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SALUD Y RELIGION POPULAR/en

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Para impetrar la curación de un familiar enfermo, un hijo o el marido, se recurrió en tiempos pasados, sobre todo en medios urbanos, a la promesa de vestir un hábito durante algún tiempo. Esta promesa se hacía también para que el niño esperado “viniera con bien” o para dar gracias por haberlo tenido. Si bien la promesa la formulaba la madre o la abuela, en ocasiones, era la hija o la nieta beneficiaria del favor la que tenía que llevarla a su cumplimiento cuando llegara a la mayoría de edad. El hábito se vestía normalmente durante un año<div style="margin-left:0cm; pocas veces la promesa alcanzaba a vestirlo durante toda la vida. Durante el tiempo que duraba la promesa las solteras que vestían hábito se abstenían de acudir al baile."></div>
El hábito era un vestido corriente, confeccionado generalmente por la modista local. Cubría las piernas; era de manga larga, sin escotes ni adornos y llevaba un cordón o un ceñidor de cuero en la cintura. El color se adecuaba al hábito de la orden religiosa o cofradía a cuyo santo o advocación se había hecho la promesa. Algunos hábitos se completaban con la insignia o el distintivo de la Virgen o del santo correspondiente. En ciertos casos se llevaba únicamente el cordón del hábito (Apodaca-A; Durango-B).
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