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Los preparativos para el camino eran bastante sencillos. Los burros se aparejaban con los espalderos o pellejos de oveja (dos para cada pastor), que se colocaban bajo el baste de madera o jalma. Sobre éste se cargaba la ropa, el caldero, los cuezos o vasijas de hojalata con asa para recoger el agua y la comida.
Al despuntar el día se iniciaba la marcha. El orden de ésta siempre ha sido el siguiente: delante van los ''irascos'', que marcan el paso y arrastran al rebaño por la dirección que marca el pastor (antaño el mayoral), que les precede y desempeña la función de guía. Detrás van las cabras, después las ovejas y finalmente los burros o caballerías que llevan el ''companaje'', es decir, la comida y las vituallas (la ropada), al cargo de los ''burriqueros'', como les llamaban en Roncal. Todo el ganado va flanqueado por dos o más perros y otro u otros pastores. En otro tiempo, cuando existían los zagales, se situaban a la zaga, arreando a las ovejas para que no se despistase ninguna.
En otro tiempo, la ''tendida ''o paso de los ganados trashumantes por las localidades suscitaba entre los lugareños multitud de conversaciones y pareceres sobre el aspecto del ganado, tamaño del rebaño, calidad del pelaje, etc. Hoy en día esta curiosidad ha desaparecido y su paso más bien constituye una molestia. Los roncaleses guardan recuerdo de los problemas que los rebaños originaban a su paso por el núcleo urbano de Sangüesa, donde, por ser la fecha de la festividad patronal, coincidían con la salida del público de la plaza de toros de la localidad.
Llueva o nieve, cuando los pastores han ido de cañada siempre han pernoctado a la intemperie junto al rebaño, para evitar que se dispersara durante la noche y poder espantar a los zorros que estaban al acecho de los corderos. Dormían en el suelo en una cama de saco y pieles de oveja. Ahora, a lo más se cobijan en una cabaña de las que jalonan la ruta o en una tienda de campaña. La excepción la hacían los roncaleses cuando pernoctaban en Sangüesa, parada importante de la cañada, donde solían dormir en una pensión. Por la noche aprovechaban para salir de juerga y gastar dinero, provocando no pocas disputas y alborotos. Actualmente no faltan en la furgoneta los sacos de dormir y las mantas.
Como los rebaños eran tan numerosos, tenían tendencia a juntarse y mezclarse. De hecho, estaba mal visto que un grupo se separara o tomara la delantera. También los pastores se solían juntar para comer y dormir. Por ello era necesario hacer frecuentes recuentos; a la hora de la comida se procedía a identificar a los animales y separarlos. Hoy día que el Fig. 195. Descanso de los pastores camino de las Bardenas (N). número de pastores por rebaño es menor también es preciso hacer frecuentes recuentos para comprobar si alguna cabeza se ha extraviado. En caso de que alguna oveja resulte herida durante el camino, se deja atada a una cabaña y se da aviso para que una furgoneta pase a recogerla.
El sustento tradicional de los pastores de cañada constaba de cabezones de pan seco y algo de sebo para hacer las migas. Para desayunar, agua y pan, y para comer y cenar, migas. Las comidas se hacían siempre en lugares fijados de antemano. El burriquero se adelantaba y para cuando llegaban ya estaba preparada, costumbre esta hoy desaparecida. Cuando no les transportan la comida en vehículo a puntos prefijados, los pastores llevan ellos mismos el alimento para todas las etapas. Éste se compone de algún plato previamente cocinado en casa (albóndigas, ajoarriero, carne guisada, etc.), o que sea fácil de preparar (migas) o bien alimentos que se conserven durante varios días (queso, fruta, vino...).
En el término de Carcastillo confluyen los rebaños procedentes de Roncal y Salazar que bajan de los Pirineos por la Cañada Real de los Roncaleses y la Cañada Real de Murillo el Fruto a Salazar respectivamente. El punto de mayor entrada de ganado en las Bardenas se registra en el lugar de El Paso por donde en el año 1990 entraron 12.000 cabezas. Poco antes de la llegada, la marcha se hace lenta para que los ganados no se junten. Incluso deben esperar parados a que se dé la orden de entrada.
Una vez que entran en las Bardenas, los ganados se van dispersando por las tierras. Cada cual se va a su corral y su majada. Existe un pacto tácito por el que cada rebaño tiene reservada su zona de pastos, costumbre que también ha sido practicada en otros muchos lugares de Vasconia según se ha recogido en nuestras encuestas. Ahora bien, es preciso dejar alguna señal de que el corral y los pastos que le corresponden están ocupados: se ponía a la vista un caldero y un pellejo de oveja o cualquier prenda de vestir vieja. De todas formas, los que van al S, a La Bardena Negra, todavía tardan más de dos días en llegar, siguiendo el discurrir de la cañada por tierras bardeneras. Bastantes más jornadas tenían que cubrir quienes continuaban a tierras aragonesas, a las localidades de Epila, Almunia o a los alrededores de Zaragoza, que tardaban hasta quince días.
