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Tributo al novio forastero

312 bytes añadidos, 16:11 10 abr 2019
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En Lezaun (N) los novios que venían a la localidad a ''cortejar'', esto es, a ver a la novia, estaban muy mal considerados. Cuando dejaban a la chica era muy corriente que les aguardasen en el camino de vuelta a sus pueblos y les tiraran alguna piedra, pero esto se hacía más por seguir una tradición que con la pretensión de hacerles daño.
 
 
 
 
 
En algunas localidades empleaban además de los apedreos otras formas de agresión contra los muchachos foráneos.
En Apodaca (A) a los muchachos que acompañaban a sus novias a otras poblaciones cuando volvían los apedreaban en las esquinas. Los informantes de Apodaca dicen que en esta localidad nunca se hizo esto y añaden que tras el asentamiento de la escuela concentrada desaparecieron las rivalidades entre los pueblos ya que todos se conocían desde pequeños.
En Moreda (A) les ponían piedras en las carreteras de acceso a la villa con el fin de que se cayeran de la bicicleta o de la motocicleta. A su vez cuando los de Moreda iban a otros pueblos les ocurría algo parecido. Un informante recuerda cómo en una ocasión en que fueron a Aras, los de este pueblo les cruzaron en la carretera una enfardadora con las varas atravesadas. A los muchachos de fuera les "echaban disparates y juramentos" y en algunas ocasiones les llevaban a las bodegas como si fueran los mejores amigos pero con la intención de "ponerles chispos", esto es, emborracharlos, y que de este modo las chicas de la localidad les aborrecieran. También era costumbre bautizar al forastero que viniera a casarse a Moreda con algún mote. En Obanos  NOVIAZGO (N) a los novios que venían de fuera enseguida se les ponía mote y eran objeto de crítica por parte de las chicas. En Lekunberri (BN) se les recibía a pedradas o a bastonazos.
En Urduliz (13B) aunque normalmente al novio forastero no se le ponía ninguna traba y era aceptado como uno más por el resto de los muchachos, también había algunos a los que no les gustaba que las chicas del pueblo se emparejaran con mozos de fuera y les hacían alguna trastada cuando volvían de acompañar a la chica a su casa. Esto ocurría en los años treinta y cuarenta. En los cincuenta y sesenta el único caso en que los chicos se sentían molestos era cuando con motivo de las fiestas llegaba al pueblo un grupo de mozos de otra localidad. Hoy en día los jóvenes tienen mucha más movilidad y esto facilita que puedan conocer gente de distintos pueblos.
En algunas localidades se han constatado casos en que se llegó a propinar una paliza al forastero.
En Beasain (G) no se recuerda que los jóvenes de la localidad impusieran tributo al novio forastero, pero algunos de la comarca sí lo pagaron en propia piel por ocurrírseles salir con alguna chica de Zegama. Y no fue sólo un caso aislado que un chico que regresara por la noche a pie o en bicicleta a su pueblo se encontrase con una cuadrilla de jóvenes zegamarras que le aguardasen en la carretera para propinarle una buena paliza.
En algunos casos las ofensas se mantenían incluso una vez que la pareja había contraído matrimonio. En el Valle de Elorz (N) un vecino relató que él, a principios de siglo, siendo vecino de Otano desposó a una mujer natural y vecina de Elorz. A algunos mozos no les gustó que un forastero se casase con una muchacha del pueblo, pese a que el novio iba a ser, a partir de entonces, vecino del mismo. Y en los anocheceres durante una temporada, los nuevos contrayentes tuvieron que soportar canciones poco gratas, alguna que otra pedra- da pedrada a las ventanas del domicilio conyugal y otras lindezas<supref>12 Javier LARRAYOZ. “Encuesta etnográfica del Valle de Elorz (2ª parte)” in CEEN, VI (1974) p. 78.</supref>.
En Allo (N) se ha constatado la situación inversa a la descrita hasta aquí. No era bien visto entre las muchachas que algún chico del pueblo cortejara a una moza forastera ya que se decía que en Allo las tenían "muchas y mucho majas". En el caso contrario las relaciones del novio forastero con los demás vecinos eran más bien escasas, algunos incluso le negaban el saludo.
En otras poblaciones las agredidas eran las muchachas. La razón puede ser la aducida por los informantes de Artziniega (A), según éstos cuando una joven empezaba a salir con uno de fuera se tomaba como un desprecio por su parte, como si en el pueblo no hubiera chicos. Los jóvenes de Burunda (N) a mediados de este siglo todavía apedreaban por el camino a las mozas que volvían a sus casas con chicos de los pueblos vecinos<ref>José Mª SATRUSTEGUI. '' Comportamiento sexual de los vascos. ''San Sebastián, 1981, p. 204.<sup/ref>3.  En Gatzaga (G) cuando el pretendiente no era natural del pueblo, los jóvenes se preparaban a defender sus derechos, incluso a pedradas, persiguiendo y amenazando a la pareja<ref>Pedro Mª ARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. ''San Sebastián, 1986, p. 130.</supref>.  
En Gatzaga (G) cuando el pretendiente no era natural del pueblo, los jóvenes se preparaban a defender sus derechos, incluso a pedra-
4 das, persiguiendo y amenazando a la parejal .
Para evitar que le siguiesen agrediendo, el chico venido de fuera debía ofrecer a los mozos del pueblo alguna compensación.
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