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Remedios creenciales y saludadores

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En Goizueta (N) se rezaban veinte salves numerándolas en voz alta de la última a la primera. Esta práctica debía llevarse a cabo enseguida de producido el accidente. Su virtud curativa se completaba con la aplicación de un emplasto con mucho ajo, aceite tibio, raíz de fresno, ''pasmo-belarra'' y escrofularia, ''belar beltza'', el cual, a su vez, se cubría con excremento de buey, sujetándolo todo con un trapo<ref>Ignacio Mª BARRIOLA, ''La medicina popular en el País Vasco'', San Sebastián: 1952, p. 125.</ref>.
 
[[File:5.134 Viboras suge-biperak.jpg|center|600px|Víboras, suge-biperak. Fuente: Dioscórides. Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos: edición de 1566. Madrid: Fundación de Ciencias de la Salud, 1999.]]
En Liginaga (Z) la picadura de serpiente se curaba cubriéndola con la cabeza de la misma serpiente. En Apellániz y en Lagrán (A) para curar la picadura de culebra se debía matar al animal, cortarle tres dedos de rabo y frotar la herida con él. Igualmente frotar la picadura con la cabeza machacada de la culebra<ref>Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “Folklore de la Montaña Alavesa” in AEF, XX (1963-1964) p. 263.</ref>.
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