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La casa y el fuego del hogar

No hay cambio en el tamaño, 09:55 26 feb 2019
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En Larrabetzu (B), Barandiarán recogió que las ánimas de los antepasados, al regresar a su antigua casa el día de Nochebuena, dejaban las huellas de las plantas de sus pies en la ceniza del hogar. Por ello esa noche, antes de ir a dormir, se debe apilar la ceniza del fuego bajo y a la mañana siguiente hay que inspeccionarla para comprobar cómo han vuelto a visitar la casa los antepasados<ref>AEF, III (1923) pp. 42-43.</ref>.
 
[[File:7.252 Ezkaratzea.jpg|frame|Ezkaratzea. Fuente: AA. VV. Euskaldunak. Tomo III. San Sebastián, Etor, [1988]. Fot. J.J. Goiburu. / Tomos III y IV [1988]. Foto X. Otero.]]
En Zeberio (B) se recopila un relato humorístico en que la dueña de la casa es llamada por un difunto a través de la chimenea. Un día le pregunta dónde está, y el ánima le contesta que en el interior de la chimenea, que mire por encima del llar. La mujer se asoma y ve por el agujero la «luna llena», y se lamenta de que antes el difunto tenía dos vivos ojos y ahora sólo uno y oscuro: «''gizontxua, leen begi zoli eta eder bi zeunkazan baia orain bat eta bera iluna baiño ez deutsut ikusten!''».
 
[[File:7.252 Ezkaratzea.jpg|frame|Ezkaratzea. Fuente: AA. VV. Euskaldunak. Tomo III. San Sebastián, Etor, [1988]. Fot. J.J. Goiburu. / Tomos III y IV [1988]. Foto X. Otero.]]
En Elosua (G) narran el caso de una madre que observa desde el exterior de la casa a través de la ventana a su hijo aparecido, que está en el interior, «''ildako semia bentanan barrutik azaldu jakon''».
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