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La inhumacion. Lurra ematea

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En Ribera Alta (A) eran los mozos que llevaban a hombros el ataúd hasta la iglesia, los que lo introducían en la fosa. En Apodaca (A) los mozos se encargaban igualmente de descender el féretro y de darle tierra.
[[File:7.187 Pipaon (A) 1990.jpg|framecenter|600px|Pipaón (A), 1990. Fuente: Pilar Alonso, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Berganzo (A) era el enterrador quien cavaba la fosa. El ataúd se bajaba con dos cuerdas. En Getaria (G) también se ocupaban de esta labor los enterradores, siendo ayudados en algunas ocasiones por otras personas. En Beasain (G) descendían el féretro uno de estos personajes y otros tres asistentes al sepelio. Inmediatamente el primero lo cubría con tierra y colocaba los ramos y coronas que hubiera. En Moreda (A) los familiares y amigos del difunto ayudan a esta persona a depositar el ataúd en la fosa o en el interior del nicho.
A partir de los años noventa algunos grandes cementerios como el de Bilbao, situado en Derio (B), comenzaron a ofrecer un servicio de incineración de los cadáveres. Aunque todavía son contados los cuerpos que se incineran, su práctica se va incrementando (1994).
[[File:7.188 Apodaka (A) 1990.png|framecenter|600px|Apodaka (A), 1990. Fuente: Isidro Sáenz de Urturi, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En algunas localidades, recientemente, se han comenzado a inhumar en panteones familiares los restos incinerados, quedando las cenizas depositadas en un ánfora o urna funeraria (Durango-B). En Obanos (N) el año 1991 fueron enterradas, en una urna funeraria, las cenizas de un hijo del pueblo que había muerto fuera y cuyo cuerpo había sido incinerado.
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