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Trashumancias invernales mayores

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Los rebaños que han bajado de los pastos de montaña se preparan para la marcha. Antes de amanecer se recogen los animales y se busca a los que se han podido extraviar por el monte. Se cambian las esquilas habituales por grandes cencerros o trucos de bronce, ornamentados con chinchetas doradas, desplazándose a veces hasta Jaca para conseguir los más llamativos y solamente se los quitaban en señal de luto por el fallecimiento de un familiar. Los pastores de Roncal exhiben así el poderío de sus rebaños. Los machos cabríos denominados ''irascos'', también ''chotos ''y ''castrones'', en los valles de Roncal y Salazar, y ''cabezones ''en Urraúl Alto, que servían de guía, se adornaban también con banderolas. Estos animales antaño alcanzaban un número de entre 15 y 20 por rebaño, pero hoy día se ha limitado su presencia por los daños que provocan en la vegetación. El resto del rebaño conserva los cencerros que usan normalmente.
[[File:3.193 Colocando los cencerros a los chotos al inicio de la trashumancia a las Bardenas (N).jpg|framecenter|600px|Colocando los cencerros a los chotos al inicio de la trashumancia a las Bardenas (N). Fuente: Etniker Navarra (Iagoba Manterola), Grupos Etniker Euskalerria.]]
Los preparativos para el camino eran bastante sencillos. Los burros se aparejaban con los espalderos o pellejos de oveja (dos para cada pastor), que se colocaban bajo el baste de madera o jalma. Sobre éste se cargaba la ropa, el caldero, los cuezos o vasijas de hojalata con asa para recoger el agua y la comida.
Llueva o nieve, cuando los pastores han ido de cañada siempre han pernoctado a la intemperie junto al rebaño, para evitar que se dispersara durante la noche y poder espantar a los zorros que estaban al acecho de los corderos. Dormían en el suelo en una cama de saco y pieles de oveja. Ahora, a lo más se cobijan en una cabaña de las que jalonan la ruta o en una tienda de campaña. La excepción la hacían los roncaleses cuando pernoctaban en Sangüesa, parada importante de la cañada, donde solían dormir en una pensión. Por la noche aprovechaban para salir de juerga y gastar dinero, provocando no pocas disputas y alborotos. Actualmente no faltan en la furgoneta los sacos de dormir y las mantas.
[[File:3.194 Descanso en la cañada de los roncaleses.jpg|framecenter|600px|Descanso en la cañada de los roncaleses. Fuente: Etniker Navarra (Iñaki San Miguel), Grupos Etniker Euskalerria.]]
Como los rebaños eran tan numerosos, tenían tendencia a juntarse y mezclarse. De hecho, estaba mal visto que un grupo se separara o tomara la delantera. También los pastores se solían juntar para comer y dormir. Por ello era necesario hacer frecuentes recuentos; a la hora de la comida se procedía a identificar a los animales y separarlos. Hoy día que el número de pastores por rebaño es menor también es preciso hacer frecuentes recuentos para comprobar si alguna cabeza se ha extraviado. En caso de que alguna oveja resulte herida durante el camino, se deja atada a una cabaña y se da aviso para que una furgoneta pase a recogerla.
Uno de los puntos más peligrosos de la Cañada de los Roncaleses es la Sierra de Leyre. Antaño en ella se emboscaban leñadores y carboneros que pugnaban por robar alguna res. Por ello los pastores solían ir armados. Hoy día no existe este peligro, pero sí el del empinado y pedregoso descenso por la solana de la montaña. Se recuerda una especie de rito de iniciación para los zagales que hacían su primera trashumancia y que consistía en lo siguiente: en el tiempo en que el monasterio de Leyre estaba todavía en ruinas, antes de su restauración en el decenio de los cuarenta, se les obligaba a bajar con piedras desde lo alto de la sierra para contribuir a su reconstrucción.
[[File:3.195 Descanso de los pastores camino de las Barcenas (N).jpg|framecenter|600px|Descanso de los pastores camino de las Barcenas (N). Fuente: Etniker Navarra (Iagoba Manterola), Grupos Etniker Euskalerria.]]
Al pasar Leyre, aparecen los primeros sembrados y los mojones de cañada menudean para dejar bien señalado por dónde pueden transitar los hatos de ovejas. A partir de aquí la tarea de los pastores se complica, pues los rebaños «deben guardar pan y vino», es decir, no pueden invadir sembrados y viñas y hay que estar al tanto del tráfico en el tramo de cañada que coincide con la carretera entre Yesa y Javier. De todas formas, en el rebaño solían llevar carneros capados, llamados ''mansos'', para que guiaran el atajo de corderas y evitar en los posible que entraran en los campos de trigo y fueran ordenadamente por los caminos.
Antiguamente y desde 1596, a la entrada y salida de los ganados, los días 13 de noviembre y 26 de abril, se celebraban mestas en las que se juntaban todos los ganados que habían entrado para examinarlos y tomar juramento a los pastores<ref>Alfredo FLORISTÁN. «Juntas y mestas ganaderas en las Bardenas de Navarra» in ''Actas del Primer Congreso Internacional de estudios pirenaicos (San Sebastián, 1950). ''Tomo V. Zaragoza, 1952, pp. 115-116.</ref>. Fueron abolidas en 1817-18 por las Cortes de Navarra. Seguidamente se organizaba una feria, a veces hasta de seis jornadas de duración, en la que se vendía ganado y había toda clase de comercio, al que acudían gentes de muchos lugares. Las ferias desaparecieron junto con las mestas, si bien ha quedado su recuerdo en la toponimia bajo la forma El Ferial. A mediados del siglo XX la confluencia en la entrada de los rebaños daba lugar a una pequeña feria en el lugar de El Paso. En la actualidad el día de la entrada los curiosos, vecinos y autoridades se agolpan para ver pasar los ganados. A continuación se celebra un almuerzo popular con degustación de productos de la tierra (chistorra, queso, etc.), ofrecido por la Junta de Bardenas.
[[File:3.196 Rebaños entrando en las Bardenas (N) 18 de septiembre de 1998.jpg|framecenter|600px|Rebaños entrando en las Bardenas (N), 18 de septiembre de 1998. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.]]
A finales de la primavera, hacia el mes de junio, el regreso se hace mucho más rápido que la bajada, pues en dos jornadas se llega hasta Lumbier o Sangüesa. Por lo general se vuelve con más ganado del que se ha bajado, pues las ovejas han parido en la invernada. No obstante, la venta de corderos en los pueblos limítrofes de las Bardenas puede hacer que el número se nivele. A la vuelta los pastores tienen que ordeñar a diario las ovejas que han parido más tarde, que en Roncal denominan ''ternasqueras'', para que no se les sequen las ubres. Como no se puede aprovechar, se la dan a los cañaderos o guardas de la cañada, de los que más adelante se tratará. Los pastores salacencos acostumbran a retornar el ganado en camiones<ref>A finales del siglo XX, según datos recabados de los informantes, el regreso hasta Otsagabia les suponía un gasto de 160.000 ptas. para 700 cabezas.</ref>.
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