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La existencia de clases en los funerales es, con todo, anterior a esta fecha si bien con una escala diferente. A fines del siglo XVIII en las parroquias y conventos de Bilbao estaban establecidas cinco clases de entierros. El más modesto de ellos era el entierro de primera clase con asistencia de seis sacerdotes y coste de 50 reales; el de más boato el de quinta clase al que asistía todo el Cabildo y por el que se pagaban 1048 reales. Vide ''Escritura de Concordia entre la M.N. Villa de Bilbao, y el Venerable Cabildo Eclesiástico de ella, sobre derechos de funerales''… ''1º de Abril de 1799''. Bilbao, 1799, pp. 22 y ss.</ref>.
Al parecer esta escala se estableció en correspondencia a las posibilidades económicas y al rango social de las familias. En Berganzo (A) se indica que los funerales de primera clase correspondían a la «gente pudiente», los de segunda a la «gente media» y los de tercera a la «gente pobre». La misma apreciación se hace en Telleriarte-Legazpia (G), Amorebieta-Etxano y Lemoiz (B). [[File:7.130 Zerain (G) 1990.jpg|center|600px|Zerain (G), 1990. Fuente: Karmele Goñi, Grupos Etniker Euskalerria.|class=nofilter]]
Los entierros de primerísima clase que denotaban una categoría superior fueron más propios de los núcleos urbanos. Esta modalidad se constata sobre todo en villas como Bermeo, Bilbao, Durango, Portugalete (B), Andoain, Beasain, Hondarribia, Oiartzun, Zegama (G) y en valles como Carranza y Orozko (B) donde residían familias de cierto abolengo.
También existió, por debajo de la escala más común, una clase de entierro gratuito destinado a aquéllos que carecían de todo recurso. En Sangüesa (N) se le denominaba «entierro de ánimas», en Salvatierra (A) «entierro de pobre», en Bilbao y Hondarribia (G) «entierro de caridad» y en Portugalete (B) «entierro de misericordia». En otros lugares estos entierros correspondían a los de cuarta clase (Mélida, Monreal-N y Apodaca-A). En Abadiano (B) anotan que se hacían entierros de tercera clase a aquellos muertos «que carecían de familia». En Aramajo (A), los entierros de los pobres del pueblo eran pagados por el Ayuntamiento y su funeral era de segunda clase.
Las encuestas dan a entender que, de hecho, los funerales más comunes eran los de clase intermedia, es decir los de segunda clase. En Aramaio y Llodio (A) anotan que no se celebraban entierros de clases inferiores. En Bedia (B), al igual que en otras localidades, eran los de segunda categoría los más comunes. En Galarreta (A) se afirmaba que todos los entierros eran iguales y en Garagarza-Arrasate (G) que siempre eran de la misma clase.
En Bizkaia y Gipuzkoa el distintivo de los funerales de gran boato era la celebración simultánea de misas en altares laterales.
[[File:7.130 Zerain 129 Ustaritze (GL) 19901989.jpg|center|600px|Zerain Ustaritze (GL), 19901989. Fuente: Karmele GoñiHerria. N.º 1987. 1989-ko Urtarrilaren 19.ekoa.]][[File:7.131 Biarritz (L) 1988.jpg|center|600px|Biarritz (L), 1988. Fuente: Enbata. Bayonne, Grupos Etniker Euskalerria1988ko Martxoaren 3.a.|class=nofilter]]
Resultaría extremadamente prolijo precisar los elementos adicionales que configuraban las diferentes clases de funeral en cada una de las localidades encuestadas. Se han descrito algunos de ellos anteriormente al hablar de los diversos tipos de catafalco o túmbano y se aludirá más tarde a otras al tratar del número de misas que se celebraban en los funerales.