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En el siglo XVIII fue decayendo esta práctica. Entre sus causas, señala Barragán, estaban la proliferación de otras devociones, las nuevas posturas religiosas y la transformación de la vida material, que supuso una superación de la tradicional dependencia de la agricultura y la casi total desaparición de las plagas a gran escala.
Ya el siglo XIX fue un periodo de constante decadencia y su devoción y culto fue limitándose hasta quedar reducido el de Sorlada a un santuario de categoría regional<ref>Juan José BARRAGÁN, . “Las plagas del campo español...” cit.y la devoción a San Gregorio Ostiense” in CEEN, X (1978) p. 296.</ref>.