el caso en que quedaran colgando en el vacío. Significaba que, al no tocar tierra, no deseaban volver a la tierra, ni consecuentemente tenían derecho a hacerlo. ''Urkituten dana, ankeagaz lurre ukututen ez badau lur sagraduen ezin lei enterratu baina ukutu ezkero bai. ''. He constatado también que en un suicidio acaecido en la segunda mitad del siglo la familia aseguraba que el cadáver había aparecido tocando el suelo con la punta de sus pies.
En este siglo no se recuerda haya habido más que un entierro civil. Se efectuaron unas honras similares a las religiosas y se comenta que al cortejo fúnebre las mujeres acudieron con sus mantillas y rezaron el rosario en el recorrido.
La sepultura en el cementerio la cuida la propia familia, no hay nadie especialmente encargado para tal menester. Hace unos anos lo hacía el sacristán y en la actualidad el consejo parroquial se ocupa de su cuidado.
Se visitan las tumbas el día de Todos los Santos.  Acuden ese día los familiares aunque vivan fuera y son muchos los que llevan flores, formando ramo, corona o cruz.
Antiguamente, el día de ánimas se iba en procesión desde la iglesia y en el cementerio de Urigoiti, en San Pablo, se celebraba misa ese día así como en el día de su fiesta, 30 de Junio. Actualmente en Olarte se celebra la misa de Animas cuando el tiempo lo permite en el cementerio en lugar de en la iglesia.
'''II. 266. ¿QUIENES ACUDEN AL SEPELIO? ¿TOMAN PARTE EN LA OPERACION TODOS LOS PRESENTES? ¿COMO?'''
A la salida del funeral acuden al cementerio el sacerdote y la familia seguida de muchos de los asis- tentesasistentes. Se reza un responso y el féretro es metido en el nicho y se coloca la tapa. Ese mismo día, cuando ya la gente sale del cementerio, o al siguiente, el albañil se encarga de recibir la loseta exterior mejor, haciendo que quede bien sellada.
Cuando los enterramientos se efectuaban en la tierra, después de introducirse el féretro en la fosa, los presentes cogían un puñado de tierra, la besaban y la echaban encima. Quiero resaltar que tal costumbre la practicaban los feligreses de San Lorenzo de Urigoiti, pero no los de la parroquia de San Bartolomé de Olarte.
'''II. 271. ¿TIENE LUGAR ALGUN BANQUETE EN LA CASA MORTUORIA? ¿COMO SE LLAMA? ¿QUE MENU SE SIRVE? ¿ESTA PROHIBIDO COMER CARNE EN TALES OCASIONES? ¿QUIENES SUELEN SER INVITADOS?'''
Efectivamente, ha sido costumbre celebrar un banquete en la casa mortuoria. Hay que tener en cuenta que a los asistentes venidos de fuera no les era posible regresar a sus hogares para la hora de la comida. Se ofrecía un menú sencillo que podía consistir en sopa, un cocido de garbanzos y berza, guisado o bacalao, para terminar con arroz con leche, pucha, o algo similar. Tomaban parte los de casa y los familiares, pre- sididos presididos por el cura a quien también se invitaba. A los entierros acudían solamente los parientes y una persona por casa de entre los vecinos. La mesa se bendecía de la forma habitual.
A los porteadores del féretro, ''andaris, '', al llegar a la casa se les ofrecía bacalao albardado y vino tinto, para que se sintieran fuertes durante el traslado.
En la época final se han celebrado banquetes en las tabernas, descargando a la familia del trabajo que su preparación conllevaba.
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