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En Izurdiaga (N) el padre es el dueño de la casa y se le denomina ''na(g)usie''. El hijo o hija que se quedaba en la misma, ''etxekosemie'', ''etxekoalaba'', sigue obedeciendo al padre en lo que éste disponga sobre la casa y las huertas. La mujer del hijo de la casa será la ''etxekoandre gaztie'', hasta que desaparezca la ''etxekoandre ''por antonomasia, que es la madre del hijo. En caso de que la heredera haya sido hija, el marido viene a vivir a la casa de la mujer y se le denomina ''na(g)usi gaztie''.
En algunas localidades la autoridad sobre la mujer venida de fuera para casarse con el hijo heredero no era tan manifiesta, era una autoridad compartida. Así se ha constatado que los padres ejercían su autoridad sobre los hijos solteros, otros familiares que vivieran con ellos y los criados pero no sobre las mujeres llegadas de otro hogar, con quienes la relación era respetuosa. El padre tomaba las decisiones con el hijo que se casaba a casa hasta que se hacía mayor. Alcanzados alrededor de los setenta años de edad se retiraba de llevar el cargo de la casa, si bien era consultado y se atendían sus consejos (Berganzo-A; AndrakaBAndraka-B; Berastegi-G).
En Zuberoa señalan que la autoridad de los padres sobre los hijos variaba de unas familias a otras. Subrayan que en la educación ejercía su función el control discreto de la comunidad. También influía la intervención del cura que vigilaba el cumplimiento de las buenas costumbres. Incluso la presión social, el temor a hacer el ridículo: “''errigei gütükek''”, se buscaba ser “socialmente correcto”.