Cambios

Vasconia peninsular

1 byte eliminado, 12:29 9 ene 2019
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También en Durango (B), cuando se implantaron las funerarias en la década de los años cuarenta, éstas engalanaban el portal de la casa del difunto con colgaduras negras con galones dorados y las letras RIP. Cuando llegaba el sacerdote al levantamiento del cadáver, tras el rezo del responso, el féretro era cargado a hombros de los anderos. En esta misma localidad vizcaina se ha recogido que si el difunto era de zona urbana el sacerdote o sacerdotes, dependiendo de la categoría del entierro, acompañados del sacristán mayor ''y ''uno o dos monaguillos llamados «sacristanes ''txikitos», ''se personaban a la puerta de la casa para proceder al levantamiento del cadáver. Acudían también tres seroras llevando candelabros y un pequeño crucifijo que colocaban junto al cuerpo del difunto que se hallaba sobre una mesa cubierta con un paño negro.
En Murelaga (B), a la hora fijada, acudían a proceder al levantamiento del cadáver el sacerdote con el sacristán, éste portando un gran crucifijo de metal y dos monaguillos con ciñales. Al llegar el sacerdote entraba en la habitación mortuoria y empezaba a recitar el salmo de los difuntos. Los portadores del ataúd lo levantaban ''y ''sacaban fuera. El sacerdote entonaba entonces el salmo ''Miserere<''<ref>William A. DOUGLASS. ''Muerte en Murélaga''. Barcelona, 1973, pp. 45-46.</ref>.
En Lezama (B) al día siguiente del fallecimiento, a la hora prefijada, los familiares, vecinos y conocidos del difunto se concentraban en la casa de este último. Cuando llegaban el cura ''y ''el sacristán se congregaban en torno al cadáver y el sacerdote rezaba un responso.
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