Cambios

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Las ofrendas a los difuntos también se han modificado a lo largo del siglo. Antaño era común llevar velas y pan a la sepultura del interior de la iglesia. Con posterioridad se abandonaron las ofrendas de esta naturaleza o se trasladaron en algunas localidades, al menos en lo referente a las luces, a las sepulturas reales del cementerio, y más adelante fueron sustituidas por las flores. Por lo tanto han sufrido una evolución paralela a la experimentada por el resto de ofrendas efectuadas durante el funeral y en las fechas posteriores al mismo.
 
El día de Todos los Santos, una vez concluida la misa mayor de la mañana, se rezaba un responso general. Este día no se solía celebrar misa de difuntos, pero por la tarde se rezaban vísperas de difuntos ya que litúrgicamente hacían referencia al día siguiente.
[[File:7.209 Responso en la iglesia. Amezketa (G) 1984.jpg|frame|Responso en la iglesia. Amezketa (G), 1984. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.]]
 
El día de Todos los Santos, una vez concluida la misa mayor de la mañana, se rezaba un responso general. Este día no se solía celebrar misa de difuntos, pero por la tarde se rezaban vísperas de difuntos ya que litúrgicamente hacían referencia al día siguiente.
Por lo que respecta a las flores, los más ancianos de Aria (N) recuerdan que la costumbre de llevarlas al cementerio se inició en unas pocas casas durante la última guerra civil, cuando se dejaba alguna sobre la tumba de un ser querido muerto en el frente. El hecho no era tan habitual como ahora, ya que esta costumbre comenzó a generalizarse a partir de la década de los sesenta, cuando personas del pueblo que vivían en la capital comenzaron a enviar ramos.
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