A finales de la primavera, hacia el mes de junio, el regreso se hace mucho más rápido que la bajada, pues en dos jornadas se llega hasta Lumbier o Sangüesa. Por lo general se vuelve con más ganado del que se ha bajado, pues las ovejas han parido en la invernada. No obstante, la venta de corderos en los pueblos limítrofes de las Bardenas puede hacer que el número se nivele. A la vuelta los pastores tienen que ordeñar a diario las ovejas que han parido más tarde, que en Roncal denominan ''ternasqueras'', para que no se les sequen las ubres. Como no se puede aprovechar, se la dan a los cañaderos o guardas de la cañada, de los que más adelante se tratará. Los pastores salacencos acostumbran a retornar el ganado en camiones<ref>A finales del siglo XX, según datos recabados de los informantes, el regreso hasta Otsagabia les suponía un gasto de 160.000 ptas. para 700 cabezas.</ref>.
La presencia de roncaleses y salacencos en las Bardenas, así como la actividad pastoril en general, han dejado una fuerte huella en la toponimia local<ref>GOBIERNO DE NAVARRA. «Bardenas Reales» in ''Nafarroako toponimia eta mapagintza. Toponimia y cartografía de Navarra ''XV. Pamplona, 1993.</ref>. A la primera se pueden atribuir topónimos como La Roncalesa, Punta de La Roncalesa, Camino de los Roncaleses, Fuente de la Roncalesa, etc.; en la segunda tienen su origen nombres como Las Barreras, El Cubilar, El Majadal, Las Contaderas, etc. Por otra parte, la trashumancia secular de pastores pirenaicos vascófonos explica la frecuente presencia de topónimos de raíz euskérica en la zona, tales como El Belcho, Landarregia, Landazuria, Monteartea, Piskerra, Txirimendia, etc.
En este apartado se incluyen los desplazamientos que llevan a cabo algunos rebaños en busca de las hierbas de las corralizas y demás pastos de arriendo. Los ganaderos tratan de aprovechar al máximo los pastos comunes en la localidad de origen, en las Bardenas o en la sierras de Urbasa y Andia, intentando reservar para las épocas más adversas del invierno los pastos arrendados en corralizas y huertas a precios altos, de los cuales pueden disponer sin competencia.
La principal vía de comunicación para estos movimientos era antaño la Cañada Real de Milagro a Aezkoa, que atravesaba Navarra de SW a NE. Por ella se marchaba a hacer corralizas a determinados pueblos de la Navarra Media. Esta cañada ha estado en uso hasta mediados de los años ochenta, pero al construirse las variantes y rondas de Pamplona quedó cortada a la altura de la cuenca, habiéndose convertido hoy día en paseo recreativo de algunas localidades como Urroz, Zolina, Beriain[[#ftn13|[13]]].<ref>GOBIERNO DE NAVARRA Y NAFARROAKO ARDIBIDEEN LAGUNEN ELKARTEA/ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE LAS CAÑADAS DE NAVARRA.''Cañadas de Navarra. Los informantes recuerdan la itinerancia desde Aoiz hacia Cirauqui y Oteiza de la Solanacaminos más antiguos''. Algunos pastores Mapa general de Garde (Valle de Roncal) no trashumaban a las Bardenas, sino que llevaban directamente sus ganados a las hier- bas Cañadas de Viana y MendaviaNavarra. Los pastores de Urraúl Alto bajaban sus rebaños en invierno a CásedaPamplona, Gallipienzo y Carcastillo1994.</ref>... En Larraun todavía, haciendo el traslado en camiones, lle-
Comprende los desplazamientos de los rebaños de los Pirineos occidentales de Vasconia continental y de allende los Pirineos hacia los pastos de invierno de las zonas bajas.
El origen de estos movimientos es remoto. Existen noticias documentales que hablan de cómo los pastores vascos llevaban sus rebaños a invernar a las landas de Gascuña. Por su parte, en la Edad Media los monjes de Roncesvalles enviaban en invierno sus hatajos más allá del río Adour. Estos derechos de pastos fueron confirmados en 1233 y 1242. También está constatada en época medieval la costumbre de los roncaleses y salacencos de llevar sus ovejas en invierno hacia las landas de Burdeos[[#ftn17|[17]]]<ref>Juan THALAMAS LABANDIBAR. «El colectivismo de los pastores vascos» in ''Yakintza'', XVI (1935) p. 396.</ref>. En los albores del siglo XIX trashumaban los ganados ovinos y parte de los bovinos, a comienzos del s. XX practicaban esta gran trashumancia alrededor de 20.000 cabezas, y hoy día ha quedado muy reducida y restringida al ovino.
Las comarcas donde se practicaba esta itinerancia hacia 1930 se dividían en dos grupos[[#ftn18|[18]]]<ref>LEFÈBVRE, ''Les modes de vie dans les Pyrénées atlantiques orientales, ''op. cit., pp. 496 y ss.</ref>:
Grupo del Este: comprendía las localidades de Santa-Grazi y Larraiñe (Z). Se trataba de una trashumancia hacia el valle de Barétous y Oloron, «à la ribère» –decían utilizando la expresión bearnesa–, que practicaban sólo el mes de marzo en los años en que la primavera era más dura que de costumbre.