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En Orozko (B) para acabar con los zorros contrataban anualmente, en los años cuarenta, a un guipuzcoano que pasaba varios meses en la zona hospedándose en Iguartze o en Zaloa. Utilizaba un veneno conocido como ''tostadea ''cuya fórmula mantenía en secreto. Para hacer su mezcla se encerraba en una habitación a solas. Los informantes recuerdan que tenía éxito en su función pues llegaba a capturar hasta seis zorros a la semana. Exhibía sus pieles como prueba y se le pagaba en especie, esto es, con ovejas, aportando cada pastor una por temporada. Para conseguir que los zorros se acercasen al veneno dicen que acudía a los puntos estratégicos de paso, desde donde arrastraba una sardina vieja según unos o un pedazo de carne según otros dejando rastros que conducían al veneno. Con unos pocos puntos, no más de diez, cubría todo el Gorbea. Además de este cazador recuerdan a otro al que llamaban Luqui el de Miravalles.
[[File:FIGURA3.png286 Mostrando las pieles de zorro. Zaldibia (G) 1945.jpg|center|500px|RTENOTITLE_FIGURAMostrando las pieles de zorro. Zaldibia (G), 1945. Fuente: Archivo PP. Benedictinos de Lazkao (G): Jesús Elosegui.]]
En Tierra de Ayala (A) antiguamente los pastores contrataban dos veces al año a un raposero de Gipuzkoa para que mediante cepos y veneno capturase lobos, zorros, garduñas, águilas y buitres. Cada pastor pagaba una parte en función de las ovejas que tuviese.