Teja, ladrillo y adobe

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Podemos considerar a la teja, el ladrillo y el adobe como tres elementos derivados de la tierra. La fabricación, la procedencia y el uso de la teja se han recogido en el capítulo dedicado al tejado.

En Berganzo (A) el tercer material en importancia a la hora de levantar una casa era la tierra, con la que se fabricaban los ladrillos, las tejas y el adobe. Con la teja se cubrían los tejados, con el ladrillo levantaban los tabiques interiores de las viviendas y con el adobe además de fabricar también tabiques interiores construían los bordes y cabañas necesarios para el desarrollo de la actividad económica de la localidad. Actualmente se utiliza el ladrillo caravista. En Valdegovía (A) la tierra, en sus diferentes formas: adobe, ladrillo o teja, aparece en mayor o menor medida. Los tres se conseguían en el entorno de los pueblos.

En el Valle de Zuia (A) un material importante empleado en la construcción de los caseríos fue la arcilla, que previamente debía ser moldeada en forma de tejas, ladrillos o adobes. Esta transformación se realizaba en lugares que en otro tiempo tuvieron gran profusión en el Valle de Zuia, las denominadas tejeras o tejerías. El ladrillo forma parte, dentro de la casa, de los tabiques de separación de los distintos habitáculos, así como de las soleras de algunas cocinas. Una de las razones por las que el ladrillo no ha sido de gran importancia es debido a la abundancia de otros materiales más resistentes como la piedra. El adobe se ha utilizado como cerramiento de las partes altas de algunos caseríos, así como en cerramientos de las edificaciones auxiliares. En cuanto a la teja el tipo más conocido ha sido el árabe o teja canal troncocónica. La teja curva debe su enorme difusión a la facilidad de su fabricación con cualquier arcilla y en cualquier horno. Otra ventaja la constituye la comodidad para su colocación no requiriendo de piezas especiales o de adaptación en superficies irregulares.

En Bedarona (B) la arcilla se recogía en los montes pues se trata de terrenos arcillosos.

En Gorriti (N) casi todos los materiales de construcción procedían de la localidad. Hacía cincuenta años (la encuesta está publicada en 1963) los tejeros de Ataun (G) fabricaban teja en Gorriti empleando en este menester una temporada cada año. Algunas veces venían también a lo mismo unos tejeros de Oñati (G). En esos años la teja ya se traía de Pamplona y de Zizurkil.

El ladrillo, que con el tiempo se ha convertido en el material más frecuente, también se fabricó en tiempos pasados en las tejerías. Así se ha constatado en la mayoría de las poblaciones encuestadas, donde se recuerda que el que se hacía antiguamente era macizo.

El adobe fue un material frecuente en la zona más meridional del territorio estudiado y al igual que los dos anteriores se fabricaba en las mismas localidades donde se utilizaba.

Según los informantes de Mélida (N) el uso del adobe era el más apropiado porque resultaba de fácil obtención y no dejaba grietas en las paredes por las que los ratones se pudiesen colar en las casas y sobre todo en los corrales. Los de Murchante (N) reconocen que era un buen material por sus cualidades como aislante térmico.

En Berganzo (A) lo revestían con yeso y en ocasiones se dejaba del color del propio yeso y en otras se pintaba de blanco o de ocre.

Para preparar los adobes o adobas (nombre que reciben en Allo, Artajona, Mélida y Murchante-N) se recurría a tierra arcillosa (Berganzo-A; Sangüesa-N), arcilla (Améscoa, Mélida, que denominan buro, Murchante-N) o barro (Allo, Añana, Artajona, Mirafuentes-N), es decir, tierra de las orillas de los ríos (Moreda-A). Este material se amasaba con agua, de ahí que esta labor se realizase junto a una acequia (Allo, Artajona-N) o en la balsa de la tejería del pueblo (Mirafuentes-N). En Moreda (A) el barro y la paja se amasaban en el suelo. En Mélida (N) había una zona concreta del pueblo donde se cavaba la tierra y se mezclaba con agua, amasándola con los pies; cada poco tiempo se le daba la vuelta con la azada hasta convertir la masa en barro.

A esta mezcla se le añadía paja (Berganzo, Moreda-A; Sangüesa-N) que en Artajona (N) indican que era menuda. En Mélida (N) transportaban hasta el lugar donde preparaban la masa cuatro o cinco sábanas de paja. En Añana (A) se añadía este material para que los adobes no se deshiciesen, y en Améscoa y Mirafuentes (N) paja de centeno para conferirles más consistencia. En Allo (N) la mezcla compacta de barro y paja menuda recibía el nombre de cemento golondrino.

En Mélida (N) después se echaba la mezcla en una carretilla y se acarreaba hasta donde estaban los moldes. Se introducía en éstos y se podían hacer dos adobas a la vez. Los moldes eran de madera (Berganzo-A; Améscoa, Sangüesa-N). En Berganzo (A) utilizaban un molde dividido en tres o cuatro pozos de 30x30 o de 12x24 cm cada uno. En Murchante (N) se le daba forma en la tejería del pueblo con un molde rectangular en cuyo centro había una travilla, de tal manera que con cada molde se hacían dos adobes. En Sangüesa (N) también se fabricaban de dos en dos mediante un molde con asas exteriores. En Allo (N) mediante los moldes se confería a la masa la forma de un ladrillo macizo. En Artajona (N) ayudándose de azadas, ponían la masa en moldes de madera, de los que salían dos piezas cada vez, después de apelmazar el barro y de rasearlo con las mismas azadas.

Una vez moldeadas las piezas de adobe se ponían a secar al sol (Añana, Moreda-A; Allo, Améscoa, Sangüesa-N), tendidas en el suelo (Artajona-N) durante cuatro o cinco días (Mélida-N). Una vez secas se transportaban al pueblo para emplearlas en la obra (Artajona) ayudándose para ello de carros (Mélida).