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Vasconia continental5

1 byte añadido, 08:08 2 mar 2020
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El regreso del cortejo a la casa mortuoria conllevaba el rezo de oraciones o bien en la habitación del difunto en Lapurdi o bien ante un fuego simbólico que se encendía delante de la casa en Behe-Nafarroa. Estos ritos han pervivido hasta los años sesenta.
En Sara (L), una vez introducido el féretro en el sepulcro perteneciente a la casa del difunto, los componentes del cortejo desfilaban delante de él y salían a la calle. Aquí se detenían formando fila en el camino de la casa mortuoria. Cada uno rezaba en voz baja alguna oración, como ''Paternoster, Requiem'', o ''De profundis'', y se disolvía el cortejo. Tan sólo los forasteros y los parientes del difunto, a invitación del ''leenatea ''-primer vecino-, volvían a la casa mortuoria. Al pasar por el lugar donde había sido[[Quema_del_jergon._Lastaira_erre|quemado el jergón]] de la casa del difunto o el manojo simbólico de paja, se detenían delante de los residuos de la combustión, se santiguaban y rezaban por el muerto. Entraban en la casa mortuoria junto con el ''leenatea y ''su mujer y hacían la refección llamada, ''mezatako bazkaria, ''la comida de las misas.
En Itsasu (L), tras las exequias, la familia y algunas personas cercanas como el primer vecino regresaban a la casa del difunto donde eran acogidos por la vecina que había estado al cuidado de la casa y ocupándose de la comida fúnebre. Iban, y van todavía, directamente a la habitación del difunto para con un cirio encendido -uno de los que sirvió en el velatorio-, rezar por el muerto. Esta oración se hace sin la presencia del sacerdote.
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